MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS “Yo creí que a vos te habían matado, estabas bañado en sangre”
En la decimonovena jornada del Juicio a las Brigadas realizada el 23 de marzo prestaron declaración testimonial los sobrevivientes del Pozo de Banfield Nicolás Barrionuevo y Oscar Pellejero, junto a Sixto García, hermano de Silvano García, secuestrado y desaparecido en marzo de 1976.
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(Por Diario del Juicio) Los rostros comienzan a aparecer en las cuadrículas a la hora pautada. El inicio se retrasa unos minutos aguardando la asistencia de todas las partes. Una vez constatada la presencia de los jueces, fiscales, querellas y defensas, el Juez del Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata Ricardo Basílico da comienzo a una nueva jornada de debate oral y público que se realiza de manera virtual los días martes.
El reloj marca las 9:38. Basílico comienza la lectura de la causa y los imputados en la misma. Enrique Barré y Guillermo Domínguez, quien al ingresar a la sala apagó su cámara, son los únicos acusados presentes.
Nicolás Barrionuevo comienza el relato del horror que vivió durante meses. En 1976 trabajaba como delegado gremial en la fábrica Saiar donde se produjo su secuestro.
El 3 de abril de 1976 el Ejército se presenta en la fábrica, los trabajadores son interrogados y llevados a los vestuarios en búsqueda de armas. “No encontraron nada, solo los utensilios que usábamos para trabajar, ropa sucia y comida”, explica el sobreviviente.
Barrionuevo continúa con su relato: afirma que lo detienen junto a seis compañeros y los llevan hacia un camión para luego ser derivados a la Comisaría 1ª de Quilmes donde, al llegar, les realizan un cuestionario. El testigo asegura que no sabe nada ni tiene conocimiento acerca de quien buscan. “Está bien, no querés hablar, pero yo esta noche vengo, traigo los ganchos y vas a hablar, te guste o no”, le dijo un capitán cuando se negó a dar testimonio.
La sesión se frena por unos segundos. Barrionuevo intenta continuar con su relato pero se confunde. Casi 45 años pasaron desde su detención hasta el día que brinda su declaración. Pide perdón y sigue.
Finalizada su detención en Quilmes lo trasladan a la comisaría de Temperley donde lo liberan, y decide cruzar a la estación de trenes para ir a tomar servicio en la fábrica. Su lugar de trabajo había sido intervenido, se ejercía un control por sobre los empleados. Algunos de sus compañeros fueron torturados y tres de ellos se encontraban desaparecidos. “Todo eso formaba una psicosis en los trabajadores, era tal el clima que habían creado que era insoportable”, afirma el testigo.
El segundo secuestro se produce en su casa a las 3 de la madrugada. Ingresan a su domicilio, roban sus pertenencias, lo atan y le vendan los ojos mientras Verónica, su hija de cuatro años, es testigo del horror que sufre su padre. Luego, lo llevan en un falcón hacia el Pozo de Banfield donde sufre “la primera sesión de parrilla”. La parrilla es “una cama de hierro en la que te tiran y después que Dios nos ayude”, narra Barrionuevo.
Durante una semana se encuentra detenido en el Pozo de Banfield. Después es trasladado a la Comisaría 1ª de Lanús y a los días es llevado a la Unidad de Villa Devoto donde pasa los primeros días de septiembre de 1976. El 24 del mismo mes es movilizado hacia la Unidad 9 de La Plata donde sufre violencia física, un policía le golpea la cara e inunda su cuerpo de sangre. “Yo creí que a vos te habían matado, estabas bañado en sangre”, cuenta que le dijo uno de sus compañeros de la Unidad.
“Era una verdadera tortura ver a nuestros hijos y familia a través del locutorio. El peor castigo era verlos sufrir a ellos, mi familia era mi gran preocupación”, afirma Barrionuevo. Las visitas de contacto se encontraban suspendidas y la única manera que tenían los allegados de ver a los detenidos era a través de un vidrio.
El 31 de diciembre de 1982 le brindan a Nicolás Barrionuevo la libertad plena luego de estar un tiempo con libertad vigilada.
Ante el agradecimiento del Juez por su testimonio Barrionuevo concluye: “Salí en libertad, hice la demanda al Estado y tuve éxito”.
“Todo es incertidumbre”
Sixto García comienza su testimonio con el barbijo puesto. El Juez solicita si se lo puede quitar para que durante la declaración se vea su cara.
Su relato es breve. Empieza contando que en el año 1976 vivía en Merlo y tenía poco contacto con Silvano. Aclara que tiene poco conocimiento de los hechos ocurridos.
El 26 de marzo de 1976 Silvano García es secuestrado pero nunca se encontraron evidencias o información acerca de su caso.
“Había una versión que corría en Zelaya de gente interesada en saber dónde vivían los de una camioneta roja. Nosotros teníamos una F100 roja que se usaba para hacer volanteadas o pintadas en períodos de protesta”, declara García.
El testigo afirma que no tiene mucha información ya que, en ese momento, él estaba atravesando una “carrera alcohólica”. Solicita a las partes que le realicen preguntas para continuar.
La fiscal Ana Oberlín interviene y hace interrogaciones para indagar en la memoria de García. Prosigue el relato: su hermano era delegado gremial en la Granja de San Sebastián y estaba muy comprometido con la militancia política.
“El sospechaba lo que le podía ocurrir pero nunca retrocedía ni un paso atrás”, cuenta y sus ojos se inundan de lágrimas. Solicita unos segundos para tomar agua y continuar.
Luego de unos minutos, sigue con su relato y expone que al no tener conocimiento del paradero de Silvano decide, junto a su otro hermano Martín, ir hacia el predio de la granja donde él vivía. Al llegar observan que están todas sus pertenencias tiradas y, según le comentan algunos vecinos, patrulleros y oficiales merodeaban el lugar.
El Juez interrumpe su declaración. Se escucha una voz que agrega información al relato de García. Le recuerdan que no puede recibir ayuda externa para recordar detalles o sucesos que acontecieron. Pide disculpas y continúa.
Luego del episodio en el domicilio de Silvano comienza la búsqueda en comisarías para averiguar sobre su paradero aunque “todo es incertidumbre”, concluye.
La deuda de volver al horror
La última declaración testimonial de este martes 23 de marzo comienza con algunos desperfectos técnicos propios de la virtualidad. El Juez anuncia un cuarto intermedio de cinco minutos y solicita la ayuda por parte del equipo del tribunal para lograr la correcta escucha de Oscar Pellejero, quien tiene algunos problemas de audio.
En 1976 Pellejero trabajaba en la Universidad de Luján realizando tareas administrativas y, además, estudiaba Administración de Empresas.
El 25 de marzo, la noche posterior al golpe de Estado, personal del Ejército se presenta en su casa y lo secuestra. Es llevado encapuchado hasta la autopista Acceso Oeste donde, en ese lugar, los efectivos realizan un simulacro de fusilamiento. Luego es trasladado a la Comisaría de Puente 12 donde es despojado de sus pertenencias y su ropa.
Al día siguiente lo llevan atado hacia otro lugar donde lo encierran en calabozos individuales. “Personal de civil nos traía comida y nos permitían ir al baño. A la noche venía un médico a revisarnos que después me enteré era Berges, nos revisaba y nos daba pastillas que decía que eran para dormir, yo nunca las tomaba por las dudas, y nos daba dos cigarrillos”, relata Pellejero.
Personal de civil identificado como parte del Ejército los obliga a firmar unos papeles en blanco. Después, comienza un recorrido que pasa por Mercedes, San Andrés de Giles y, finalmente, vuelve a Luján donde es dejado en la Ruta 7 y es liberado.
“En una comisaría que estuvimos nos enteramos que el lugar donde habíamos estado era el Pozo de Banfield, ahí sí torturaban y se escuchaban gritos”, afirma. Para concluir su declaración cuenta que buscó en internet fotos del centro clandestino y declara que su “deuda” es volver a ir a ese lugar.
Una vez finalizado el testimonio el Doctor Pedro Griffo solicita la palabra al Juez y pide que Pellejero sea convocado nuevamente para que le sea exhibido el álbum fotográfico con el fin de que pueda realizar un reconocimiento.
La próxima jornada del debate oral y público será el martes 30 de marzo a las 9:30 y se tomarán las declaraciones testimoniales de María Ester Alonso Morales, Raúl Alberto Marciano y Eduardo Horacio Piva.
*Cobertura realizada por Sofía Parcesepe
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 23 de marzo de 2021. “Yo creí que a vos te habían matado, estabas bañado en sangre”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/2021/03/25/yo-crei-que-a-vos-te-habian-matado-estabas-banado-en-sangre