HOSTIGAMIENTO, DETENCIONES ARBITRARIAS Y TORTURAS Violencia policial en Quilmes: “me podría haber muerto”
Una familia de Quilmes radicó una denuncia penal contra la Comisaría 1° de Quilmes después de sufrir numerosos allanamientos violentos. En la última oportunidad cuando quisieron registrar lo que sucedía se llevaron detenida a una de sus integrantes que padeció golpizas y humillaciones en la dependencia policial. La Comisión Provincial por la Memoria interviene como Mecanismo Local de Prevención de la Tortura.
ANDAR en Quilmes
(Andar Agencia) No era la primera vez que los allanaban, aunque nunca encontraran los objetos que buscaban en esa casa. “El barrio es picante pero del lado de nuestras casas no tanto. Igual hay veces que vienen y hacen allanamientos, pasa que hay muchos transas, mucha gente que vende droga y por eso son. Y a mi viejo siempre le hacen allanamientos y nada que ver, siempre la liga”, cuenta C. que a fines del mes pasado terminó por primera vez pasando la noche en una comisaría. Fue de las peores experiencias de su vida.
Las intervenciones policiales eran cada vez más violentas. A los destrozos se sumaron golpes y malos tratos. “Siempre nos rompen algo o lastiman a alguien, la última vez le tiraron gas pimienta a mi hermano en los ojos y gritaba porque no sabía qué le habían tirado y estaba dormido”, recuerda C. que vive en frente de su padre y tuvo que reemplazar la puerta de su casa después de uno de los operativos. Siempre se fueron sin encontrar nada.
Siempre volvieron. A fines de octubre la policía estaba allanándolos otra vez. Buscaban un reflector negro y 5 hierros en un operativo desproporcionado, apuntando con las armas a los niños. La mujer decidió registrar la escena: “ese día me cansé y agarré el teléfono para filmar, aunque una vez había filmado mi prima y le tiraron el telefono al piso y se lo rompieron, pero yo estaba decidida. Me hubiera gustado poder seguir filmado, cuando empecé a grabar les dio una bronca, porque ellos vienen y hacen lo que quieren. Si filmaba más se hubiera visto, el desastre total”. Una policía le dijo que no grabe, la tomó del brazo, la tiró contra el piso y la esposó. “Ahora vas a ver cómo te voy a hacer cagar a palos cuando llegues”, le dijo otro agente. Y lo cumplió.
Las torturas en la comisaría
En la Comisaría 1ra de Quilmes la llevaron a un cuarto donde le sacaron fotos y le pidieron que se desnude. Me dicen ‘bajate los pantalones y subite la remera’ querían también que salte como rana así desnuda y cuando me quiero vestir me dicen que no y me quieren sacar fotos. Les dije que no, discutimos y cuando me ponen de nuevo las esposas empieza la tortura total”. C. les pidió que no la filmen y eso derivó en una discusión y golpes. “Me rompieron el corpiño, me daban cachetadas todo el tiempo y muchas patadas en la cabeza con los borcegos que tienen como punta de metal. Además, me decían que las fotos las iban a subir a Info Quilmes y decir que soy transa”. La mujer empezó a pedir por favor que pararan «Les dije ¡¿qué me querés matar?!, y una dijo ‘sí te voy a matar’, agarró el corpiño ‘¿querés tu corpiño?’ y me asfixió, sentía que mi alma se salía del cuerpo, pensé que se iba a detener, pero lo repitió y cada vez era peor. Grité y pum patada en la cabeza, rogaba para que termine”, describe con crudeza.
Después de la golpiza la dejaron en una celda inmunda hasta el día siguiente. “Quería irme de ese lugar horrible. Me llevaron a un calabozo y me dejaron ahí, me empezó a latir la cabeza, me dolía todo. Había un olor a pis que no podía respirar”. Pero la noche no terminaba y C. fue también testigo de la golpiza a otro detenido.
A la mañana siguiente la llevaron al juzgado, tuvo su audiencia ante la UFI 5 de Quilmes por una causa que caratularon como “resistencia a la autoridad”. En su carácter de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura la Comisión Provincial por la Memoria acompañó a la familia para realizar la denuncia penal ante estos graves hechos de violencia institucional que constituyen tortura. El organismo solicitó a la justicia que se realice una investigación exhaustiva y rigurosa en el marco de la normativa internacional que rige ante estos casos. También presentaron un escrito en la causa donde se la imputa por resistencia a la autoridad pidiendo que se tenga en consideración lo que sucedió. Finalmente desde la CPM se denunciaron estos hechos de violencia ante la Auditoría de Asuntos Internos.
“Lo único que exigí fueron derechos, los nuestros que fueron violados. Si ellos tienen que venir lo tienen que hacer de otra manera, Me querían humillar, me sentí tan sola en ese momento, sentí que se me pasaban millones de cosas en la cabeza, pensaba en mi familia. A mí me gustaría que a otra persona no le pase lo mismo que a mí, y que si lo llevan lo dejen ahí y no le peguen. Porque yo me podría haber muerto de tantas patadas y piñas en la cabeza. Todo por un allanamiento que buscaban unos fierritos y un reflector negro. Es una vergüenza”, concluye la joven.