Una vida libre de violencia está en el cóncavo mismo de los derechos humanos
Desde ANDAR conversamos con las compañeras, referentes y luchadoras, que integran la CPM y compartimos sus voces en esta producción especial de la Agencia en el día de la NO violencia contra las mujeres. NI UNA MENOS. VIVAS NOS QUEREMOS!
ANDAR contra la violencia machista
Dora Barrancos, socióloga, historiadora y feminista, integrante de la CPM
“Recién con las nuevas concepciones del feminismo surgidas después de la segunda guerra mundial, especialmente en los años ‘60, pudo ocupar centralidad la cuestión de la violencia. Desde mi perspectiva, fueron los delitos sexuales los que probablemente estuvieron en primer plano en la focalización de las adherentes feministas, y vinieron a tono teorías sobre las características violentas del sistema patriarcal. Es que había hecho “connaturales” a la inexorable voluntad masculina: las imposiciones de sus deseos y fantasías sexuales a las mujeres, cuyos cuerpos sólo podían resultar materia dócil. La violencia sexual es una de las experiencias más conocidas por las mujeres y fue decisiva la reactivación del feminismo sobre este ángulo central de la polifacética victimización que pasó a enunciarse también de modo conceptual abarcando todas las formas de violencia. El feminismo de la segunda mitad del siglo pasado ha encarado una lucha sin cuartel para acabar con el flagelo, y se ve reflejado en los cambios de la ley en nuestro país, sobre todo a raíz de la Convención de Belem do Pará de 1994 que condujo a la sanción de la 26.485 contra todas las formas de violencia.
Las personas de sexualidad disidente son especialmente alcanzadas por la violencia patriarcal. Debemos recordar que entre las primeras organizaciones por derechos se situaron los varones gays, y luego fueron los colectivos de lesbianas que interpelaron al Estado y la sociedad por la discriminación sufrida y, más tarde aún, surgieron las asociaciones de personas que de modo sintético –pero tal vez inadecuado– se denominan trans, cuyos padecimientos son inenarrables. Las adversidades comienzan por lo general en el seno de los hogares, con familias que rechazan las orientaciones sexuales no convencionales, las señales de la indisposición con el sexo anatómico, las identificaciones generizadas “incorrectas” según el figurín de los estereotipos sociales. El tránsito del reconocimiento a esta amplísima malla de orientaciones y géneros ha sido especialmente difícil pero se ha llegado a la obtención de una norma singular: la ley de identidad de género, que sirvió al menos para paliar las dolorosas circunstancias existenciales de las personas trans. Por nuestra ley tienen pleno derecho al cambio de identidad según la autopercepción, lo que significa que no puede judicializarse ni entorpecerse bajo ninguna alegación el cambio que se desea.
En orden a maximizar las penalidades por la muerte de mujeres por su condición de tales, se modificó el artículo 80 que admite la sanción de reclusión o prisión perpetua a los homicidas. Pero también se extiende la misma penalidad a quienes mataren por odio de raza, etnia, orientación sexual o de género. Sí, se penaliza gravemente el femicidio pero debe interpretarse que también se penaliza de igual manera el travesticidio. Sabemos que la Justicia tiene muchas dificultades para apegarse a los nuevos derechos, que sus interpretaciones suelen amparase en la arcadia patriarcal, y eso no sólo ocurre con los magistrados varones. Lamentablemente, el triunfo mayor del patriarcado es haber incorporado su óptica y sus valores en cuerpos femeninos.
En este 25 de noviembre que nos recuerda la crueldad patriarcal del dictador Trujillo cuando en 1960 ordenó eliminar a las tres muchachas de la familia Mirabal, opositoras del régimen, volvemos a conjurar a los designios siniestros de maltratar, injuriar y humillar no sólo a las congéneres. Es fundamental eliminar la violencia contra las mujeres y las otredades humanas, más allá de la orientación sexual y de los géneros. Una vida libre de violencia está en el cóncavo mismo de los derechos humanos.”