MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS Una herida que sigue siendo presente
Durante la jornada 65 realizada el pasado 10 de mayo, la primera testigo en declarar fue Mónica Streger. Su hermana Silvia (24 años) y su cuñado Rodolfo Torres (24 años o un año menor) fueron secuestrados el 5 de septiembre de 1977 en Turdera, y vistos por última vez en la Brigada de Investigaciones de Quilmes.
ANDAR en los juicios
(Por diario del juicio) Mónica comienza contando que es la tercera de cuatro hermanos. Dos de ellos (Silvia y Eduardo) fueron desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. Su hermana Silvia tenía 24 años al momento de ser secuestrada. Su familia vivía en Banfield. Fueron a la Escuela Normal Antonio Mentruyt, de la cual hay más de 30 desaparecidos. Silvia al egresar del secundario decide estudiar en la UNLP el traductorado de inglés.
Comenta que, si bien ambas estudiaban en la UNLP y, más que hermanas, eran amigas, nunca se enteró si Silvia tenía filiación política. Tenía inquietudes e interés por la realidad social y la política. “En casa era común los grandes debates”.
Silvia trabajaba en la administración de la fábrica Genalex de Llavallol, de origen inglés. En la misma fábrica trabajaba Rodolfo. Menciona que por el Pozo de Quilmes pasó más de una persona que pertenecía a esa empresa.
Recuerda que el 5 de septiembre, día del cumpleaños de una amiga en común, Silvia va a su casa y le comenta que se habían llevado a un compañero de la fábrica. Por eso ella y Rodolfo se iban a ir a Rosario a la casa de una tía. Silvia se dirige a la casa de los padres y estos le prestan el auto. De ahí, junto a Rodolfo va su casa de Turdera.
Como no llegan al cumpleaños, van a buscarlos. Los vecinos les relatan que habían rodeado la manzana y se los habían llevado. De ahí se fueron a la comisaría de Temperley. El padre de Silvia recuerda que allí, pese a las respuestas negativas, escuchó con claridad que alguien mencionaba “es por este muchacho Torres”.
“Ahí comienza el calvario de la familia” dice Mónica. “Es muy difícil para una familia que una persona desaparezca y no se tenga respuesta”. “Reinaba más bien el silencio ante esta situación tremenda, no se hablaba entre nosotros”, menciona.
En la CONADEP Mónica presentó unas carpetas con fotos, fechas, datos. Al tiempo la llaman diciendo que tenían testigos, Alcides Chiesa y su esposa Norma, que habían reconocido a Silvia y Rodolfo como detenidos en el Pozo de Quilmes.
Señala Mónica que Rodolfo había sido estudiante de Agronomía de la UNLZ y que alguien le comentó que había pertenecido a la Juventud Peronista.
“Han pasado 44 años para realizar un juicio, ha pasado mucho tiempo, donde los imputados han disfrutado su libertad guardando para sí el tema de la verdad. Y la justicia que llega tarde no es justicia. Yo pido mayor celeridad para llegar a una condena firme que significa también cárcel común. Espero que todo el peso de la justicia caiga sobre los imputados”, concluye.
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En segundo lugar, fue el testimonio de José Eduardo Moreno. Fue secuestrado con su padre (Antonio Domingo Moreno Delgado) y su tío (José Moreno Delgado) el 14 de septiembre de 1977 en la carpintería de su propiedad donde también estaba su casa. Estaba ubicada en San Martín y Bebedero, en el Parque San Martín de Merlo.
José recuerda que también estaban en la carpintería al momento del secuestro su mamá (María López), su abuelo (José Moreno), su mujer (Ana María Fontana), su hija de 7 meses (Mercedes Andrea Moreno), su hermano de 4 años (Ernesto Salvador Moreno), y una señora, María Elena Gianotti de Gambero que había ido por un trabajo y que también es llevada. Los del operativo tenían distintas armas y estaban de civil.
Los trasladaron en una camioneta Dodge de color azul a la Brigada de San Justo. Ahí los torturaron. Buscaban información que no tenían. Recuerda José que le preguntaban por un Tito Bigote y por “los fierros”. Después de la tortura, lo tiran en un calabozo junto a otras personas. Recuerda a Enrique Iglesias, a “Cero” o “El fiambrero” (el dueño de la camioneta Dodge), a Café, a Virulana, a “El Huevero”, a Agüero (un chico de 17/18 años), a “El Ferroviario” (Faid o algo así) y a Yolanka (Jorge Antonio Catanese). En San Justo estuvo alrededor de 10 días.
Luego son trasladados al Pozo de Banfield donde estuvieron alrededor de 20 días. Ahí conocieron a El Viejo (un hombre que tenía un problema en un brazo y en una pierna), a un metalúrgico, a Luján Acosta y a “El Profesor”. Mi papá llegó a ver a Perrotta. También había mujeres, entre ellas la Sra. de Acosta y la Sra. de Gambero. En una oportunidad vio a Bergés, quien fue calabozo por calabozo.
De ahí los llevan a la 3ra. de Valentín Alsina, donde estuvieron alrededor de 10 días. José cree que ya no estaba María Elena. Recuerda a un oficial Quiroga (con uniforme identificado con el nombre) y otro al que le decían Tino, que era suboficial.
Fue liberado junto a un grupo de detenidos. “Nos dijeron que nos iban a soltar y teníamos 24 horas para irnos de la provincia de Buenos Aires. Al primero que soltaron fue a mí, después a los demás”, explicó. También recuerda que a su mujer Ana María Fontana en la Brigada de San Justo la tuvieron y largaron de madrugada, sin torturarla.
Sobre su militancia, José dice que eran del PC y seguían siendo sus simpatizantes.
“Pedimos la apertura de los archivos”
La tercera en declarar fue Alejandra Castellini, hermana de María Eloísa Castellini. Eran 4 hermanos que vivían en General Las Heras, provincia de Buenos Aires.
María Eloísa, embarazada de entre 3 y 4 meses, fue secuestrada el 11 de noviembre de 1976. Fue “a la salida del jardín de infantes donde ejercía como profesora de música”. Hay testigos, entre ellos Ana Caviglia, quien avisó a su mamá. Los testimonios indican que estuvo en Puente 12 y el Pozo de Banfield. “Mi hermana siempre se caracterizó por ser muy solidaria y compañera”, “con mucha sensibilidad social”, explicó.
Alejandra vivía en un departamento en Buenos Aires, donde ambas estudiaban. Era jueves y estaba su papá de visita, quien lo hacía semanalmente. Estaba también su sobrina Clara Elena Castellini (de 9 meses) y Ana. Los llama su mamá y les avisa que se la habían llevado a Eloísa. A las 19 llegó un grupo de civil, muy armado. Entraron al departamento con Eloísa y estuvieron hasta la madrugada. “Esperaban la llegada del compañero de mi hermana”. Comieron y robaron todo lo que se podía robar. Su hermana, estaba muy torturada. “Esa imagen es muy difícil de sobrellevar”, menciona.
Alejandra era estudiante avanzada de ingeniería en la UBA y estaba haciendo la práctica. Cuando fue el lunes a la fábrica donde trabajaba no le permitieron entrar. Siempre le quedó la idea de que había una relación entre los que hacían los procedimientos y las empresas.
Alejandra con Clarita (hija de Eloísa) y su padre se fueron a Las Heras. A la semana la recogió su papá, Constantino Petrakos y ella se criaría con sus abuelos paternos.
Fue muy traumático no saber absolutamente nada del embarazo de su hermana, menciona Alejandra. Calcula que el hijo-hija de Eloísa debió nacer en abril de 1977. Describe a su familia como una “familia mutilada”.
Adriana Calvo, informó a Alejandra que Eloísa había estado en el Pozo de Banfield y que había tenido una hija a quien llamó Victoria. Fueron testigos de esto Ana Caracoche y Lidia Papaleo. Por Cristina Comandé supieron que antes de estar en el Pozo de Banfield estuvo secuestrada en Puente 12.
“Pasaron 46 años y es poco y nada lo que se sabe de mi sobrina nacida en cautiverio y no sabemos nada de los restos de mi hermana. Por eso, pedimos la apertura de los archivos”. Aclara que su hermana había empezado con actividades solidarias y que tenía militancia política en el PRT.
Por último, Alejandra dice: “Son 30 mil”; “Fue un genocidio”; “No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos”.
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La última testigo fue Clara Petrakos, hija de María Eloísa Castellini y Constantino Petrakos. Clara busca a su hermana, nacida en cautiverio. “Los secuestraron porque militaban por una sociedad más justa y por el derecho de todos a una vida digna”, aseguró. Señala que su mamá Eloísa “fue una joven, que, con 18 años, en vez de ir con su familia a Mar del Plata decidió ir con su pareja a Río Negro para hacer los cimientos de una escuela primaria”; que en el Jardín donde ella trabajaba en Libertad, Merlo, es recordada con mucho cariño. Estudiaba Historia del Arte y Agronomía en la UBA. “Llegó a dar tres materias de cada una” antes de su secuestro. Considera que probablemente empezó a militar en 1973 con su amiga Clara Rossi.
Sobre su papá cuenta que nació el 13 de noviembre de 1954 en Grecia. Comenta que tuvo dos desarraigos muy importantes: a los 4 años, cuando vino con sus padres de su Grecia natal y vivieron en Salta. Luego, a sus 12 años cuando creyeron que lo mejor para él era estudiar en un colegio pupilo en Buenos Aires”.
Clara cuenta lo que pudo reconstruir del secuestro de su mamáel 11 de noviembre de 1976. Clara tenía 9 meses, su mamá 20 años y estaba embarazada de 4 meses. El secuestro fue a la salida del jardín a las 12.45 hs. Se la llevan en un Ford Falcon verde o celeste. Luego del secuestro la directora del jardín radicó la denuncia en la comisaría de Libertad, se abrió la causa por rapto. En la misma declararon las tres compañeras que estaban con ella, Ana Caviglia, Graciela Salvi y Susana Arameda.
El Jardín donde secuestran a mi mamá quedaba en Merlo y el departamento donde después la llevan, en Capital. “Probablemente por cómo estaba mi mamá y por el tiempo transcurrido, antes de ir al departamento la llevaron posiblemente a algún CCD.
De acuerdo a la información que pudo recopilar ella estuvo detenida en Puente 12 desde noviembre de 1976 a enero de 1977. Hay tres testigos que la identifican ahí: Cristina Comandé, Nélida Venerucci y Ricardo Lambruschini. “En Puente 12 además de mi mamá hubo otras 10 mujeres embarazadas que siguen desaparecidas”. Solo de tres se encontraron sus restos y se sabe de sus hijos en 2 casos. De Ramona Benítez, asesinada poco después del secuestro, aun embarazada, y Ana María Lanzillotto, quien además estuvo en el CCD conocido como La 205. Al comenzar su trabajo de parto, se la llevaron y nunca más la vieron. Está la partida de nacimiento de su hijo Maximiliano Menna Lanzillotto, en la que figura que quien constató el parto fue Juana Elena de Arias de Franicevic, partera estrechamente vinculada al médico de la policía Bergés.
Eloísa fue trasladada al Pozo de Banfield. Testimonian sobre ella y el parto Adriana Calvo, Ana María Caracoche y Lidia Papaleo. “Es muy factible que mi hermana haya nacido el 14 de abril de 1977“, planteó, tomando como dato el testimonio de un detenido que sólo estuvo 24 horas en el Pozo de Banfield y escuchó un nacimiento.
Su padre la dejó con los abuelos paternos y se fue a Europa en marzo de 1977, pero quería volver. Se cree que desapareció a su regreso.
Recordó algunas cuestiones de su infancia, mencionando lo difícil que fue. Habló de la lo importancia de Abuelas de Plaza de Mayo y como comenzó su propia búsqueda. Reclamó, ante el Tribunal, que se busque a su hermana. “La causa por la búsqueda de mi hermana tiene más de 26 cuerpos, más de 36 con anexos, pero veo que muchas hojas son que la causa va para un lado, va para otro, con cuestiones de competencia. Son pocas hojas las que buscan a mi hermana”. “La causa está parada “, dijo Clara.
Se solicitó al final la incorporación de la técnica SNP en el Banco de Datos Genéticos, buscando obtener así mejores resultados. Se pidió también una investigación sobre los apropiadores de niños en cautiverio y exponer la complicidad y participación en estos hechos de la Policía Provincial.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el 17 de mayo.
* Cobertura realizada por Alda Pedernera y Guillermo Ayala Andújar.
Cómo citar este texto: Diario el Juicio. 10 de mayo de 2022. “UNA HERIDA QUE SIGUE SIENDO PRESENTE. NI OLVIDO, NI PERDON”. RECUPERADO de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1217