en el museo de arte de la cpm Familias de víctimas de violencia policial y penitenciaria pintaron un mural colaborativo
Las familias de Miguel Bru, Fabián Gorosito, Omar Cigarán, Sergio Jaramillo, Andrés Núñez, Sebastián Nicora y de jóvenes detenidos en penales bonaerenses realizaron un mural en el Museo de Arte de la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM). Allí plasmaron sus recuerdos, luchas y deseos y los de tantos otros jóvenes y familias que han sido objeto de tortura, desaparición o asesinato por parte de la policía y el servicio penitenciario. La actividad estuvo coordinada por Claudia Bernardi una artista que ha trabajado en diferentes países con víctimas de violencia de Estado, masacres y violencia sexual.
ANDAR en las paredes
(Agencia/ CPM) Luego de varios encuentros y tres días de pintura, quedó inaugurado el mural colaborativo que realizaron Fernanda Nicora, Rosa Bru, las familias Jaramillo y Gorosito, Mirna Nuñez, Sandra Gómez y Elvira Meza, todos ellos familiares de víctimas de las fuerzas de seguridad. Convocados por la Comisión Provincial por la Memoria y coordinados por la artista Claudia Bernardi realizaron un mural “colaborativo y comunitario” para contar sus historias desde un lugar distinto: el arte.
La directora general de áreas, Sandra Raggio, expresó que “este mural es un espacio de memoria permanente. Invita a todos los que recorran estas instalaciones a pensar nuestro pasado pero también nuestro presente con un claro mensaje: Ni un pibe menos”. “Estamos muy agradecidos a las familias que han participado de esta iniciativa, porque si bien la CPM viene trabajando con ellos desde hace mucho tiempo, esta propuesta se generó desde un lugar distinto: el arte como experiencia positiva para resignificar ese dolor”, prosiguió.
Con la presencia de los trabajadores de la CPM y allegados a las familias participantes el mural fue descubierto el domingo a la tarde. Elvira Meza, familiar de detenidos en penales bonaerenses se animó a romper el hielo “tenemos un montón de anécdotas de estos días, aprendimos muchísimo”. Natalia Sarraute, familiar de Sergio Jaramillo, agregó “esta es otra forma de construir desde el dolor, y es revolucionaria”.
Fernanda Nicora agregó en el mismo sentido: “cuando nos convocaron, no me creí capaz. Pensábamos que nos iban a ayudar pero me encontré con que el desafío era nuestro. La conclusión que saqué de todo esto es que logramos construir arte desde un momento muy terrible para nosotros. Esto nos pasó a todas las mamás. Llegar a poder expresarse con una imagen tan bella y duradera en el tiempo fue muy gratificante. No nos cansamos, no nos queríamos ir”.
Rosa Bru también percibió lo mismo: “Fue una experiencia hermosa y nos costó mucho trabajo”. El tránsito desde ese “no voy a poder” porque un mural “era siempre algo que hacían los demás” a involucrarse y sentirse parte de esa obra terminada, “de un proyecto en el que íbamos a expresar lo que nosotros sentimos”, agregó María Viera. “Trabajamos todas juntas, compartimos nuestras manos y lo realizamos en conjunto”, describió Sandra Gómez.
«No es fácil recordar algo comunitario cuando duele, esa es la posibilidad que abre el arte», señaló Claudia Bernardi -quien cuenta con una vasta trayectyoria en este tipo de experiencias- acompañó a las familias en la toma de decisiones y les enseñó técnicas artísticas que les permitieron mostrar la historia que ellos quieren narrar a través del pincel.
Para Bernardi, en principio, lo que todos tenían en común era una pared en blanco. “Mi trabajo como facilitadora es hacer preguntas que puedan ayudar a que los participantes se den cuenta primero de que la pared es de ellos, de que la pueden intervenir, y luego la única pregunta que yo hago es: ¿Qué va a decir este mural?”. Así las historias brotan, las gargantas se quiebran y los lazos se van tejiendo. “Las historias de los conflictos son muy parecidos, tienen que ver con poder en manos de gente con muy pocos escrúpulos. Esa es la base”, considera la facilitadora.
Si bien todos los casos tenían algún nexo por distintas cuestiones con la CPM y sus equipos de trabajo la mayoría de sus protagonistas no se conocían entre sí, aunque a lo largo de la experiencia pudieron irse mezclando junto con los colores y las ideas. “Esta experiencia me permitió corroborar que todos tenemos algo en común con el otro. En estos tiempos en donde la diferencia es lo que prevalece, nos damos cuenta que la historia de cada una de estas familias es un relato comunitario, histórico y doloroso en donde la violencia del Estado toma formas muy graves. Sin conocerse casi, pudieron lograr dejar un mensaje y conectarse a través del arte”, indicó Bernardi.
El mensaje comunitario
Fernando Nicora representó un camino que aún recorre hacia la justicia, y cómo fue aprendiendo a mirar, a escuchar y a investigar el crimen de su hijo “esta obra permite visibilizar la violencia institucional, no queremos más pibes muertos. Hemos dejado retratado cada pedacito de nuestros hijos y nuestros familiares en cada partecita del mural. Aquí hemos dejado un solo mensaje de todas las madres: basta de violencia institucional”, explicó. María Teresa hizo su aporte en el mismo sentido “en mi caso, representé una paloma, un rosario –que a Fabián le gustaba- y un corazón roto, que creo que representa a todas las madres cuando les sacan a un hijo”.
Elvira Meza aportó la mirada sobre el encierro: los micros “tumberos” que llevan a los familiares, las largas colas y esperas bajo vigilancia, la angustia. “El mensaje que yo busqué dejar en este mural es que se necesita que existan más espacios abiertos, espacios verdes, para los chicos que están detenidos. Ellos están cumpliendo con la justicia, pero también necesitan poder mirar al cielo y mirar hacia el mañana, por lo que hay que trabajar por las condiciones en que se cumplen esas detenciones”, pensó y pintó hacia el futuro.
Rosa Bru miró la experiencia de otras madres para pintar y construir la propia y dibujó un rostro de pañuelo blanco con un grupo de gente detrás, unida, “porque seguimos buscando a nuestros hijos. Yo aprendí a escuchar a Miguel y a seguir a las Madres de Plaza de Mayo. Ahora nosotras estamos en ese lugar”, dijo emocionada.
Sandra, la mamá de Omar Cigarán, explicó: “Al principio me costó, pero estoy feliz de que en este mural esté representada la historia de mi hijo. Hice una remera y una gorrita para representar a todos los pibes, porque son muchos a los que les pasa esto, y también las botas y la gorra de la policía, que fue lo que lo mató, acá está la bala”, dijo y agregó “pero esto es lo que quiero para el futuro”, mostrando otra gorra con la inscripción “ni un pibe menos”.
Natalia, de la familia Jaramillo, sostuvo que “ahora queremos replicar esta experiencia por los barrios. A pesar de todo el dolor y toda la lucha, hay que seguir en la búsqueda de justicia y en la construcción de experiencias positivas”.