EL JOVEN ASESINADO POR LA ESPALDA POR UN GENDARME Un mes sin Jordan: “Sólo espero tener fuerza para llegar a la justicia”
Este viernes se cumple un mes de la muerte de Jordan Blanco, el joven de 15 años que fue asesinado por la espalda por el gendarme Humberto Gil; el agente de la fuerza federal intervino para frustrar el intento de robo de una camioneta y disparó varias veces cuando los jóvenes se escapaban corriendo del lugar. A un mes del hecho, la Justicia aún no aceptó a la familia como particular damnificada ni adoptó ninguna medida con el gendarme. “Él me da la fuerza ahora y yo sólo espero tener esa fuerza para llegar a la justicia, para que no quede impune porque del otro lado hay una persona que salió a matar”, expresa su mamá Natalia.
ANDAR en La Matanza
(Agencia Andar) Este viernes 7 de mayo a las 19 horas, al cumplirse un mes del asesinato de Jordan, familiares y amigos realizarán un acto de justicia y memoria: marcharán desde su casa hasta la plaza San Alberto de Isidro Casanova, donde harán una suelta de globos. “Vamos a hacer un homenaje a un mes de su partida, para recordarlo y para recordarles que vamos a seguir, que no vamos a permitir que quede impune”, cuenta su mamá, Natalia Blanco.
El pasado 7 de abril, en la calle República de Chile al 3300 de la localidad de La Matanza, cuatro jóvenes abordaron, con intención de robo, al dueño de una camioneta Toyota Hilux que se había estacionado en la puerta del domicilio del oficial de Gendarmería Nacional Humberto Gil para entregarle materiales de construcción. Alertado por la situación, el gendarme salió de su casa con el arma reglamentaria y comenzó a disparar contra los jóvenes que salieron corriendo para escapar de los tiros: Jordan recibió un disparo en el abdomen, otro joven en el omóplato: los dos cayeron desvanecidos a pocas cuadras. Jordan tenía 15 años, murió en la calle.
“Él sabe que causó mucho dolor en mí, que intenté muchas veces sacarlo de la calle, que se lo pedí muchas veces. Y sé que mi hijo hizo algo que estaba mal, pero el Gendarme no podía salir a matar, Jordan se estaba yendo, llegó a pedirle que no le tire”, cuenta Natalia.
Ese día, cuando el oficial Humberto Gil salió armado de su casa para frustrar el intento de robo, los jóvenes sólo atinaron a salir corriendo, nunca atacaron al gendarme. De hecho, el arma que llevaban y se secuestró en la zona del hecho era una pistola de utilería. En cambio, por fuera de lo que indican los protocolos de uso de la fuerza estatal, Humberto Gil disparó varias veces en zonas vitales y cuando no había riesgo para la vida de sí ni de terceros.
En la Fiscalía de Homicidios de La Matanza tramita la causa por el asesinato de Jordan; a un mes del hecho, la familia todavía no fue aceptada como particular damnificada. Tampoco se adoptó, hasta el momento, ninguna medida sobre la situación procesal del gendarme.
“Él me da la fuerza ahora y yo sólo espero tener esa fuerza para llegar a la justicia, para que no quede impune porque del otro lado hay una persona que salió a matar. Yo crié a ese nene, sé quién era, y saco la fuerza pensando en él”, expresa Natalia. Y agrega: “Tengo otros hijos y, a pesar de este dolor, tengo que seguir adelante por ellos”.
Las torturas a Ulises, el hermano de Jordan
Pocos después del ataque a tiros del gendarme, vecinos del barrio le avisan a Natalia que su hijo estaba herido de bala y ella le escribe a Ulises que, en ese momento, estaba con una amiga. Los dos, por caminos distintos, salen a buscarlo. Cuando Ulises llegó al lugar, agentes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires lo detuvieron y trasladaron a la comisaría 1ª de San Justo, lo acusaban sin pruebas de ser partícipe del intento de robo.
En un calabozo de la dependencia policial, Ulises era salvajemente golpeado; según su testimonio, fue obligado a estar de rodilla todo el tiempo, mientras los policías le pegaban piñas y patadas mientras lo escupían y se burlaban de la muerte de su hermano: los agentes se paseaban frente a él para mostrarle la bermuda que llevaba su hermano defecada y orinada producto de las expulsiones del cuerpo luego de su muerte.
Al día siguiente, Ulises fue trasladado al Centro de Admisión y Derivación (CAD) —dependiente del Organismo Provincial de Niñez y Adolescencia— y pudo relatar todo el padecimiento sufrido durante su aprehensión. A partir del testimonio del joven, el personal del CAD realizó la denuncia penal ante la Ayudantía fiscal de violencia institucional de La Matanza. Denuncia que fue ampliada por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), tras su intervención en carácter de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura.
Ulises estuvo más de una semana detenido y acusado sin pruebas por el intento de robo de la camioneta. El registro de las cámaras de seguridad de la zona, que tomaron la secuencia de los hechos, demuestra que Ulises no es ninguno de los cuatro jóvenes que participaron del delito que se le imputaba. Los mensajes en su teléfono también comprueban que él estaba en otro lugar, con una amiga, como dijo desde el primer momento.
“La policía de San Justo es experta en armar causas, hay un sistema corrupto que usan a su antojo para perjudicar la vida de cualquier pibe”, dice Natalia.
Esta semana, Ulises y Natalia declararon ante la Ayudantía fiscal de violencia institucional de La Matanza en el expediente que investiga los apremios ilegales y torturas. En esa causa también se presentarán como particular damnificado.