MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Traje estos videos familiares de la época para que lo puedan ver a Carlos con vida»
Durante la jornada número 69 realizada este martes 7 de junio declararon las y los testigos Marta Catanese, hija de Jorge Antonio Catanese que fuera desaparecido el 15 de septiembre de 1977; Alberto Derman, víctima en dos ocasiones de secuestro y cautiverio en el Pozo de Quilmes; Natalia Hödl, hija de Carlos Ernesto; y Laura Donato, madre de Natalia Hödl y quien fuera compañera de Carlos Ernesto hasta que lo secuestraron. “Este video lo armó mi nieto mayor y quise compartirlo en esta audiencia para que lo puedan ver a Carlos con vida, porque con esa sonrisa y esa alegría se lo llevaron”, afirmó, emocionada, Laura Donato.
ANDAR en la justicia
(Por diario del juicio) Su testimonio se extendió por más de tres horas. Su voz se quebró intermitentemente y se emocionó decenas de veces para reponerse otras tantas. Pudo completar su historia sobre Carlos Ernesto Hödl, “quien fuera mi compañero y mi marido durante tantos años, un gran tipo y un hermoso papá”, lo describió Laura Donato en la última jornada del megajuicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los ex CCD Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, de Lanús –con sede en Avellaneda-.
El video que se proyectó al comienzo de su relato contiene escenas de la vida cotidiana de Carlos en la playa, en campamentos y en cenas familiares, además de discusiones políticas en las que se lo ve gesticular apasionadamente y otras situaciones en las que nunca pierde su sonrisa y vitalidad. Y son precisamente esos aspectos los que su compañera y ahora testigo en el juicio quiso traer a la luz a la escena judicial para que lo vieran con vida y no como un caso o un número.
Durante la noche del 2 de febrero de 1977 llamó violentamente a la puerta de la casa de Laura y Carlos una patota de alrededor de 10 integrantes. Lo buscaban a él, además de información respecto a un tal “Daniel” y un tacho de metal que, decían, estaba ocultado en la vivienda. En ese momento, Laura estaba sola con su hija de 10 meses, Daniela Hödl, porque su pareja trabajaba, en turno noche-madrugada, como técnico químico en la papelera Massuh, de la zona de Quilmes.
Carlos llegaría alrededor de las 6 de la mañana del 3 de febrero, por lo que la patota se quedó en la casa durante largas horas revisando todos los muebles, robando objetos de valor económico y sentimental y corriendo a la mujer y su hija de una habitación a otra para poder inspeccionar y despojar a la familia lejos de los ojos de la mujer.
“Mantuvieron las luces apagadas y me preguntaron cómo entraba Carlos a la casa. Finalmente él golpea a la puerta, escucho que lo meten adentro y él dice: ‘Dónde están mi mujer y mi hija’. Fue lo último que le escuché decir. Pero hoy no me puedo acordar de su voz”, relató Laura profundamente conmovida por el recuerdo vívido de aquella tragedia familiar.
“Me sacan de la habitación y veo a Carli contra una pared. Cuando se lo llevan a Carlos, el que estaba a cargo dice: ‘En un acto de humanidad, vamos a dejar a la mujer y a la beba’. Y la persona que me estaba vigilando a mí y a mi hija me dice: ‘Un consejo: desaparecé. Fue tan inmensa, tan resonante esa palabra… Se fueron. Carlos tenía 25 años. La casa estaba en la calle Lafinur, en el barrio del sindicato de petroleros, en Quilmes´, y supe que allí no podía volver”, agregó.
Muchos años después, cuando la testigo pidió la documentación de la DIPPBA sobre Carlos, ella pudo saber que había tomado una correcta decisión respecto a no volver a pisar su casa: por aquellos días de 1977, desde la comisaría 3° la fueron a buscar a ella pero encontraron la casa vacía.
“Desde el secuestro de Carli comenzó el periplo nuestro, con Nati. Nos vamos a la casa de mi papá, luego a Buenos Aires, después a Mendoza, Pinamar… nos alojamos en casas de amigos. Yo no me quería ir del país, porque eso implicaba dejarlo a Carli acá, pero tuvimos que hacerlo. Yo estaba aterrada y nos fuimos a Brasil en junio del 77. En toda mi vida me mudé 32 veces, incluso más de dos veces en un mismo año porque jamás pude quedarme quieta en ningún lugar”, describió Laura, en similar sentido que, una hora antes, había relatado su hija Natalia ante los magistrados del TOF con respecto a las marcas y heridas permanentes que la dictadura y la desaparición de Carlos Hödl dejó en ellas.
En cuanto al sitio de cautiverio de la víctima, la testigo pudo averiguar gracias a los testimonios de Adolfo Paz, Juan Velázquez Rosano y Norma Sandoval, que fue llevado al CCD El infierno, como se conoció a la Brigada de Investigaciones de Lanús y que funcionó en un edificio de Avellaneda.
“Quisiera decir, antes de terminar mi testimonio, que el 31 de marzo de 2021 falleció mi querida suegra y Madre de Plaza de Mayo… el mismo día del cumpleaños de Carlos, su hijo”, dijo Laura, que volvió a quebrarse.
El recuerdo y la historia de Carlos Ernesto Hödl se completó con la declaración de Natalia, su hija que al momento de aquel secuestro tenía 10 meses: “Quiero comenzar diciendo que estoy aquí para dejar testimonio de lo que nos ha tocado vivir a nuestra familia, y que traigo la voz de mi abuela, Madre de Plaza de Mayo, Ethel Moreno de Hödl, de mi abuelo Ladislao Hödl, de mi tía y de mis hijos que tienen derecho a conocer qué ha ocurrido con su abuelo”.
“Papá era una persona comprometida, preocupada e interesada por los otros, por las desigualdades que crea el sistema. Entre 1971 y 1972 trabajó en Aerolíneas Argentinas y militó en la Juventud Comunista. Más tarde, en el PRT-ERP. Se conocieron con mi mamá Laura Donato porque ambos eran estudiantes de profesorado. En 1973 se casaron, y en los años siguientes papá comenzó su militancia en el PRT. Se fueron a vivir a Quilmes, al barrio Petroleros, casa en la que lo secuestraron a él”, agregó.
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Otra de las testigos de la jornada fue Marta Catanese, hija de Jorge Antonio Catanese secuestrado y desaparecido el 15 de septiembre de 1977 desde su casa de Tres de Febrero.
“Muchos años después, en democracia, yo me enteré por la radio y con el testimonio de un sobreviviente de que mi papá había estado en el Pozo de Banfield. Era trabajador municipal como chofer en la municipalidad de Buenos Aires y también trabajaba en Titanes en el Ring”, describió la testigo respecto al personaje “Yolanka” que su padre interpretaba en el célebre ciclo creado por Martín Karadagián y que representaba a un héroe extraterrestre que “luchaba en son de paz” y que era sinónimo de buena salud.
Catanese había estado en cautiverio durante 10 días en la Brigada de San Justo, luego en Pozo de Banfield donde fue visto por el sobreviviente Nieves Luján Acosta y desde el 13 de octubre permaneció junto a otras ocho personas en la Comisaría Tercera de Lanús, último lugar en el que fue visto con vida.
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Alberto Derman fue otro de los testigos de la jornada del 7 de junio. Padeció dos secuestros en 1977: el primero, a mediados de octubre cuando pasaba por la calle de la Brigada de Investigaciones de Quilmes y fue detenido por personas de civil que lo ingresaron a la dependencia policial y lo torturaron brutalmente hasta que tres días después lo dejaron en libertad en una calle de Solano; el segundo secuestro ocurrió el 6 de diciembre y se dio porque una persona lo había mencionado además de señalar su domicilio –el cual, Derman había mentido durante su primer secuestro e interrogatorio-.
“En el segundo secuestro yo volvía con mi hijo en brazos y me ponen una pistola en la cabeza. Me golpearon y me preguntaron por Cristina Gioglio, quien por entonces era mi compañera y trabajaba en el servicio social de SEGBA. Volvió tarde y también la golpearon. Nos llevaron a los dos a la Brigada. Luego de un rato de permanecer en un pasillo, a mí me pasan a una celda junto con Alcides Chiesa. Todas las mañanas nos abrían la celda para que nos higienizáramos. En el piso superior estaban las mujeres”, narró el testigo.
Su segundo cautiverio duró desde el 6 de diciembre de 1977 hasta el 28 de marzo del año siguiente, cuando lo sacaron en la parte de atrás de un Falcon y lo trasladaron a la comisaría 8° de La Plata. “Sentía que allí me eliminarían, que me matarían, pero por suerte no fue así”, dijo el testigo quien describió con precisión las inhumanas condiciones de detención y de alimentación a las que estaban sometidas las víctimas en el pozo de Banfield: “Los gritos de los torturados eran permanentes durante las 24 horas. No había límites de horarios para la tortura”.
La próxima jornada del juicio será en forma virtual el próximo 14 de junio, y están previstos los testimonios de Dardo Darío Moyano, María Cecilia Della Flora y Norma Molina.
*Cobertura realizada por Sebastián Pellegrino
Cómo citar este texto: Diario el Juicio. 7 de junio de 2022. “TRAJE ESTOS VIDEOS FAMILIARES DE LA ÉPOCA PARA QUE LO PUEDAN VER A CARLOS CON VIDA”. Recuperado de: https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1252