TRES DE FEBRERO Torturas a tres jóvenes: la vigencia de la picana policial a juicio
Este lunes comenzó, ante el Tribunal en lo Criminal N° 5 de San Martín, el juicio a dos policías acusados de torturar mediante una picana eléctrica y amenazar a tres jóvenes, uno de ellos menores, al aprehenderlos y luego detenerlos en la comisaría 11° de Tres de Febrero, en junio de 2021. En la primera audiencia declararon, entre otros testigos, las víctimas y psicólogas que dieron cuenta del impacto que los hechos tuvieron en la salud mental de los chicos. El debate continuó hoy con el testimonio de personal policial y los médicos, se extenderá hasta el viernes.
ANDAR en San Martín
(Agencia Andar) Comenzó el juicio a Sergio Damián Amori y Cristian Yair Figueredo como coautores del delito de tortura por pasar corriente eléctrica a tres jóvenes utilizando una picana. La primera fue una audiencia larga en la que declararon las víctimas de los hechos, sus familiares y los y las psicólogas que dieron cuenta del impacto que tuvieron esos sucesos en los tres jóvenes.
Brandon Quiroga, Gabriel Fleitas y Sebastián Linardi fueron demorados y luego detenidos y trasladados a la comisaría 11° de Tres de Febrero en una madrugada de junio de 2021. Los policías los amenazaron, golpearon y picanearon. En ese momento tenían entre 16 y 19 años y acompañados de sus familias pudieron denunciar estos hechos que ahora llegaron a juicio frente al TOC 5 de San Martín.
“Las víctimas actuaron con total valentía y si se pudo llegar a esta instancia de debate oral es porque ellos se animaron a denunciar y sostuvieron durante todo este tiempo el proceso penal”, señalaron desde la querella que integra la Comisión Provincial por la Memoria como particular damnificado institucional en su carácter de Mecanismo local de prevención de la tortura.
En esta primera audiencia los tres jóvenes pudieron declarar: sus testimonios coincidieron y dieron cuenta de la brutalidad de las agresiones, de una violencia arbitraria y desmedida. Esa madrugada caminaban juntos por la calle cuando escucharon ruido de chapas. “Nos dimos vuelta y venía un patrullero. Nos paran, nos hacen tirar al piso y viene otro patrullero y dicen ‘ellos no son’, nos hacen levantar y a mí me dan una patada en el culo y nos hacen ir. Por miedo corrimos tres cuadras, cuando paramos porque nos cansamos miramos para atrás y venía el primer patrullero que nos había parado”, contó Brandon Quiroga al iniciar su relato.
Volvieron a pararlos y los hicieron tirar al piso. Intentaron decir algo pero los callaron: “Cuando estábamos tirados en el piso se empezó a escuchar como una electricidad, y les apoyaron algo en la cola y ahí gritaron”, declaró Sebastián que en ese momento era menor de edad. Sin dejarlos hablar ni preguntarles nada los acusaron de un robo y los llevaron a la comisaría. Les sacaron fotos: “nos decían ‘ponete la gorrita así sale más lindo’”, relataron los jóvenes.
«Nos amenazaban, uno me dice que me saque el arito y yo le digo que no puedo, que no sale, entonces me amenazó con que lo iba a sacar con una pinza. Otro gordito nos decía que nos iba a llevar a otra comisaría donde me iban a hacer mujercita», contó Gabriel.
“Cuando entramos antes del calabozo hay un espacio y ahí nos cagaron a palos. Nos pegaron, nos hicieron golpear las cabezas entre nosotros, nos dieron patadas”, describió Brandon. Nos empezaron a decir ‘me parece que son ustedes’, nos empezaron a empujar y pegar, a mí me zamarreaban, pero a Brandon y a Gabriel les pegaron, le entraron fuerte. Patadas en la panza, en la espalda, cada vez peor”, agregó Sebastián a su turno.
Los testimonios se fortalecieron con los de sus familias y la descripción de toda la secuencia que atravesaron cuando fueron a buscarlos a la comisaría y al encontrarlos visiblemente golpeados quisieron denunciar la situación: una médica que los maltrató y luego se rehusó a revisarlos, el regreso a la comisaría en patrullero con la intención de volver a dejarlos encerrados y la declaración ante un fiscal al día siguiente cuando finalmente se constataron las agresiones.
También expusieron los peritos y las psicólogas del equipo de la CPM, que acompañó y asistió a las víctimas desde el primer momento, quienes dieron cuenta de que los relatos de los tres jóvenes no eran fabulaciones. Las secuelas de lo que padecieron son parte de la prueba de lo que denunciaron: recuerdos intrusivos de lo padecido, pesadillas, crisis de llanto, retracción hacia espacios familiares y dependencia, la interferencia del desarrollo de actividades sociales y la percepción del mundo como un lugar hostil. Los expertos coincidieron en definir esto como trastornos de estrés pos traumático.
El debate oral continuó hoy con otra jornada en la que declaró personal policial de la comisaría 11°, la integrante del cuerpo médico que se negó a examinar a las víctimas, y la perito histopatológica que dio cuenta de que las lesiones en la piel de Brandon y Gabriel era compatibles con el paso de corriente eléctrica. Las jornadas continuaran jueves y viernes con los alegatos.