Tortura nunca más
ANDAR (Por Hugo Cañón, co presidente de la Comisión por la Memoria)
El 26 de junio se conmemora el día internacional de apoyo a las víctimas de la tortura, decretado por la ONU. Con motivo de esta fecha, en la Plaza San Pedro el domingo pasado durante la festividad de Corpus Christi, el Papa Francisco condenó cualquier forma de tortura, e instó a los católicos a trabajar para abolirla, así como para ayudar a las víctimas y a sus familias. ”Torturar es un pecado mortal”, dijo, “muy grave”. Es interesante ver las imágenes porque, en el momento en que él habla repudiando y condenando enérgicamente la tortura, hubo aplausos masivos en la plaza, y esto significa que hay una postura colectiva muy interesante. Más allá de lo que uno pueda decir de la Iglesia, de su pasado y su complicidad, este gesto político es muy fuerte y trasciende las fronteras del Vaticano.
Con la tortura se trata de destruir la personalidad de la víctima despreciando la dignidad intrínseca de todo ser humano. Las Naciones Unidas han condenado desde sus comienzos la práctica de la tortura por ser uno de los actos más aborrecibles que los seres humanos cometen contra sus semejantes.
[pullquote]Con la tortura se trata de destruir la personalidad de la víctima despreciando la dignidad[/pullquote]
La tortura se considera un crimen en el derecho internacional. En todos los instrumentos internacionales la tortura está absolutamente prohibida y no puede justificarse en ninguna circunstancia. Esta prohibición forma parte del derecho internacional consuetudinario, lo que significa que es vinculante para todos los miembros de la comunidad internacional, aun si un Estado no ha ratificado los tratados internacionales en los que se prohíbe explícitamente la tortura. La práctica sistemática y generalizada de la tortura constituye un crimen contra la humanidad. Pese a esto y a que se han celebrado tratados y convenios, la tortura sigue siendo una práctica sistemática en muchos lugares del mundo.
La OEA dijo en el año 1985 que torturar “es causar sufrimiento físico o psíquico, y que la finalidad puede ser amplia, sin un fin determinado previamente; es ejercido necesariamente por un funcionario público del Estado, como policías o agentes penitenciarios, y es una aflicción que opera sobre el cuerpo y la subjetividad aunque no cause dolor o angustia abiertamente manifiesta”. O sea que las torturas son manifestaciones de violencia institucional que dañan y producen sufrimiento, respondan o no a un plan sistemático explícito y/o declarado.
[pullquote] las torturas son manifestaciones de violencia institucional que dañan y producen sufrimiento, respondan o no a un plan sistemático explícito y/o declarado[/pullquote]
La tortura es parte de las estrategias de las políticas de seguridad basadas en la llamada mano dura o demagogia punitiva para control de determinados sectores sociales.
La Comisión Provincial por la Memoria decía ya en el año 2002: “queremos hacer un llamado contra la violencia que significan desbordes en el ejercicio de la coacción estatal”. Y decíamos que esos métodos de tortura llevados a cabo por agentes del Estado recuerdan métodos que caracterizaron a la dictadura del 76/83. Y nada mejor que utilizar las palabras de Rodolfo Walsh en su carta abierta a la junta militar de 1977 para describir las torturas. “Han despojado ustedes -decía Walsh- a la tortura de sus límites en el tiempo, y la falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límites en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de los que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparece en los testimonios junto con las picanas, el submarino, el soplete de las actualidades contemporáneas. Han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica, en la medida que el fin de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido”.
[pullquote]La tortura es parte de las estrategias de las políticas de seguridad basadas en la llamada mano dura o demagogia punitiva [/pullquote]
Por eso, en el año 2003, la CPM creó el Comité contra la Tortura, y desde entonces ha presentado informes anuales que dan cuenta de esta realidad que subsiste en la provincia de Buenos Aires. En marzo de 2009 – junto a junto a la Procuración Penitenciaria Nacional y el grupo de estudios en Sistema Penal y Derechos Humanos del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- creó el Primer Registro Nacional de Casos de Tortura. Decía en ese momento: “A pesar de las reiteradas recomendaciones del Comité contra la Tortura de la ONU (informes de los años 1997 y 2004) la Argentina no ha creado todavía un Registro Nacional de casos de Tortura. Es decir, no existe ningún banco de datos de tortura de alcance nacional. Únicamente se pueden destacar algunas iniciativas por parte de organismos como la CPM, la Defensoría de Casación de la Provincia de Buenos Aires y la Procuración Penitenciaria de la Nación, que han creado bases de datos de tortura con diverso alcance”.
[pullquote]no existe ningún banco de datos de tortura de alcance nacional[/pullquote]
Aún hoy, la Argentina debe instrumentar el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura.
La CPM y el CELS en un comunicado de 2010 decían que “durante las audiencias celebradas en Nueva York con representantes del Estado nacional, el Comité de derechos humanos de Naciones Unidas expresó su preocupación especial por la tortura y los malos tratos de los centros de detención en Argentina, el uso abusivo de la prisión preventiva y las inhumanas condiciones de detención que sufren las personas privadas de libertad, en particular en la provincia de Buenos Aires”.
En 2012 creamos el Programa de Justicia y Seguridad democrática, y el año pasado, 2013, lanzamos una campaña contra la tortura, con consignas como “A 30 años de democracia, tortura nunca más”. Los objetivos de la campaña fueron dar visibilidad y lograr el reconocimiento político y social de la tortura como práctica sistemática; promover la condena social a la tortura, promover políticas educativas sociales y judiciales para modificar las causas estructurales que propician la tortura como práctica sistemática.
[pullquote]se recibieron 11.269 denuncias en el período 2012-2013 vinculadas a torturas, malos tratos y violaciones de derechos[/pullquote]
Y para terminar, algunos números: en el CCT de la CPM se recibieron 11.269 denuncias en el período 2012-2013. Estas denuncias están vinculadas con la falta de acceso a la salud, afectación del vínculo familiar, agravamiento de las condiciones materiales y aislamiento, agresiones físicas, traslados gravosos, hacinamiento y robo de pertenencias. Se iniciaron 3.113 investigaciones preparatorias en la provincia de Buenos Aires, de las cuales 2.252 están caratuladas como servidumbre, severidades, vejaciones, apremios ilegales y sólo 7 como torturas. Lo cual demuestra la complicidad del Poder Judicial.
[pullquote]de más de 3 mil investigaciones judiciales vinculadas a malos tratos, sólo 7 se caratularon como torturas[/pullquote]
Y los tipos de tortura más frecuentes hoy -y que nos referencia con aquello que decía Rodolfo Walsh- son: golpiza, balas de goma, gas pimienta, ducha o manguera de agua fría, golpes con elementos contundentes, asfixia, submarino seco y húmedo, picana, abuso sexual, posiciones humillantes o degradantes (como lo vimos en estos días en San Luis), ahorcamiento.
Finalmente, otro dato interesante: en los diez años de monitoreo del Comité en lugares de detención se iniciaron 17.689 expedientes; esto significa que en alguna oportunidad -y la mayoría de las veces en varias- estas personas detenidas se comunicaron con el Comité dando cuenta de violaciones de derechos.
Es un tema invisibilizado; un tema que requiere conciencia social porque si supervive la tortura es porque hay unas miradas que no están focalizadas en el problema.