TESTIMONIOS DEL HORROR EN EL JUICIO POZOS Tocar puertas sin respuesta
En esta audiencia Nº 102 declaran las y los testigos María de las Mercedes Estévez, quien tiene tres familiares secuestrados, desaparecidos: José María Estévez, Gabriel Estévez y su esposa María de Las Mercedes Funes quien pudo haber estado embarazada al momento del secuestro. Luego testimonia Ana Eugenia Mazzoti Percivati Franco, hija de Daniel Aldo Mazzoti y de María del Carmen Percivati Franco. A continuación y para finalizar, lo hacen Héctor Domingo Bonet y Julio Mordogoy.
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La primera testigo María de las Mercedes Estévez, manifestó que tiene tres familiares desaparecidos. El primero de ellos fue su hermano José María Estévez de 27 años, secuestrado el 2 de mayo de 1977 por un grupo de tareas de 8 integrantes aproximadamente, en su casa de Haedo, provincia de Buenos Aires. Lo apodaban “Peru”. Estaba casado con Lidia Nardela con quien tenía un hijo de apenas días. Era trabajador en la Comisión Nacional de Energía Atómica de Ezeiza y tenía atracción por los aspectos de la naturaleza. Sus familiares presentaron varios hábeas corpus, concurrieron a varias dependencias militares y policiales para averiguar su paradero, pero hasta el día de hoy permanece desaparecido.
El segundo hermano, Gabriel María Estévez, de 25 años, fue secuestrado por otro grupo de tareas de aproximadamente 8 personas de la casa de su padre, también en Haedo, el 22 de agosto de 1977 junto a su esposa María de las Mercedes Funes de 24 años. A Gabriel le faltaba poco para terminar la carrera de ingeniero agrónomo, tenía un grupo musical y le gustaba mucho la artesanía en madera. La testigo Zambrano dijo en una causa haber visto a Gabriel y su esposa en el Pozo de Banfield y factiblemente ella pudo haber estado embarazada. La familia entregó sus datos al Banco de Datos Genéticos para conservar toda información relacionada a la búsqueda de su posible sobrino o sobrina, que factiblemente debió haber nacido en febrero de 1978.
Finalmente declara la testimoniante que sus hermanos eran militantes en la iglesia del barrio y conocidos por sus trabajos sociales como el de dar apoyo escolar. Eran peronistas.
“Este año pónganle dos platos sobre la mesa para los chicos, vuelven para las fiestas”
A continuación declara Ana Eugenia Mazzoti Percivati Franco, hija de María del Carmen Percivati Franco y de Daniel Aldo Mazotti. Manifiesta que tenía un año y medio cuando se produjo el secuestro de sus padres. “Estábamos en el departamento de mis abuelos maternos en Floresta, (…), un 24 de agosto de 1977. Estábamos mi abuela María del Carmen Roggieri de Percivati Franco, mi abuelo Esteban Percivati Franco, sus hijos Ángel Esteban, Eugenia, mi mamá, mi papá y mi tía Alejandra que era la más chica, con 15 años, mi hermano y yo”. “Entre la una y la una y media de la mañana llaman por el portero de abajo, como golpeando la puerta en el mismo departamento, pidiendo que abramos la puerta y entran muchos uniformados entre 8/10 no sé, pero eran muchos uniformados, muy armados”. Se llevaron a su papá y a la mamá porque ella dijo: “si se lo llevan a mi marido me llevan a mí”. Su abuelo grita: “si se llevan a mi hija me llevan a mí” y así se llevaron a los tres.
El abuelo apareció a las horas en la Avenida General Paz, y a partir de ahí comenzó una búsqueda incansable, durante muchos años. Presentaron muchos hábeas corpus, iban a todas las comisarías posibles, “se tocaron todas las puertas de todos los cuarteles, con contactos, sin contactos, con conocidos o no conocidos, obviamente sin encontrar respuesta”, relata Ana. Incluso recuerda que se burlaban de ellos. “Este año pónganle dos platos sobre la mesa para los chicos, vuelven para las fiestas”, les ironizaron. Sus abuelas fueron las dos, durante un tiempo parte de Madres de Plaza de Mayo. “Mi abuela materna, a los 6 años míos, dejó de hacerlo; mi abuela Elsa Franco de Mazzoti siguió siendo, hasta el día de su muerte, “Madre de Plaza de Mayo”.
Los abuelos decidieron ir a vivir a Mar del Sur, en la provincia de Buenos Aires, cuando Ana tenía 6 años. Recién hace dos años luego de la pandemia, su hermano y ella pudieron saber y corroborar que sus padres estuvieron en el Pozo de Banfield. A pesar de lo vivido, Ana recalcó: “tuvimos una infancia hermosa y fuimos criados con mucho amor”.
“Sentí mucha suerte de haber salido vivo”
A su turno el sobreviviente Héctor Domingo Bonet declara que fue privado de su libertad el 7 de mayo de 1975. Lo detuvo una patota de varias personas en horas del mediodía cuando se dirigía a su domicilio de la localidad de Haedo, provincia de Bs As. Señala Bonet que “la cosa comenzó a los golpes y por lo tanto inmediatamente me cerraron, me tabicaron. No me acuerdo si fue una capucha, si fue una venda, la verdad que yo a esta altura no me acuerdo”.
El traslado fue en una camioneta, doble cabina, y en el trayecto recibía golpes y culatazos. Su sentido de la orientación le indicaba que iban hacia la zona Sur. Lo llevaron “a un subsuelo o un sótano, no sé lo que sería, me tiraron en una camilla o en una cama, tenía algún tipo de goma espuma, me ataron las manos y los pies me arrancaron la ropa, y ese fue mi primer debut en la primera sesión de tortura, con picana”. Luego pasó a una celda pequeña en un primer piso del Pozo de Banfield. Eso fue entre el 7 y 19 de mayo, bajo la idea de que delatara o señalara a algún compañero o domicilio, afirma.
Héctor fue trasladado con varias personas al penal de Sierra Chica el día que cumplía 24 años. Allí permaneció hasta marzo de 1978, cuando el Dr. Adamo, juez federal del Tribunal 3 de La Plata le comunicó su libertad. Recuerda que tenía mucho temor por cuanto se enteraba que en cada traslado de un penal a otro, había muertos, fusilados o desapariciones. Las condiciones después del golpe de 1976 habían cambiado radicalmente en los penales. Se sintió con mucha suerte de salir vivo de allí. Recuerda el testigo que conoció en Sierra Chica a Raúl Arrom, a Gerassi, a Miguel a Hernández, a Nadal y a Eduardo Piba. En el Pozo de Banfield conoció a Graciela Santucho y a Perla Wasserman.
Menciona Héctor que estuvo militando desde los 18 años inorgánicamente y que estudiaba arquitectura en la UBA aunque después de su libertad no pudo retomar más sus estudios en la facultad. Ante la pregunta de si conocía a algún médico en el Pozo de Banfield, respondió negativamente, finalizando con ello su declaración.
“No nos pudieron matar”
Finalmente Julio Mordogoy de 25 años, uruguayo, testimonia que fue secuestrado el 4 de noviembre de 1975, en Capital Federal, en el domicilio de la calle Honduras al 4100, junto a otros 7 militantes. Entre ellos estaban Blanca Detcher, la dueña; Norberto Rey, su hermano también uruguayo; Washington Ramos con su compañera uruguaya Charo Moreno y Teresa Darvis que fue fusilada allí por Félix Madrid, policía de la provincia de Bs As.
Julio relata que la patota estaba al mando de Aníbal Gordon. Antes de ingresar al domicilio descargaron más de 200 tiros, estando dentro tres niños, hijos de Blanca Detcher, quienes salvaron sus vidas milagrosamente y fueron retirados posteriormente de la comisaría 21 por su abuela.
Del supuesto enfrentamiento resultaron heridos Washington Ramos y el Dr. Norberto Rey quienes fueron llevados hasta el hospital Fernández. Allí fue reconocido por sus colegas, que hicieron una denuncia que salió publicada en los diarios. Luego, todos fueron trasladados a diferentes centros de detención: Puente 12; Pozo de Quilmes; “Infierno” de Lanús. “No nos pudieron matar”, señaló Julio. De ahí fueron a Sierra Chica y finalmente a la Unidad 9 de La Plata de donde Mogordoy salió en libertad en 1982 y se fue al exilio.
Gracias a la denuncia de los colegas del Hospital Fernández, el juez Molteni solicitó la causa y por ello ya en Avellaneda fueron puestos a disposición del PEN, por lo que no fueron asesinados en la cárcel. Esa era la amenaza de la patota que los había secuestrado cuando estaban en El Infierno, a cargo del comisario Castillo a quien Julio reconoció posteriormente. También relata que en el Pozo de Quilmes reconoció a Jorge Ricardo Maera, de madre japonesa y al torturador denominado “La pantera” quien se enamoró de Blanca Detcher.
En “El Infierno” Mogordoy reconoció a la familia Nicorsini. En Sierra Chica supo que estaban y fueron asesinados Dardo Cabo, Puerly, Rapaport y Giogades. También Gonzalo Carranza, Guillermo Sigaly y el Galleguito, Petigiani todos desaparecidos ahora. Ante la pregunta del defensor público de donde había conocido al juez Molteni, el testigo dice que cuando fue detenido en la Unidad 9 cuando quedando preso en el 76´por considerárselo un delincuente subversivo. Con ello cual finaliza su declaración.
Se hace un cuarto intermedio hasta el día martes 2 de mayo a las 8:30 horas. La audiencia se va a llevar a cabo de manera remota y los testigos se harán saber por Secretaría con la antelación necesaria.
*Juan Moreira para Diario el Juicio, 25 de abril de 2023, en https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1568