GRAVE ACCIONAR DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD Suicidio, abandono y muerte en la cárcel de Olmos: “Ahorcáte, total, uno menos”
(Agencia) Luego de una inspección la Comisión Provincial por la Memoria exigió una investigación urgente de la muerte de Mauro Pérez Ugarte en la Unidad 1 de Olmos y solicitó tanto la iniciación de sumarios administrativos a todo el personal involucrado, como la investigación del accionar del fiscal actuante.
El joven fue hallado sin vida en su celda por integrantes del equipo del Comité Contra la Tortura de la CPM en una de las inspecciones de rutina que realizan a penales de toda la provincia. Los relatos recogidos por este organismo indican que Mauro murió producto de la acción e inacción del personal penitenciario de turno la noche del 23 de octubre.
“El abandono y la posible instigación al suicidio del joven detenido es una muestra más de la violencia estructural en que se encuentra inmerso el servicio penitenciario bonaerense y parte del ministerio público fiscal, quienes permitieron, no sólo la muerte, sino también la absoluta crueldad que implica dejar un cuerpo colgado, permitir que se cayera por su propio peso y que quedara allí encerrado junto a 21 detenidos, sin que el fiscal tomara recaudo alguno para la investigación. Todos estos actos son incompatibles con un grado mínimo de humanidad”, consideraron desde el organismo.
El relato de los hechos
Al llegar el jueves a la Unidad 1 de Olmos el equipo de inspecciones de la CPM se encontró con uno de los peores escenarios: la noche anterior el personal penitenciario había abandonado e instigado al suicidio a Mauro Pérez-Ugarte que murió en la celda 16 del pabellón de Separación del Área de Convivencia de dicha cárcel.
De acuerdo al relato de sus compañeros de pabellón, Mauro tenía un problema familiar, por lo que esa tarde le solicitó al personal penitenciario acceder al teléfono para hablar con su hijo. El personal le negó la comunicación reiterada y sistemáticamente, ante lo que Mauro pidió medicación para dormir como alternativa para paliar su situación. A esto tampoco accedieron.
Ante la desesperación, el joven intentó prenderse fuego y se produjo cortes en un brazo ante la presencia de Villafañe, uno de los funcionarios penitenciarios. Aún cuando Mauro sacó el brazo ensangrentado por el pasaplatos, ante la mirada de este guardia no fue trasladado al área de Sanidad de la Unidad Penal, ni recibió ningún tipo de contención psicológica. Sus compañeros explicaron que el plan era auto lesionarse porque si lograba llegar a sanidad, ahí podría llamar a su familia.
En su desesperación y siendo ignorado por los responsables de su integridad física, Mauro anunció que se suicidaría. Atardecía cuando recibió una primera respuesta: “ahorcáte, total, uno menos”, le dijo Villafañe.
Minutos después, el resto de los detenidos del pabellón dejaron de escuchar a Mauro, y se preocuparon. Comenzaron a llamarlo “qué hacés mono, qué hacés”, hasta que quienes estaban encerrados en las celdas de enfrente lo vieron colgado de la reja de su celda. Mauro, tal como había anunciado, se estaba suicidando.
El pabellón completo comenzó a gritar, a llamar desesperado al personal penitenciario, que estaba a pocos metros de allí, pero nadie respondió. Al los gritos le siguieron golpes en las puertas y rejas: 21 personas pidiendo con desesperación y con todos los medios a su alcance que alguien auxiliara a Mauro de forma urgente, que quienes estaban a cargo de su guarda evitaran una muerte. Nadie respondió.
Ya sin consuelo, distintas personas en el pabellón comenzaron a prender fuego en el pasillo los elementos que tenían a su alcance (mantas, frazadas, ropa, etc). Pero el personal penitenciario ya había decidido no auxiliar a la persona que estaba muriendo. Recién casi dos horas más tarde los penitenciarios ingresaron al pabellón para apagar el fuego. Mauro ya estaba muerto, ahorcado en su celda.
Los testimonios indican que no sólo el personal penitenciario no hizo nada sino que tampoco hubo presencia de funcionarios judiciales. De acuerdo con los mismo agentes del SPB el fiscal interviniente, el Dr. Condomí Alcorta de la UFI 5 de La Plata, tomó los recaudos para el caso telefónicamente y sin tomar testimonio de ninguna de las personas detenidas en el pabellón.
La policía científica se acerco al cadáver recién cerca de la 1:30 de la madrugada. Pasadas las 3 o 4 horas el cuerpo de Mauro se desplomó al piso. Todo quedó así. “Usted no sabe don, usted no sabe lo que es estar aquí encerrado 24 horas y saber que el del lado está colgado agonizando y no poder hacer nada, usted no sabe …”, decía, aún sin palabras, uno de los testigos.
La intervención del Comité
Cuando a las 11.20 del día siguiente los integrantes del Comité Contra la Tortura accedieron al pabellón, encontraron la misma situación: Mauro muerto en el suelo de su celda. “Tenía un cinto de color gris amarrado al cuello y a medio cortar, todo en la celda estaba desparramado, los demás detenidos del pabellón sabían que se había cortado el cinto, por el estruendo que produjo la caída del cuerpo sin vida sobre el piso de la celda”, detallaron.
El subdirector de la unidad, Espósito, al ser consultado, dio información sobre Mauro que no pudo ser constatada con ningún otro relato. Entre otras cosas aseguró que se encontraba en esa área porque iba a ser trasladado a otra unidad. Sin embargo, todos sus compañeros coincidieron en decir que le faltaban pocos días para salir en libertad.
“Varias de las personas entrevistadas en el pabellón de SAC llevaban encerradas allí más de un mes, igual que Mauro, viviendo un encierro de 24hs por día, en pésimas condiciones materiales de detención, pasando frío y hambre, con cloacas tapadas, sin agua caliente para ducharse, sin atención médica…”, describieron los entrevistadores del comité.
El organismo denuncia también que ante esta muerte todo fue gestionado por el personal penitenciario y “policía científica”, incluso durante la inspección fue personal penitenciario el que retiró el cuerpo sin vida de Mauro. Además el resto de los alojados del pabellón en lugar de ser prontamente entrevistados por representantes de la justicia, fueron indagados por el Jefe del Penal Fermanelli.
Eran las cuatro de la tarde del día siguiente, y la justicia bonaerense seguía dando pruebas de su inacción y comprobando su complicidad con las muertes dentro de las cárceles de la Provincia de Buenos Aires. Hasta ese momento ningún representante del ministerio fiscal se había presentado en el lugar de los hechos.