CADENA PERPETUA PARA REINA MARAZ Sin justicia
ANDAR en la justicia
(Por Aldo Etchegoyen*)
El racismo ha marcado el destino de una mujer indígena boliviana del pueblo quechua. Fue condenada por un delito que se le atribuyó sin que ella tuviera conocimiento de lo sucedido -por no hablar castellano- hasta que desde la Comisión Provincial por la Memoria se logró la intervención de una intérprete. La condena fue resuelta por un tribunal integrado por tres juezas del Tribunal Oral Criminal 1 de Quilmes la semana pasada.
La triste historia de Reina Maraz tiene tres capítulos. El primero comienza a sus 17 años cuando vivía en una Comunidad rural cercana a “Avichuca”. Allí tuvo la desgracia de conocer a Limber Santos con quien tuvo dos hijos en el término de un año y medio -llamados K. y F.- el más pequeño con serios problemas de salud desde su nacimiento. En esa situación fue abandonada por Limber que viajó a la Argentina dejando el mensaje de que Reina volviera con sus padres.
Pocos meses después regresa a Bolivia obligándola a ir con él a la Argentina bajo la amenaza de quitarle sus hijos si se niega a acompañarlo; al llegar sufre la permanente hostilidad de la familia del hombre que la maltrata y somete tanto cuando está borracho como cuando no. Así llega el tiempo cuando Reina debe trabajar duro cortando y apilando ladrillos con Limber, además de atender a los niños, cocinar, limpiar, vivir en una precaria habitación y sufrir las borracheras y golpes de quien la somete y gasta lo poco que ganan en alcohol.
Llega más gente a trabajar en el horno de ladrillos, entre ellos Tito Vilca, a quien Limber pide dinero. Frente a la pregunta de Tito ¿cómo me devolverás el dinero? su respuesta es: entregando a Reina como moneda de cambio. La violencia crece contra ella incluso teniendo que ser hospitalizada. A pesar de su nombre, esta mujer indígena había llegado a ser una cosa que se usaba o dejaba sin ningún valor.
El segundo capítulo comienza para ella cuando es detenida y encarcelada por la policía en el 2010 estando embarazada de su tercer hijo. Permanece en la comisaría durante siete meses por el asesinato de Limber, cosa que Reina desconoce, y nadie le da explicación alguna dado que habla sólo su idioma materno, el quechua. En esa situación de total abandono es encontrada en la Unidad Carcelaria 33 de Los Hornos (Provincia de Buenos Aires) por un equipo del Comité Contra la Tortura de la CPM. Además de acompañarla desde la institución se le provee de la ayuda de Frida Rojas quien desde entonces será su intérprete. Reina comprende entonces el motivo de su encarcelación luego de un año y un mes de prisión.
El tercer capítulo comienza con el juicio realizado en el Tribunal Criminal 1 de Quilmes los días 21 a 24 y 28 de octubre 2014. Cuando vi el Tribunal integrado por tres juezas quedé tranquilo confiando en la sensibilidad femenina para ver la situación integral de esa mujer tan pobre y con tanto sufrimiento en su historia, especialmente por culpa de un hombre perverso. Mi confianza la compartí con Mariana Katz, abogada de Pueblos Originarios y Migrantes de la CPM que acompañó mucho a Reina en su grave situación. Confieso que me equivoqué totalmente en mi visión de ese Tribunal de ¿Justicia?. ¿Qué sucedió? En base a la palabra, un poco en quechua otro en castellano, de uno de los hijos de Reina -que por entonces tenía cinco años- frente a una Cámara Gesell, -método que se utiliza para la declaración de niños que fueron víctimas o testigos de delitos- Reina es condenada. Cabe decir que este testimonio es fuertemente cuestionado en el Tribunal por tres especialistas aportados por la defensa por la forma en que fue tomado. Ningún atenuante ha tenido en cuenta el Tribunal y así le llega la pena de cadena perpetua, la misma aplicada a los militares que instrumentaron la tortura, y desaparición de miles de personas.
Cuando fue leída la sentencia Reina no entendía nada, fue difícil para Frida, su intérprete comunicarle el resultado del juicio. Entre sollozos pudo decir “por qué me condenan, yo no hice nada” luego vino su llanto profundo, doloroso, amargo, conmovedor.
Si ¡! cadena perpetua que la condena tanto a ella como afecta a sus hijos y a toda su pacífica Comunidad Boliviana quechua de aquella lejana zona rural cercana al poblado de Avichuca, donde un día en sus tempranos 17 años conoció a Limber Santos, desgracia a la cual se unió la policía impersonal, violenta y finalmente un tribunal de justicia?
Queda una instancia final, que es la apelación que hará el abogado defensor ante un Tribunal Superior por esta incomprensible condena.
¿Habrá finalmente justicia para Reina? una mujer indígena, pobre, indefensa y me arriesgo a decir inocente, mientras no se compruebe fehacientemente su culpabilidad.
*Vicepresidente de la CPM.