AUDIENCIA 50 JUICIO “POZO” DE BANFIELD, “POZO” DE QUILMES Y “EL INFIERNO” DE AVELLANEDA «Si estaba con ella, podría haber sido una nieta robada y mi mamá no haberse salvado»
En la quincuagésima jornada del Juicio a las Brigadas declararon Mercedes Loyarte, Rosario Abachian Loyarte y Marta Susana Abachian, todas por la desaparición de Juan Carlos Abachian.
ANDAR en la justicia
(Diario del juicio)
“Corré que te matan”
Mercedes Loyarte empezó contando que, con Juan Carlos su compañero, se conocieron mientras estudiaban Derecho en la Universidad Católica de Mar del Plata. “Peleábamos por la nacionalización de la universidad”, recordó.
A comienzos de 1976, debieron dejar la facultad y la ciudad luego de que la Triple A asesinara a unos compañeros suyos. Fueron a Ciudad de Buenos Aires y terminaron en La Plata, en una casa compartida con otra militante, Lucía Maroco. Juan Carlos trabajaría en un taller mecánico hasta el día en que se lo llevaron.
Ella estaba embarazada al momento de viajar hacia Buenos Aires, su hija nacería en abril de 1976. Sin embargo, por el peligro al cual estaban expuestos, la niña quedó al cuidado de sus abuelos paternos.
El 26 de diciembre de ese mismo año, a las 11 de la noche, Mercedes escuchó unos ruidos en la puerta de su casa, pudo ver que era una patota con “personal uniformado”. Desde dentro escuchó un grito de Juan Carlos: “¡Corré que te matan!”. “Y bueno, yo corrí, corrí por el fondo de mi casa, tenía 20 años, pude saltar paredes y me escapé”, recordó. Tanto ella, como Lucía pudieron escapar ese día gracias al aviso de “el armenio”, que era el apodo de su compañero.
Después de escapar, Mercedes dio aviso de lo que pasó a sus familiares y a los de Juan, se mudó a Buenos Aires donde estuvo escondida junto con su hermana por un tiempo. Posteriormente, se reencontraría con su hija y con la ayuda de un escribano, que sabía que el padre estaba desaparecido, armaron una autorización trucha para poder salir del país con la beba hacia Uruguay. Después irían a Brasil, para finalmente, viajar con un pasaporte prestado a España donde viven desde el año 1977.
La vida en España no fue fácil. Allá recién terminaba la dictadura y como entraron sin sus documentos, su hija no tenía nacionalidad ni argentina ni española. Tuvieron que pasar muchos años para que con la ayuda del cónsul argentino pudieran sacar sus respectivos pasaportes y legalizar su situación.
Aun estando a 10 mil kilómetros de distancia nunca se sentían tranquilas. Su familia que se quedó en Argentina fue particularmente perseguida. Sus padres, declaró Mercedes, sufrieron más de 11 allanamientos.
Al finalizar su declaración, agradeció la oportunidad de poder dar su testimonio, destacó el papel de las organizaciones de Derechos Humanos y a los testigos por ser “la voz de los desaparecidos”.
Rosario Abachian Loyarte
Rosario es la única hija de Juan Carlos y Mercedes, se la escucha con un marcado acento español. Cuando se llevaron a su papá ella tenía 8 meses y él 26 años. Después de eso, todo lo que supo de su padre fue gracias a los testimonios recogidos en varios de los juicios por la verdad y los de lesa humanidad. Así pudo saber que su papá habría estado en la Comisaría 5° de La Plata, en el CCDyT Arana y en el Pozo de Banfield.
En su relato, reflexionó sobre cómo el hecho de no haber estado con su madre cuando detuvieron a su padre, probablemente la haya salvado de volverse una nieta robada.
Acerca de la desaparición de su papá afirmó: “es un dolor inmenso, una ausencia muy grande (…) un dolor que forma parte de tu vida desde siempre”. Tuvieron que pasar 9 años para que pudiera volver de visita al país para conocer a sus familiares que se quedaron en la Argentina.
Al finalizar su relato Esteban Rodríguez Eggers, uno de los jueces que subroga el Tribunal Oral Federal N° 1, le consultó si tenía algo para agregar, teniendo en cuenta que era la primera vez que declaraba. Rosario, dijo sentirse agradecida de poder aportar algo al proceso judicial que busca establecer la verdad y hacer justicia, situación que comparó con lo que pasa en España. “Vivo en un país donde no se ha juzgado ninguno de los crímenes contra la humanidad que sucedieron durante la dictadura franquista, en un ejercicio de olvido y desmemoria tremendo, así que poder aportar en este juicio algo es reparador para mí, me siento heredera del compromiso que tenían mis padres”.
Marta Susana Abachian
Hermana de Juan Carlos, comienza su relato en septiembre de 1976, cuando ella tenía 13 años y pudo ver a 3 encapuchados con ametralladoras desviando el tránsito en la esquina de su casa. A partir de ese momento, sus padres se pusieron en alerta y por precaución ella tuvo que deambular por varias casas por casi 3 meses ya que ellos no se sentían seguros.
En diciembre de 1976, la suegra de su hermano, le transmite la noticia de que él había sido “chupado” por efectivos policiales en La Plata. Ellos pensaban que él estaba viviendo en Buenos Aires. Desde ese momento no cesaron de buscarlo, de presentarse ante la justicia, de negociar con militares y policías para tratar de dar con él.
No consiguen saber nada hasta 2012, momento en que se dictó la sentencia del juicio por los crímenes del Circuito Camps, donde gracias a testimonios vertidos en el juicio, supieron que estuvo en la Cacha, en el Pozo de Banfield y en la comisaría 5° de La Plata, pero siempre por la voz de ex detenidos. Nunca supieron el destino final de Juan Carlos. En aquel fallo, el Tribunal Oral Federal N° 1de La Plata, señaló a Miguel Osvaldo Etchecolatz como uno de los responsables de la desaparición física de Juan Carlos.
Recuerda con dolor la ausencia de su hermano y todo lo que generó en su familia. Afirma que su otro hermano nunca pudo procesar su pérdida. Recién en el 2005 su familia “reconoció” que Juan Carlos “ya no estaba”. A pesar de eso, su madre, que ya tiene 90 años, todavía piensa que puede estar en algún lugar, aunque obviamente en el fondo sabe que no es así.
Se quiebra al contar que, en diciembre de 1976, las fuerzas militares entraron en su casa varias veces, le robaron cosas, efectuaron disparos que hasta el día de hoy pueden verse en una de las puertas corredizas de la vivienda. “Fue un ensañamiento total”. Fueron muchas las veces que ingresaron en su casa. La última fue en febrero o marzo de 1977, a revolver todo y pedir documentos, a pesar de que ellos hacía un tiempo que ya no sabían nada de su hermano.
Incluso, hasta el día de la fecha, la familia sigue reclamando y continúan pidiendo memoria, verdad y justicia, al tiempo que siempre se presentan a donde los convocan para dar testimonio. “Es una vida atravesada por esta desgracia” y concluye afirmando: “Nunca vamos a dejar de pedir justicia, nunca vamos a dejar de reclamar, saber qué fue lo que pasó y esto, a través del tiempo, no se olvida”.
Se pasa a cuarto intermedio hasta el martes 7 de diciembre a las 9 horas.