LAS MARCAS DE LA TORTURA: DICTADURA Y DEMOCRACIA «Seguiremos trabajando para erradicar la tortura»
(Agencia) La Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM) realizó una charla donde se propuso a diferentes referentes debatir la práctica de las torturas a lo largo de la historia argentina y en el presente desde diversas experiencias en relación al tema. La charla se dio en el marco de las actividades de en conmemoración del aniversario de los 38 años del último golpe de estado en Argentina. Entre los panelistas surgió el tema de los linchamientos, las diferencias o similitudes en dictadura y en democracia, la responsabilidad judicial en el ocultamiento y la impunidad, entre otros temas.
Para comenzar el debate, el Dr. Hugo Cañón, co presidente de la CPM planteó los orígenes lejanos de las prácticas de tortura, desde la Edad Media hasta la última dictadura. “Yéndonos atrás en el tiempo, podemos ver que las imágenes religiosas vinculadas con la crucifixión de Cristo son escenas de tortura que se miran con naturalidad y se vinculan a la divinidad. Según los principios de la religión cristiana el dolor extremo es el que lleva a la redención. En la Edad Media, los mecanismos de tortura se usaban para la purificación de los cuerpos de las personas sospechadas de ser herejes. En Argentina los sistemas de tortura fueron legales, eran elementos instrumentales para arrancar confesiones en las investigaciones judiciales de la época. En la Asamblea del año XIII se abolieron, no dejaron de existir pero pasaron a ser prohibidos. Ahora sucede lo mismo: la tortura es ilegal, pero sigue existiendo. Sigue siendo una práctica sistemática y extendida en los lugares de detención, aplicada con naturalidad”.
En este sentido Alcira Daroqui, directora del Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos del IIGG ilustró con un ejemplo. Recordó una visita a la cárcel de Ushuaia, convertida hace años en un museo. Entre otras cosas hay una carta de Simón Radowitzky que estuvo preso ahí. En esa carta de 1917 le cuenta a su papá el trato que tenía dentro de la cárcel. “Es exactamente lo que sucede hoy dentro de las cárceles, casi un siglo después. No se puede pensar sólo en términos dicotómicos dictadura o democracia. El esquema es similar: una articulación indispensable entre orden social, sistema penal, clase política y medios de comunicación. El orden social reafirma sobre quiénes debe operar el sistema penal. Algunas cosas son resabios de la dictadura, pero varias de estas marcas ya venían incluso de antes.
Haciendo un puente con la historia argentina reciente, Cañón citó un fragmento de la su carta abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh, que en 1977 denunciaba la tortura en los centros clandestinos: …“el potro, el torno, el despellejamiento en vida de los inquisidores mediavales reaparecen en los testimonios junto con la picana, el “submarino”, el soplete de las actualizaciones contemporáneas. Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.” Estas palabras de Walsh reflejan claramente lo que es el sistema de la tortura durante la dictadura, que desgraciadamente sigue sobreviviendo en las prácticas actuales, concluyó Hugo Cañón.
[pullquote]»Como funcionario del Estado tengo la absoluta convicción de que en el Sistema penitenciario argentino se tortura sistemáticamente», Gras.[/pullquote]
Martín Gras, habló en su doble rol de funcionario y ex preso político. “Como funcionario del Estado, subsecretario de DDHH en el Ministerio de Justicia y DDHH de la Nación, del cual también depende el Servicio Penitenciario Federal tengo la absoluta convicción de que en el Sistema penitenciario argentino y en otros lugares de encierro se tortura sistemáticamente, y subrayo esta última palabra, sistemáticamente. También, personalmente soy un graduado en sistemas carcelarios. Del 71al 73 fui detenido y torturado por policías de la provincia de Bs As. Estuve preso en la cárcel de Rosario, en Devoto, en el Chaco, en Rawson, la mayor parte del tiempo compartiendo celdas con presos comunes, así que conozco todos los regímenes de encierro. Y también estuve dos años secuestrado en la ESMA”.
Luego hizo una caracterización cómo justificaban el uso de la tortura cada una de las fuerzas armadas. “La Marina planteaba que estaban combatiendo la 3ra. Guerra Mundial y que cada guerra tiene un arma que es clave. En esta era “el interrogatorio”, para no decir tortura, con el argumento técnico de que sólo buscaban información. La Fuerza Aérea tenía una impronta ultra católica. He visto que mientras interrogaban a una persona con dos picanas eléctricas, otros dos agentes le pegaban con látigos y otros le pegaban con escobas en las plantas de los pies. El jefe del grupo lo tenía agarrado de la mano y le decía: “Pobrecito, cómo sufrís! Estamos haciendo doler tu cuerpo pero estamos salvando tu alma”. Igual que en la época de la Inquisición. El Ejército tenía más claro que en alguna parte el torturador rompe los límites de su condición humana. La tortura es un delito total, nadie sale inmune de ella, ni siquiera el torturador. Los agentes del ejército habían desarrollado una máquina para torturar, mediante un timer y un motor de lavarropas, a una persona la dejaban atada a un camastro y la máquina le pasaba electricidad por distintas partes del cuerpo. O sea que ni siquiera cantando podía liberarse de la tortura. Las tres fuerzas tenían un método diferente para justificarlo. Y estos tres ejemplos sirven para ver cómo la tortura es necesaria a la constitución del poder. Creo que todo sistema de poder, aun la democracia, requiere de la tortura. Los sistemas penales sirven como núcleo de cohesión. El problema más grave es que estos sistemas vienen hace años y continúan casi sin solución de continuidad”, detalló Gras.
Por su parte, Fabián Salvioli, miembro del Comité de Derechos Humanos de la ONU y director del Instituto de Derechos Humanos de la UNLP planteó cómo a pesar de existir tantos mecanismos contra la tortura, es una práctica sistemática en todo el mundo. “Los instrumentos internacionales de DDHH dicen de entrada que nadie será sometido a tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes. Además, todos dicen que es un derecho inderogable, es decir que ninguna situación puede justificar la aplicación de tortura. Sin embargo, se tortura a diestra y siniestra. En nombre de la seguridad internacional o nacional, en nombre de la lucha contra el terrorismo, del racismo. En los Tribunales Internacionales se tortura con una sonrisa, con hipocresía y con eufemismos. Se habla de detención secreta, para no hablar de desaparición forzada de personas. La tortura está prohibida en: el Pacto de derechos civiles y políticos, la Convención contra la tortura, el Protocolo que establece el mecanismo nacional de prevención de la tortura, la Convención contra la desaparición forzada de personas, la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. A esto hay que sumarle el Sistema interamericano de DDHH, el sistema Europeo, etc., etc. Hay un relator contra la Tortura de la ONU que saca informes anualmente. Pero se sigue torturando”.
[pullquote]»Los instrumentos internacionales de DDHH dicen de entrada que nadie será sometido a tortura. Sin embargo, se tortura a diestra y siniestra», Salvioli.[/pullquote]
La pregunta que rondó en la mesa debate es: ¿porqué sigue existiendo la tortura? Cada expositor planteó algunas reflexiones para entender la persistencia de las prácticas de tortura por las fuerzas de seguridad y custodia.
Daroqui planteó como eje fundamental, legitimación y la impunidad. “La legitimación parte en la articulación de la clase política, los medios masivos de comunicación, del poder judicial. Y la impunidad, es responsabilidad casi exclusivamente del poder judicial, también de las instancias ejecutivas. Los aparatos de legitimación y el otorgamiento de impunidad hacen que estas prácticas aberrantes no sean desterradas”.
Martín Gras agregó: “más allá de que el Estado permita la tortura, fundamentalmente la parte que más perturba es que la sociedad la acepte. El estado en definitiva en manos de un gobierno, en cierta medida se pueden cambiar. La sociedad es más difícil de cambiar. Lo que generalmente intentamos es cambiar la sociedad, porque sabemos que no hay gobierno que sea muy diferente a la sociedad que lo eligió”.
[pullquote]»Los aparatos de legitimación y el otorgamiento de impunidad hacen que estas prácticas aberrantes no sean desterradas», Daroqui.[/pullquote]
Por su parte, Salvioli dijo al respecto: “Socialmente se terminan legitimando este tipo de cuestiones. Hay muchos pedidos de juicio políticos a jueces que dejan libre a alguien que luego comete otro delito. Nunca vi un pedido de juicio político de esos mismos sectores para los jueces que no juzgan las torturas. Un juez que recibe denuncias por torturas y no las investiga a pesar de tener esa obligación. Quien más derechos tiene, más responsabilidad tiene. Un juez no tiene derecho a ocupar un espacio de poder y responsabilidad y mirar para otro lado ante la tortura. Esa es la peor de las indignidades. Alguna vez llegarán los juicios políticos para esos jueces. Hoy hay falta de voluntad, fundamentalmente por el entorno social dominante que muestran los medios masivos. Se escuchan argumentos defendiendo los linchamientos a supuestos delincuentes de carteras, pero nadie pensaría linchar a los grandes evasores de impuestos, que nos están robando a todos. La legitimación de la tortura esconde la discriminación. Al que está bien torturar es a quien señalan para ser torturado. Eso es lo más perverso, eso es lo que se esconde detrás de un sistema que se retroalimenta en sí mismo. Mientras se tortura, mientras se discrimine, ninguna de las personas que ocupan espacios de toma de decisión pueden estar tranquilas, especialmente desde el Estado. Porque su rol es el de respetar y garantizar los derechos humanos”.
Y otro eje que Alcira Daroqui dejó abierto es: el trabajo sistemático de ocultamiento y negación de la tortura. “En el 2012 en el Registro nacional de casos de tortura que llevamos adelante con la CPM, la Procuración Penitenciaria Nacional y el GESPyDH registramos 3269 víctimas de tortura. Estos informes son públicos, se distribuyen, se comparten en los sitios web. Nadie llamó preocupado por estos casos. No es el linchamiento de vecinos desaforados, sino que es la tortura por parte del Estado. Una vez que una persona sospechada de delincuente ingresa a las mayas del sistema penal: lo captura la policía, le dan prisión preventiva y lo investigan (la mayoría de las veces no llegan a juzgarlo) y los alojan en estas cárceles. Ni jueces, ni fiscales, ni periodistas, ni funcionarios se preocuparon por estos hechos de tortura. No creo que se lance nunca un plan de seguridad para las personas detenidas, cuando sabemos que están muy inseguras, sufren golpes, mutilaciones y algunos casos llegan hasta la muerte o la discapacidad permanente. Los jueces nacionales y provinciales ni siquiera caratulan estos casos como tortura. Esperamos provocarlos y que empiecen a reconocer que existen estos casos de torturas y esa debería ser la carátula. Así podrían condenar a los funcionarios estatales de las fuerzas de custodia que deberían ir a prisión, pero en principio deberían dejar de trabajar como funcionarios torturadores. A los agentes del Poder Judicial les produce escozor juzgar a alguien por torturas, porque en realidad no quieren traicionar a sus compañeros de andanzas que son las fuerzas de custodia. No hay posibilidad de tortura sin la articulación entre la justicia, fuerzas de seguridad, clase política y los medios de comunicación”.
Para finalizar el debate, Roberto Félix Cipriano García, funcionario de la PROCUVIN e integrante de la CPM dijo: “En estos 10 años de trabajo en el Comité contra la tortura y ahora desde mi función en la PROCUVI, puedo asegurar que no existen lugares de no tortura en la República Argentina. No hay cárceles que cumplan los estándares mínimos que el sistema normativo establece. Ni políticas públicas destinadas a erradicar la tortura. La tortura la definimos con un acto multidimensional. Además de los golpes, los detenidos pasan hambre, son aislados, no ven la luz del sol, son trasladados a más de mil kilómetros de sus familias, les quitan los permisos de estudio, no tienen asistencia médico o baños. Todas estas cosas erosionan la humanidad de las personas presas y han hecho caer la ficción de la función de “resocialización” de las cárceles. Cualquiera más o menos informado puede saber que no se cumple en ningún lado. También los trabajos de denuncias que hacemos han hecho caer la ficción de la equidad de la justicia. Son sectores para los que no existe justicia. La justicia está en función del poder y eso no les da vergüenza a los funcionarios judiciales. Muchos de ellos fueron nombrados en la dictadura, algunos antes y otros después. Pero la mayoría permite perpetuar este sistema que estamos describiendo. Ahora podemos pensar que los umbrales de discusión están un poco más arriba de lo que estaban 10 años atrás, pero hay que seguir trabajando visibilizar este tema e implementar mecanismos de erradicación de la tortura”.
[pullquote]»No hay cárceles que cumplan los estándares mínimos que el sistema normativo establece. Ni políticas públicas destinadas a erradicar la tortura», García. [/pullquote]
La charla fue coordinada por la abogada Alicia Romero, directora del Programa de Inspecciones de lugares de detención del Comité contra la Tortura de la CPM. El trabajo de monitoreo en lugares de encierro que hace el Comité contra la Tortura hace 10 años evidencia situaciones de tortura permanentemente. Tiene registradas más de 15 mil causas que se tramitan en la provincia de Buenos Aires por situaciones de violencia por parte de fuerzas de seguridad. De esa enorme cantidad de denuncias, sólo 12 fueron elevadas a juicio o llegaron a encontrar a algún responsable. En los informes anuales del Comité siempre se presentó un apartado sobre la investigación de causas de tortura.