DOS JÓVENES ASESINADOS EN UNA PERSECUCIÓN POLICIAL San Nicolás: “Los vecinos no pueden hablar, hay gente que se siente amenazada”
El 1º de junio un patrullero policial mató a Ulises Rial y a Ezequiel Corbalán, dos jóvenes trabajadores de San Nicolás que habían salido en moto. Sin identificarse, sin sirena y con las luces azules apagadas, el móvil se cruzó de carril para interceptar el paso de una moto que venía en sentido contrario, perseguida por otro móvil policial por violar la cuarentena. ANDAR entrevistó a las madres de los jóvenes que, pese al dolor, están movilizadas y necesitan que la justicia investigue a los oficiales implicados por el uso desmedido, arbitrario e ilegal de la fuerza policial. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) representa a los familiares de las víctimas y considera que se trató de un doble homicidio doloso provocado por la maniobra intencional de la policía.
Andar en San Nicolás
(Agencia) “La policía me llamó por teléfono a las 4.30 de la madrugada y me dicen que Ezequiel había desacatado un control policial y que había tenido un accidente”, contó Sandra Susana Corbalán, comerciante del pueblo y madre de Ezequiel, entrevistada por ANDAR. “Me dijo: ‘venga tranquila, porque todo bien’. A todo esto, ya había un fallecido (Ulises) y mi hijo estaba en grave estado. Yo no entendía nada. Cuando llegué, el señor Ayala, jefe de la policía, me dijo que mi hijo había chocado al patrullero parado. Estoy indignada porque armaron todo un circo. El patrullero venía sin usar la sirena y con las luces azules apagadas”.
En la madrugada del 1º de junio, Ulises y Ezequiel estaban reunidos con dos amigos en el quincho de la casa que compartía Ulises con Verónica, su madre, y su hermana. A la madrugada los dos salieron en moto a buscar unas bebidas. La mamá de Ulises contó que el joven, que tenía una hija de un año y medio y trabajaba doce horas diarias en la planta de Siderar, estaba compartiendo con sus amigos porque ese día tenía franco.
Salieron en moto con la intención de volver enseguida. Ezequiel dejó su mochila y documentos en el quincho. Cuando regresaban, un patrullero comenzó a perseguirlos y el otro, sin identificarse, los embistió de frente y a contramano. El hecho ocurrió a diez cuadras de la casa de Verónica. “Nosotros no escuchamos el ruido de una sirena policial, fue todo muy raro lo que ocurrió esa noche”, dijo la mujer y agregó: “Me quede levantada, esperando que llegara. Los amigos estaban en casa. A eso de las 7.30 llamé al hospital y me dijeron que no había ningún accidentado en moto. En la comisaría no me atendieron. Más tarde un medio local de noticias cuenta en Facebook el accidente en calle Piaggio. Nadie me vino a avisar nada. La policía local lo conocía porque mi hijo tomaba el micro en la puerta de esa comisaría. A las 11.30 hs fui a la comisaria tercera y de ahí, a la morgue”.
Las dos familias están convencidas de que “lo que pasó fue un asesinato, la policía les tiró el patrullero encima, porque no fueron ellos los que chocaron al patrullero”. La versión policial dice que los jóvenes no se detuvieron ante un control.
La causa, a cargo del titular de la UFI 6 de San Nicolás Rubén Giagnorio, está actualmente caratulada como doble homicidio culposo. El fiscal aún no pidió la detención de los agentes policiales que aún continúan en funciones. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM), en su carácter de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura de la provincia de Buenos Aires, se presentó como patrocinante de las familias de las dos víctimas y se reunió ayer con el fiscal y el secretario del Juzgado de Garantías 1, Román Parodi. Durante esa reunión, la CPM remarcó la necesidad de inscribir el hecho como un caso de violencia estatal y uso letal de la fuerza. Para el organismo, el homicidio de los dos jóvenes no fue un accidente: fue un homicidio doloso calificado por ser ejecutado por funcionarios policiales.
“Los vecinos no pueden hablar, hay gente que se siente amenazada. Algunos dijeron que escucharon que esto lo arreglaban entre ellos”, dijo Sandra Corbalán y agregó:” tienen miedo”. Por lo que estas mujeres pudieron reconstruir a través de testigos es que los policías involucrados, una vez que se produjo el choque, “no dejaron salir a ningún vecino de sus casas y cerraron la entrada al barrio” para evitar la presencia de testigos. Algunos, que estaban despiertos a esa hora, coinciden en que en ningún momento escucharon sonar las sirenas de los patrulleros.
Ambas mujeres, aún conmocionadas, caminan las calles de San Nicolás buscando los registros de las cámaras de la zona donde asesinaron a sus hijos y la voz de cualquier vecino o vecina que pueda aportar información vital en esta causa. “Estoy destrozada, me quitaron mi vida. Ulises era muy compañero, el amor de su vida era su hija. La voy a luchar hasta donde sea porque no tenían derecho a arrebatarle así la vida. Mi hijo era un laburante y no hizo nada de malo”, expresó Verónica.
“Ese día mi hijo había cruzado con la moto el arroyo desde Villa Constitución hasta el centro de San Nicolás. Tenía permiso para circular, todos los papeles de la moto. Era gastronómico y por la pandemia se había quedado sin trabajo. Cruzó el arroyo y ahí fue controlado por la policía. No era un motochorro como dijeron. Ezequiel era un bohemio, un ser especial. Armó su casa, le gustaba el rock, las motos, soñaba con un futuro, realizar su familia algún día”, dijo Sandra y agregó: “En este momento está investigando la misma policía local, que son los compañeros de los que mataron a los chicos. Exigimos justicia. Los quiero presos pero ellos están trabajando todavía y nadie da la cara”.