MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS Que se haga justicia
El martes 8 de junio, Juan Antonio Neme y Jorge Varela brindaron su declaración testimonial durante la vigésimo novena jornada del histórico juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno de Lanús (este último operó en Avellaneda).
ANDAR en la Justicia
(Agencia) En una jornada signada por la inestabilidad de la conexión, Juan Antonio Neme es el primer testigo en declarar. Narra que fue secuestrado en su casa, donde se encontraba junto con su esposa e hija, el 26 de marzo de 1976, por un comando de policías y militares.
Neme fue llevado a la Comisaría 1era de Escobar, donde también se encontraban Marta Velasco y Tilo Wenner, compañeros de militancia a los que ya habían detenido y golpeado previamente. “Flaco, nos vendieron”, cuenta que le dijo Marta.
Como consecuencia de la tortura, perdió parte de su memoria. Es por eso que no tiene clara la cronología de los sucesos, pero sí recuerda varios hechos.
Asegura que fue torturado con picanas eléctricas, aunque desconoce si ocurrió en Escobar. Luego lo llevaron al barco Murature. “Me quitaron los dientes con los tacones de la bota”, recuerda. Neme declara que el barco era su sitio de hospedaje, ya que siempre lo devolvían allí.
“Te va a pasar lo mismo que le está pasando a tu amiga Marta Velasco”, lo amenazaban. El testigo detalla que la tenían atada y encima de ella había un balde con ácido y un gotero. “Yo no sé si en ese momento Marta estaba viva o estaba muerta”, expresa.
Durante algunos minutos se hizo una pausa a la audiencia y, a continuación, Neme expuso que por respeto a los compañeros que no sobrevivieron, prefiere relatar las cosas que va recordando, para que no sea “tan frío”.
Sobre el Pozo de Banfield, cuenta que recibía poca comida y nada de agua. No lo dejaban salir al baño, no le daban ropa, ni le permitían limpiarse. Además, el testigo afirma que una de las personas que lo torturaba era apodado “Puma”.
“Ahí viene el segundo mal recuerdo de mi vida”, expresa Neme a continuación. Lo llevaron a la Escuela de Mecánica de la Armada y allí fue obligado a presenciar la tortura Jorge “Nono” Lisazo, compañero militante dirigente de la Juventud Peronista y a quien Juan agradece estar vivo. Como el hecho es muy fuerte, prefiere obviar referirse a él específicamente.
De nuevo en Banfield fue torturado y trasladado a otro sitio, que según sus compañeros fue en Lanús.
A su madre le entregaron un brazo, orejas, prótesis dentales, diciéndole que eran de su hijo. Pero aclara: “Mi madre siempre tenía la esperanza de que estuviera vivo”.
Luego de 47 días desaparecido lo llevaron a Coordinación Federal y de ahí a un aeródromo para trasladarlo a Sierra Chica. Querían saber cosas del Nono y de su organización, pero Neme siempre aseguraba que no tenía ninguna relación cercana.
“La tortura al llegar a Sierra Chica en mi vida desapareció”, afirma. Allí pudo enviar una carta a sus familiares para avisar donde estaba detenido.
Consiguió exiliarse a Madrid, luego a Málaga y de ahí a Barcelona, donde empezó a buscar la forma de ganarse la vida. Finalmente se quedó en Ámsterdam, donde le dieron asilo político y un pasaporte.
En 1991, cuando regresó a Argentina para ver a su madre, lo detuvieron y luego le hicieron un seguimiento, ya que en su momento había quedado como prófugo.
“Yo estoy viviendo en un país que no es el mío, en una sociedad que no es la mía”, expresa Neme, y concluye su declaración agregando: “Sabíamos todos los militantes que poníamos nuestra vida en riesgo para conseguir una patria mejor”. Finaliza con las palabras: “Quiero justicia.”
“Lo logré”
El segundo testigo es Jorge Varela. En 1976, trabajaba en la fábrica Saiar de Quilmes y el 13 de abril en un operativo de las Fuerzas Armadas, fue detenido junto con un grupo de compañeros; la mayoría delegados.
La fábrica pasaba por un proceso de lucha y conquistas laborales: “Vino una comisión de delegados que realmente representaba los intereses de los empleados”, asegura Varela. Existían muchos movimientos reivindicatorios en otras empresas, Saiar era referente y eso molestaba. Se sumaba, además, un fuerte enfrentamiento con la burocracia sindical.
A partir del operativo, Jorge prácticamente no recuerda lo que ocurrió después. Llevaron a los trabajadores a la Comisaría 1ra de Quilmes, donde no tenían registro alguno. “A partir de ahí desaparecimos”, asevera.
Relata que lo interrogaron militares esperando que diera nombres. “La amenaza fue que no iba a resistir”, explica.
La empresa, que no sabía cómo desligarse de la situación, finalmente recurre al pago de una indemnización a cambio de la renuncia de los trabajadores.
Los trasladaron a la Comisaría de Temperley, donde permanecieron en condiciones terribles y, gracias a los presos comunes, las familias dieron con su paradero. Posteriormente, los llevaron a la cárcel de Devoto, destino donde los legalizaron y, para ser luego conducidos a la cárcel de Caseros, lugar en el que Varela fue interrogado por autoridades del penal, un cura y militares. Reclamó derechos constitucionales, pero el oficial Sánchez Toranzo le dijo: “Te vas a pudrir acá”.
Aquel lugar era extremadamente rígido. Los había visitado una delegación de la OEA y eso frenaba un poco la represión interna. En el 79’, infiere, fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata. Las torturas eran peores y el maltrato a la familia, desesperante.
Finalmente, llegó la libertad vigilada en febrero de 1982, lo que representaba la reclusión dentro del perímetro de su casa y la presencia diaria en la Comisaría. Semanalmente, también tenía que presentarse en el Servicio de Inteligencia, a lo que se sumaba el impedimento de reunirse con más de tres personas y la imposibilidad de trabajar.
Varela cuenta que su vida después de vivir todo esto fue empezar de cero, quería formar una familia. “Creía que en cualquier momento venían y me mataban”, revela. Relata que lo que pensaba era: “Primero tengo que estar socialmente insertado y después viene la actividad política, si me interesa”. Finaliza su declaración sintetizando: “Lo logré y acá estoy dando testimonio”.
El martes 15 de junio a las 9:30 tendrá lugar la audiencia N° 30 con las declaraciones de Ricardo López Martín, Valeria Gutiérrez Acuña y Melania Servín.
*Cobertura realizada por Lucila Comas.
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 8 de junio de 2021. “QUE SE HAGA JUSTICIA”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/2021/06/17/que-se-haga-justicia