ENTREVISTA CON RUY ZURITA Pozo de Vargas: el trabajo sobre el horror para respetar la vida
Los restos de 116 personas detenidas desaparecidas fueron identificados en el Pozo de Vargas, la fosa más grande hallada en Sudamérica ubicada en Tafí Viejo, Tucumán. Hay otros 33 perfiles más para identificar y al finalizar la etapa de excavación en septiembre se enviaron a los laboratorios del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) los últimos fragmentos extraídos por los peritos del Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT) que trabaja hace más de dos décadas en ese terreno.
ANDAR en Tucumán
(Agencia Andar) Ruy Diego Zurita se dedica a la arqueología forense desde hace más de 20 años y es ahora integrante del Colectivo Arqueología, Memoria e Identidad (CAMIT), cuyo antecedente es el Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán, equipos que se gestaron alrededor del trabajo en el Pozo de Vargas, una fosa común clandestina utilizada en los primeros años de la dictadura cívico militar en Argentina.
La investigación sobre el Pozo de Vargas comenzó oficialmente el 24 de abril de 2002, aunque para estos equipos, vecinos y familiares fue mucho antes. “La búsqueda de un lugar que se mencionaba en relatos orales es lo que venían manejando los familiares de personas desaparecidas, militantes sociales, personas que habían estado detenidas en la dictadura, ese conjunto social en Tucumán siempre buscaron a los desaparecidos, sobre todo las madres, y ellas juntaron la información que sirve para que después alumnos y docentes de la carrera de arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales de Tucumán podamos ampliar y profundizar un poco más en entrevistas en el campo, en el terreno, y de esa forma acotar el lugar o la zona donde estaba el que hoy es conocida como el pozo de Vargas, bastante antes de que comenzara la investigación desde lo judicial”, cuenta Zurita.
Dos semanas después del inicio de las excavaciones ese 24 de abril, el 8 de mayo, ya habían encontrado lo que era el brocal del pozo que estaba a dos metros de profundidad “por arriba había un relicto de una plantación de limón. ¿Qué quería decir esto? Que el pozo fue tapado en algún momento, por nuestras investigaciones creemos que fue a comienzos de los años ’80 y se le puso tierra y arriba los limones, para tapar cualquier punto de referencia”, explica el forense. Del 2002 al 2004 se estuvo excavando, “en ese tiempo no se sacan restos óseos recién se lo hace a finales de 2004 usando una técnica especial, que es una técnica de clapeta, una varilla de metal hueca, para tomar muestras de tierra con la finalidad de saber cuál era la profundidad de las napas de agua que había dentro del pozo y además de determinar eso se determinó que había restos óseos humanos. Ése instrumento, de 5 cm de diámetro, ingresó por un solo lugar y ya determinó que los restos óseos encontrados eran de tres personas distintas, eso hablaba del potencial en su interior”, señala Zurita.
En esos años los antropólogos y arqueólogos del equipo pasaron tres napas de agua, y trabajaron sobre el pozo que tiene 3 metros de diámetro y unos 38 de profundidad. Al día de hoy se sacaron alrededor de 34 mil restos óseos en los que se determinaron 149 perfiles genéticos y entre esos se identificaron 116; aún faltan 33.
Llamativamente entre el 2004 y el 2006 la causa quedó parada. “O sea se detiene todo en el momento que se supo, se confirmó, que había restos humanos. Y en el 2006 al juez Felipe Terán, el mismo que hasta ahí quería cerrar la causa, se le viene encima la posibilidad de que le hagan un juicio político por enriquecimiento ilícito y en su desesperación nos convoca de nuevo. Retomamos y después de trabajar unos meses el juez queda fuera de la justicia, otra vez estuvo parada la excavación hasta el año 2009, ahí otra vez la retomamos con el juez Mario Rosedo, subrogante, y se continúa hasta el 2013 y con el Dr Poviña hasta la actualidad”, repasa el perito.
Ahora se cierra una etapa, que es la de la excavación al interior del pozo, pero el camino continúa. “Lo que sigue es alrededor del pozo porque hay caminos, hubo estructuras habitacionales que sirvieron como apoyo a lo que era el campo de concentración que había y tienen que ver con la finca limonera, a eso remite la materialidad recuperada en la excavación. Se cierra una etapa de mucho trabajo, que llevó mucha energía y mucho desgaste de los familiares, de nosotros como peritos, un aprendizaje incluso para la justicia, para la política y la sociedad”, dice Zurita.
Aún hay 33 perfiles genéticos que están esperando una identificación nominal, tener un nombre y apellido, ese trabajo es el que está haciendo el EAAF a través de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de personas Desaparecidas (ILID). Y el mismo avanzar en la investigación va abriendo nuevas puertas. “El trabajo y la investigación siguen y se han generado necesidades, como qué va a pasar con los materiales que se han ido recuperado, las historias de vida de esas 116 personas identificadas, registrarlas y contar su historia es un trabajo hacia adelante que va a llevar un tiempo. Se está coordinando también con la justicia, el municipio del Tafí viejo y el compromiso político de parte del gobierno de la provincia la idea de la construcción de un museo, un lugar donde haya un centro de investigación que sirva para resguardar los hallazgos, las memorias y también para la difusión, para contribuir y colaborar con la reparación histórica de las familias afectadas y víctimas del terrorismo y también para educar. Es una lucha cultural, hablamos de lucha porque estamos viendo cómo avanzan los neofascismos en el pensamiento global constantemente; son los pensamientos de una empresa criminal, la misma que lleva adelante las dictaduras, y la mejor forma de enfrentarlo es educar, informar, reparar, reivindicar la idea de defender al vida humana, que es invaluable. El respeto por la vida, por el otro, es la base de la evolución de cualquier sociedad. Todas estas propagandas y apologías negacionistas lo único que hace es que la humanidad retroceda justamente porque se pierde la humanidad”, concluye Zurita.