Personas sobreviven de lo que los demás consideran basura
Los vecinos de la periferia del partido bonaerense de San Martín se organizan para ir a buscar comida en los basurales de José León Suárez. Allí también encuentran cosas que luego comercializan en una feria, donde funciona una economía circular que construyeron entre vecinos.
ANDAR en San Martín
(Jesús Cabral para Agencia Andar) Centenares de vecinos de los barrios periféricos de San Martín se organizan diariamente para ir a buscar comida a los basurales de CEAMSE y otros lugares. Arman carros con estructuras metálicas y les ponen ruedas de bicicletas, otros tienen carretillas y algunos usan bolsas de arpilleras. Van a buscar comida y cosas que los camiones recolectores depositan en ese predio.
Familias enteras se reúnen en el barrio Lanzone para ir en grupo a buscar alimentos y algo que sirva para vender. Lo hacen de manera organizada, tienen sus horarios para ir y también para volver. Explican que ellos viven “de lo que los demás consideran que es basura”. Por la situación de desigualdad y exclusión formaron una red de subsistencia entre los vecinos y armaron una feria donde funciona una economía circular.
Es un modelo de producción y consumo barrial que implica compartir, reutilizar, reparar, renovar, reciclar los materiales y productos existentes para darles un fin útil para el bien común.
“Todos los días salgo con mis hijos a dar un par de vueltas con el carrito que tenemos; algunas veces vamos al CEAMSE, de ahí traemos mucha comida y mercadería que tiran los camiones recolectores”, contó con cruda nostalgia Ramona Galarza, una vecina del barrio Lanzone.
“Algunas veces encontramos cosas que sirven para vender o canjear por algo; por ejemplo, días atrás encontramos una estufa eléctrica y un ventilador y mi hijo Cristian (el mayor de sus hijos) los reparó y funcionan. Entonces el próximo fin de semana nos juntamos con todas las familias que nos dedicamos a cirujear y hacemos un intercambio o los vendemos”, explicó Ramona.
“Nosotros lo llamamos la economía circular, siempre hacemos este tipo de movidas pero lo real es que ahora sentimos mucha necesidad y desesperación porque no nos alcanza para nada. Somos familias trabajadoras, juntamos cartón y botellas plásticas, luego le vendemos a los recicladores”, detalló sobre el jornal que realizan.
En esta línea, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) estimó que la pobreza alcanzó al 52% de la población y que la indigencia llegó al 17,9% en el primer semestre de 2024.
Cabe destacar que el cálculo del Observatorio se realizó en base a la encuesta permanente de hogares (EPH) del INDEC, que al final del primer semestre de 2023 marcó niveles de pobreza del 41,7% y de indigencia del 11,9%.
Mientras tanto la pobreza llegó a un 54,9% de la población del país entre enero y marzo, bajó al 49,4% durante el tramo abril y junio. En el caso de la indigencia, el 20,3% de la población se encontraba en ese estado durante el primer trimestre mientras que en el segundo alcanzó al 15,9%.
Por la actual crisis político-económica que atraviesa el país, cada vez más vecinos se suman a esta red para poder subsistir. “Tras las charlas grupales que tuvimos, nos dimos cuenta que tenemos que organizarnos para poder resistir al hambre y que cada vez somos más. Tengo 48 años, no espero nada de los políticos, considero que son todos iguales pero reconozco que este gobierno es malo y está dañando mucho al pueblo, sobre todo a los que somos muy pobres”, expresó Ramona sobre la realidad social que vive.
Hace muchos años que la periferia sanmartinense viene creciendo, como así también el hacinamiento en los barrios. La precariedad laboral en muchísimos casos pone a las personas en relación con la basura o los mercados ilegales que, como destino final de un proceso judicial, termina en la cárcel. Esto demuestra que en términos conceptuales y políticos la criminalidad y la pobreza están ligadas entre sí.
Ramona es madre de cuatro varones preadolescentes o adolescentes. “Estamos haciendo lo posible para contener a nuestros hijos, para que no hagan macanas, porque ellos se dan cuenta que estamos sufriendo y se desesperan. Sabemos que ellos por intentar ayudarnos pueden ir a la cárcel. Mi sobrino está preso en el penal de José León Suárez hace dos meses, es un tema que nos tiene muy preocupadas a todas las madres, no sabemos qué hacer”.
“Otro problema que tenemos en los barrios es que el consumo problemático está arruinando a los chicos y grandes, la droga no los deja pensar, es algo a lo que nunca le pudimos encontrar una solución a pesar de haber intentado de mil maneras”, explicó.
Cristian es el mayor de los hijos de Ramona, tiene 16 años y es el que más ayuda en la casa porque no tienen padre; es el referente en su hogar. La situación desesperante que describe la mujer sucede en un contexto en el que el gobierno de turno pretende bajar la edad de punibilidad a los 13 años.
«Ayudo a mi mamá todos los días, tenemos un carro y buscamos comida en el CEAMSE con vecinos de distintos barrios. También juntamos cartón y botellas de plástico para vender, soy el mayor de mis hermanos y desde chiquito trabajo con mi mamá», contó Cristian.
Este año el adolescente, como muchos de los chicos de su zona, abandonó la escuela, «porque yo no tenía nada cuando empezaron las clases, además tuve que estar más tiempo con mi madre para poder conseguir más dinero porque nunca nos alcanza. Por el momento yo lo decidí así, en algún momento lo voy a retomar, ahora prefiero trabajar para ayudar a mi familia», explicó el adolescente.
Los vecinos de los distintos barrios de la periferia de San Martín se reúnen en una plaza, forman un grupo grande y caminan hasta los célebres basurales de José León Suárez. Una vez por semana arman la feria y allí intercambian productos y objetos. Explican que, si bien siempre lo hicieron, en los últimos tiempos hubo un aumento exacerbado.