Olavarría como escenario de la memoria
Las representaciones artísticas y las señalizaciones ubicadas en el espacio público constituyen una reconstrucción de la historia. El objetivo de recordar y visibilizar los crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado. Un recorrido por los espacios de memoria en Olavarría.
ANDAR en sitios de memoria
(AC/FACSO) En marzo de 1976 Argentina comenzó a atravesar una dictadura cívico-militar que implementó una sostenida violación a los derechos humanos con consecuencias de distintos alcances y magnitudes. Detenciones forzadas e ilegales, desaparición física de personas, apropiación de niños y niñas nacidos en cautiverio, fueron algunas de las acciones llevadas a cabo por el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. A raíz de ello, actualmente, la memoria desempeña un papel preponderante en la reconstrucción colectiva del pasado, otorgando los mecanismos necesarios para que todo lo perpetrado durante esos años no vuelva a suceder.
Existen a nivel nacional diferentes representaciones artísticas en espacios públicos que tratan de acercarse a ese pasado de horror: estructuras, emplazamientos, murales y señalizaciones, como por ejemplo el Parque de la Memoria (Buenos Aires), el Proyecto Baldosas Blancas (La Plata), el Bosque de la Memoria (Rosario) son, en gran medida, resignificaciones de un pasado que intenta vincularse con el presente. Y que invita al público a reflexionar y participar de manera activa en la construcción de una mirada con perspectiva de derechos humanos y sentido de pertenencia para con la historia que se intenta reflejar. Las políticas de derechos humanos en Argentina han sido una pieza clave en la visibilización de más de 600 centros clandestinos de detención (CCD) considerados hoy como sitios de memoria. Reconociendo, a través de ello, al Estado como responsable de lo ocurrido y comprometiéndolo a brindar información sobre aquellos espacios donde se torturó y asesinó a miles de personas.
Intervenciones en los espacios públicos de la ciudad
En Olavarría las iniciativas para mantener presentes a los desaparecidos durante la dictadura cívico-militar y no olvidar los hechos atroces ocurridos han llevado a la instalación de distintas obras, placas conmemorativas y señalizaciones. A lo largo de los años se ha intentado construir socialmente una memoria colectiva basada en la historia y en la realidad simbólica.
Se pueden distinguir los espacios que han sido señalizados por ser lugares del funcionamiento represivo y aquellos que fueron elegidos para instalar manifestaciones artísticas como murales o esculturas. Uno de los espacios con mayor relevancia es el ex CCD “Monte Pelloni”, declarado en 2002 como Monumento Histórico y Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires; luego señalizado y conservado como reflejo de la activa política de derechos humanos llevada a cabo durante los últimos años. Siguiendo con este propósito, se han instalado en diferentes calles de la ciudad placas conmemorativas que recuerdan a personas desaparecidas, como por ejemplo la que evoca al abogado José Alfredo Pareja (secuestrado el 12 de marzo de 1977 y quien aún continua desaparecido), ubicada en Vélez Sarsfield y Lavalle.
Las intervenciones artísticas en los espacios públicos invitan a los ciudadanos a transitar la memoria y reflexionar sobre ella. “Representa una democratización del discurso artístico en cualquier ámbito de tránsito urbano. Creo que el arte que está en la calle se encuentra a disposición de cualquier persona que se sienta conmovido o llamado a visualizarlo”, explica Luciana Navarro, artista plástica y docente de Artes Visuales de Olavarría.
“Que una obra artística esté en un espacio público urbano tiene la función de conectarse con una amplia cantidad de gente que quizás no es la que frecuenta museos, galerías o centros culturales”, sostiene Daniel Fitte, artista plástico y docente de la Escuela Municipal de Artes Plásticas de Sierras Bayas. De esta manera, estos espacios urbanos en donde se encuentran las obras rompen con un esquema tradicional de comprender y reflexionar sobre el arte dentro de un espacio cerrado. Sin embargo, las obras que irrumpen en el espacio público demandan una participación activa del espectador más allá de la intención del artista. “Se busca comunicar algún mensaje en particular, conmoverlo estéticamente, llamarle la atención por medio de la figura, de la composición, de los colores y del mensaje. Buscas que el otro te mire”, asegura Navarro. Asimismo, el artista visual Marcelo Góngora afirma que “irrumpir en el espacio público con una obra o con una intervención espontánea exige una cierta responsabilidad social con el entorno; por lo que además tiene que estar bien definida por el artista”.
La representación material, discursiva y simbólica de la memoria en Olavarría se ve expresada en diversos espacios urbanos que coexisten con los ciudadanos. El conocimiento y la reflexión colectiva sobre estas marcas posibilitan la construcción de la identidad que cobra diferentes sentidos con el paso del tiempo, buscando a través de la representación y originalidad mantener viva la Memoria, Verdad y Justicia.