Mujeres y encierro: otra muerte evitable en la Unidad 8 de Los Hornos
Este sábado Micaela Martínez Cruz de 37 años, perdió su vida estando bajo la custodia del Estado. Se encontraba detenida en el pabellón 1 de la UP 8 de Los Hornos e intentó suicidarse. Sus compañeras lograron auxiliarla, fue trasladada al hospital San Martín, pero falleció. Es el segundo intento de suicidio que se registra en ese pabellón en los últimos 60 días. A principios de julio la CPM solicitó la intervención de la justicia ante la falta de atención médica, la ausencia de contención y acompañamiento psicológico para las detenidas del penal. En ese momento se denunció que las autoridades penitenciarias utilizaban de manera arbitraria y desmedida la medicación psiquiátrica para mantener el gobierno de la población carcelaria. Este lunes la familia realizó una manifestación en la puerta de la UP 8, reclamando nuevas pericias para conocer cómo murió Micaela. La investigación está en manos de la UFI 5, a cargo del fiscal Menucci.
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(Agencia) “Esto es una muerte que no tendría que haber pasado”, dijo la tía de Micaela a la prensa. Ella no cree en la versión oficial y exige explicaciones por la muerte de la joven. “El Servicio Penitenciario hizo omisión al pedido de mi sobrina de una asistencia psicológica, esto se podría haber evitado. Tenemos muchas muertes en las cárceles por desatención sanitaria. No vamos a parar hasta que la muerte de Micaela se esclarezca”, dijo.
El 1 de julio la CPM, en su carácter de Mecanismo provincial contra la tortura, tomó conocimiento de la vulnerabilidad y las fallas en el sistema de salud integral en el que se encuentran las detenidas de la UP 8. A través de denuncias se conoció que una chica había intentado suicidarse en su celda y había sido salvada por sus compañeras que le practicaron RCP para revivirla. Pudo confirmarse que la mujer se encontraba sobre medicalizada y que no recibía tratamiento psiquiátrico profesional. Según el relato de otras detenidas, esta persona hacía días que reclamaba atención y acompañamiento profesional para procesar sus dolores y angustias.
Según lo que narró la tía, Micaela se había comunicado por teléfono con su mamá y con su hija ese día. Según lo que afirman las compañeras del pabellón 1 “ella no se ahorcó, fue inducida a hacerlo por tanto abandono sufrido”. Por su parte, el SPB niega el suicidio. La versión oficial dice que Micaela, luego de ser atendida en el hospital, falleció por un paro cardio-respiratorio. Ahora la investigación deberá determinar si esta falla en su corazón fue o no consecuencia de un hecho traumático como un ahorcamiento.
Desde hace años la CPM viene denunciando que las detenidas de la UP 8 no reciben atención médica, psicológica y psiquiátrica adecuada y eficaz. En las visitas realizadas por los equipos técnicos del organismo se sabe que muchas mujeres padecen síntomas de depresión y agobio, claustrofobia, ataques de pánico o ansiedad dentro del encierro. Todo esto se ha incrementado por los miedos ante la posibilidad de propagación de COVID-19 dentro de las cárceles, la ausencia de visitas y del contacto familiar.
Ante estas situaciones, la respuesta del Servicio Penitenciario bonaerense (SPB) fue y es la sobre medicalización a través de la entrega de psicofármacos a las detenidas. La CPM constató que esta práctica, que no es exclusiva de la UP 8, se realiza sin consulta con psiquiatras y sin un abordaje terapéutico previo y posterior. “La medicalización como mecanismo de control en el encierro refuerza los estereotipos de género que caracterizan al comportamiento de las mujeres como “nervioso”, sometiéndolas a sufrimiento psicológico y deteriorando su salud mental” (CPM Informe Anual 2020)
Ante el Juzgado de Ejecución Penal 2 la CPM advirtió que este tipo de hechos podían volver a suceder dentro del penal. Según la experiencia de trabajo del organismo, los intentos o suicidios en contexto de encierro “tienden a generar actos en cadena del mismo tipo cuando no son acompañados con asistencia y contención. La angustia de ver –casi- morir a una compañera genera dolor y aumenta el dolor que muchas de ellas ya venían padeciendo. Es por ello que resulta inminente un acompañamiento integral y con perspectiva de género”.
Micaela no pudo más.