Monte Pelloni II: familiares de Manuel Vargas brindaron sus relatos
Durante la jornada se abordó el caso referido al operario de Cerro Negro Manuel Daniel Vargas, secuestrado y detenido ilegalmente en mayo del ’77. El caso contó con el testimonio de dos familiares quienes brindaron detalles de lo sucedido durante y después de la detención. La próxima audiencia será el 22 de marzo desde las 10 hs, y durante la próxima semana se confirmaran los testimonios y casos a tratar.
ANDAR en Mar del Plata
(Agencia Comunica y Radio Universidad /FACSO) Para la audiencia se preveían varios testimonios pero aunque por diversos motivos solo se contó con dos que específicamente el caso 21 de la causa referido a Manuel Daniel Vargas, quien fue secuestrado el 14 de mayo de 1977 en un hotel de Olavarría.
El primer testimonio fue el de Lorenza Victoria Alfaro, ex esposa de Vargas, de nacionalidad chilena al igual que Vargas. En ese entonces ya estaban separados y ambos tenían cuatro hijas. Según su declaración, Vargas le pasaba dinero regularmente para sus hijas y vivía en un hotel. El 14 de mayo 1977 fue secuestrado, encapuchado y trasladado en el baúl de un auto al Regimiento de Olavarría. Alfaro contó que Vargas vino de Chile a trabajar a Cerro Negro y se ocupaba de operar la máquina perforadora. Además, declaró que ella trabajaba cuidando a un adulto mayor y que un día, al servir el desayuno, decidió mirar el diario y allí vio que su ex esposo había sido detenido. Alfaro relató de manera conmovedora el calvario vivido a partir de ese momento. No sabía dónde estaba su ex marido y además recordaba el miedo con el cual vivía. Su situación económica era muy vulnerable y no ya contaba con el aporte de su ex marido para sus hijas. Luego de varios meses recibió un aviso de un joven, a condición de no revelar su identidad y de quien no tiene recuerdos, donde le señaló que Vargas estaba en el Regimiento.
Alfaro se encontró con Verdura en el Regimiento. Primero le negó la presencia de Vargas allí y además intentó conocer quién le había pasado dicha “información errónea”. Ella se asustó y para no revelar la identidad de quien se lo había contado dijo: «Siento en mi corazón que él está acá”. Finalmente Verdura le dijo que “sí estaba” y lo pudo ver. Relató que lo vio muy desmejorado, sucio, que le habían pegado un tiro en el pie para que no se escape y que le gritaban: “Chileno, habla porque vamos a matar a toda tu familia”. Luego no supo más donde estaba porque en el Regimiento ya no lo pudo ver hasta que supo que estaba en Buenos Aires y que había pasado por Azul. Contó que en una oportunidad, en Sierra Chica, pidió que sus hijas puedan verlo y permitieron un encuentro en una iglesia. Alfaro se vio conmovida en varios pasajes de su relato.
Además añadió que Vargas durante sus visitas contaba poco, se la pasaba llorando por sus hijas, que había sufrido picana eléctrica, que lo habían atado a una cama y lo habían golpeado mucho. Cuando lo liberaron se fue a Buenos Aires a trabajar como encargado de un edificio. Alfaro contó que Vargas quedó con secuelas severas producto del disparo en su pie y que antes de morir (en octubre de 2017) le amputaron una pierna.
Alfaro no sabe si su ex marido militaba políticamente pero señaló que siempre fue peronista. Debido a su mala situación económica, su familia quedó muy afectada por todo lo sucedido. Al finalizar el testimonio hubo un aplauso del público que el presidente del tribunal ordenó cesar. Seguido de Alfaro, brindó testimonio Bernardita Vargas, hija de Manuel Vargas. De 62 años, tenía 21 años en aquel momento. Relató los hechos en consonancia con su madre, contando lo que su padre en su momento pidió contarle. Agregó que en un primer momento fueron a la Comisaría 1ª de Olavarría y que el comisario les dijo que a Vargas no lo buscaran porque se lo habían llevado los guerrilleros. En su relato contó que una de sus hermanas, Verónica Vargas (que no se hizo presente en la audiencia por motivos de salud), fue la que más se desesperó por encontrar a su padre y estuvo en Buenos Aires en contacto con las Madres de Plaza de Mayo.
El relato de Bernardita contó el abuso y acoso que sufrían cada vez que ingresaban a la Unidad Penal en Azul para ver a su padre. Las desnudaban, revisan en exceso y maltrataban, motivo por el cual ella decidió no ir más. Expresó que nadie se acordó de ellas, lo pasaron muy mal económica y psicológicamente. “Nadie se acordó de nosotros, ni el sindicato, ni la empresa que lo trajo desde Chile a mi papá para trabajar”, expresó Vargas. “Nos acosaban con ruidos en la calle mientras estábamos en nuestra casa, estando mi padre detenido. En la parada del colectivo paraba un auto y nos miraban y aceleraban para intimidar. Yo nunca imaginé que iba a estar acá, en este lugar declarando sino hubiese anotado datos e información. En nuestro caso la justicia llega tarde porque mi padre hace cuatro meses que murió”, finalizó.