ENTREVISTA CON GABRIELA MANSILLA “Mi nena es una nena trans”
Una entrevista con Gabriela Mansilla, la mamá de Luana, la primera niña transexual en el mundo que pudo obtener su DNI sin un proceso judicial. El relato en carne viva de un proceso que ante todo es la consecuencia del amor.
ANDAR en la diversidad
(Agencia – Paula Bonomi) “Yo me construyo en el universo de lo femenino, pero no soy mujer, tengo diferencias marcadas con las mujeres. Pero tampoco, por tener genitalidad que pertenecería a los varones, soy varón. Lo que ocupa lo trans es un lugar propio” (Lohana Berkins, activista trans).
“Mi nombre es Gabriela Mansilla, soy la mamá de Luana. Mi nena es una nena trans, tiene 6 años y es la primera transexual en el mundo que pudo obtener su DNI sin un proceso judicial.”
Así comenzamos la charla con Gabriela, una presentación. El día anterior se había proyectado el documental sobre el libro “Yo nena, yo princesa” en el auditorio de la biblioteca de la Cámara de Diputados de la Nación, en el marco del Asterisco, Festival Internacional de Cine LGBTIQ.
Su testimonio es tan arrollador como íntimo. Asistimos y acompañamos el relato en carne viva de un proceso que ante todo es la consecuencia del amor y de una preocupación insistente ¿cómo allanar el camino de un ser tan pequeño, de un hij*, para que sea feliz? Preocupación y desvelo de tod*s los padres y madres que nos jactamos de estar atravesad*s por ese sentimiento único e incondicional.
[pullquote]un amor diferente, reconstruido, vuelto a parir. El amor de una mamá de una nena trans[/pullquote]
Pero este amor es un amor diferente, reconstruido, vuelto a parir. Un amor que acepta la diferencia, se levanta y batalla contra la discriminación, contra la hostilidad de una sociedad que niega los cambios culturales y la excepción de la norma. Porque Gabriela es una mamá de una nena trans que nos enseña a amar a un niñ* trans, a aceptarlo, escucharlo y respetarlo. Y para hacerlo tuvo que abrir nuevos caminos; sobre estos temas no hay certezas. ¿Quién está en condiciones de decir cuál es el camino?
Porque, aunque las leyes sean de vanguardia en Latinoamérica y este sea el primer caso reconocido legalmente por el Estado, niñ*s trans existen y existirán. Gabriela nos propone pensar qué vamos a hacer con ellos, de qué manera hacemos que est*s niñ*s no tengan que padecer el dedo acusador social por autopercibirse y ser diferentes.
Las vivencias de esta familia nos interpelan: ¿cómo logramos que los profesionales de la salud contemplen la integralidad de una persona por fuera de la lógica binaria hombre-mujer? O que la escuela, los educadores, no sientan su presencia como ¿“foco infeccioso” o “efecto contagio” contra los otr*s niñ*s?
[pullquote]¿Quién está en condiciones de decir cuál es “el” camino?[/pullquote]
Escucharla, conocerla, no es simple. Es un desafío que impone abrir la cabeza, el corazón y comprometerse a acompañar su lucha. Porque, a pesar de las leyes, existen dificultades para el acceso a la salud, la educación y el trabajo para mujeres y hombres trans. Aún vemos todos los días expresiones de odio como insultos o golpizas. Y es ahí, en este presente y de cara al futuro, donde los miedos están y aparecen. Porque conocer y amar la historia de Luana es, quizás, dar un pasito más para construir la igualdad real. Una sociedad más inclusiva, más justa, combatiendo la discriminación en los ámbitos del trabajo, la educación, la salud y las familias.
«Yo nena, yo princesa. Luana la niña que eligió su propio nombre»
El libro narra la historia de Luana, la nena trans de 7 años, contada por su mamá, Gabriela Mansilla. Un libro que da cuenta del camino que recorrió su hija, quien nació varón pero desde muy pequeño se reconoció como nena. El año pasado Luana obtuvo su DNI gracias a la vigencia de la Ley de Identidad de Género.
Según contó su mamá, desde que pudo hablar su hija se identificó con lo femenino: así comenzó el proceso por el cual Manuel, nacido varón, pasó a ser Luana.
En 2011, la mujer empezó a anotar diálogos y episodios de la transformación de Luana. Inicialmente, esta escritura fue más bien un ejercicio, ya que utilizaba sus apuntes para discutirlos con su psicóloga.
– ¿Cómo surgió el libro Yo nena, yo princesa?
Escribí durante 2 años un diario íntimo. Escribí a manera de compañía, como si lo estuviera hablando con Luana. Primero, no quería olvidarme los datos, las cosas que ella me decía, la edad que tenía. Todo era para transmitírselo a la psicóloga, Valeria Valán. Pasaban cosas todo el tiempo y no quería olvidarme. Entonces, agarré un cuaderno y empecé a anotar. Después empecé a hablarle a ella, veía que iba a tener situaciones muy difíciles, la sociedad es muy discriminadora, hay mucha ignorancia del tema, te castigan sin siquiera conocerte. El hecho de que haya una nena con pene asusta… y tenía mucho miedo de que se sintiera sola, desesperada. Entonces le empecé a escribir para que supiera cuanto la amábamos, cuanto la amaba yo, cuánto vale su vida, que es muy importante para nosotros. Cuando pasó todo esto de estar en los medios porque nos entregaron el DNI me decían: “¿por qué no escribís un libro de todo lo que pasó?”
– “Ya escribí, escribí para Luana”
-“No, no – me decían- escribí para los demás”.
Ahí me di cuenta, sentí la obligación de hacer algo por los demás nen*s. Porque como me pasó a mí, que vi un documental en el National Geographic donde había una nena transgénero en los EEUU, sé que en la Argentina no hay registro de un niño transexual, no hay información. El tema lo instalamos prácticamente nosotros, entonces me sentí en la obligación de transmitir nuestra vivencia para que sirva para otras familias que estén pasando la misma situación que nosotros. Y así lo recibió la Universidad Nacional de General Sarmiento; les gustó la idea, les pareció un muy buen proyecto y lo editaron.
– ¿Las cartas que se incluyen en el libro son anteriores a la idea de publicar los textos?
Todo fue anterior. Mi mamá es una persona grande, mi hermana es una persona que está enferma y ambas estaban preocupadas por el futuro de Luana. Que fuera adolescente y que ellas no estuvieran para acompañarla, contenerla. Entonces yo les dije –“Luana va a saber cuánto la abuela, la tía la amaron, pero ¿por qué no le escriben una carta?”. Una carta con lo que estaban sintiendo hoy. Porque no sólo hay una niña trans, una mamá y un hermanito de una niña trans. Hay una abuela, que su nieto pasó a ser una nieta, hay una tía, hay amigos.
[pullquote]me sentí en la obligación de transmitir nuestra vivencia para que sirva para otras familias [/pullquote]
Lo que me importaba también no era sólo lo que le pasaba a la niña trans sino qué les pasa a los otros cuando se ven frente a una niña trans. Para el familiar no es fácil hacer la transición de pasar de un género a otro; algo te pasa. Además, lo seguís amando, entonces escribírselo para que cuando Luana sea grande y nosotros no estemos, ella lo pueda leer y sepa qué sentíamos, su abuela, sus tías, sus primos en ese momento que ella dejó de ser Manuel para ser Luana. Abroché esas cartas al cuaderno que yo le escribía, como un recuerdo y después se transformó en un libro para todas las “Luanas” que haya.
-¿Cuándo fue la decisión del cambio de identidad de Manuel a Luana?
Yo no decidí cambiar la identidad de mi hija, ella lo decidió. Lo que nosotros hicimos fue tratar de procesarlo, de aceptarlo. La que iba cambiando día a día, agregándose pequeñas cositas femeninas era ella, la que te pedía ropita. No fue que un día yo tenía a mi nene y al otro día la vestí como mujer. No. Esto fue un proceso de dos, tres años. En estos dos primeros años esta nena gritaba que era una nena, que no era ese varón que yo tenía. Me pedía ropa, juguetes, muñecas. Y después, a sus 4 años, llegamos a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), comenzaron las entrevistas con Valeria Paván y ella nos sugirió que había que dejarla ser. Basta de prohibirle, retarla, esconderla. Dejarla ser. Entonces empecé a dejarlo vestirse como quería, si usaba una remera mía como vestido, ya no se lo sacaba, lo dejaba. Este proceso de aceptación duró casi tres años y ahora son cinco años que estamos acompañando y construyendo la identidad de Luana, ayudando a que se acepte, se afirme su identidad. Nada fue de un día para el otro.
– ¿Cambió la vida de Luana después de que el gobierno de la provincia de Buenos aceptara darle un nuevo DNI acorde con su identidad de género?
La gente no tiene filtro. Si tiene algo que decirte, te lo dicen en la cara y delante de la criatura. Y cuando yo la llevaba a cualquier lugar y me pedían el documento y me decían acá dice un nombre de varón y la nombraban como varón, ella decía: -“yo no soy ése, soy Luana”. Yo empecé a explicarle por qué le decían Manuel. Le mostré mi DNI, expliqué como pude y, adaptado a su edad, qué significa legalmente. Le expliqué que ella había nacido con pene, que para los médicos era un varón, que te anotan y te dan una tarjetita y es ahí donde dice que es un varón.
[pullquote]había que dejarla ser. Basta de prohibirle, retarla, esconderla[/pullquote]
– “Por eso mamá está pidiendo que te cambien esta tarjetita y te pongan Luana en tu tarjetita -dije como pude”. Entonces ella esperó ese DNI porque iba a tener su foto como nena, su nombre y no la iban a llamar más por el nombre de varón. Cuando lo obtuvo, la felicidad que tenía era increíble, hasta lo comentó en el jardín. Lo que cambió más en ella más que el tema del DNI fue que dejáramos que fuera la nena que ella quería ser, con DNI o sin él. Ella entonces podía vestirse, la nombrábamos como nena, salía a la calle como nena, jugaba con muñecas. Tenía una vida normal y eso le trajo paz. Empezó a dormir, no tuvo más conflictos, no se agredió más su cuerpo, porque se mordía, se agredía, se le caía el pelo. El DNI ayudó pero lo que más la tranquilizó fue que la dejáramos ser quien ella quería ser tiempo completo.
– ¿Cómo es la relación con la escuela, con los docentes?
Los mellizos van a una escuela pública. Van a grados separados para que ambos puedan construir sus relaciones independientemente del otro hermano, porque los mellizos son muy unidos y cuesta que se separen. Se tienen que fortalecer en la individualidad también. Desde julio de 2013 estuve tramitando la entrada de Luana a la escuela (primer grado) mucho antes de que tenga el DNI de nena. Lo hice así porque si no me aceptaban en esta escuela, tenía que buscar otra. La directora me entendió desde el inicio, lo mismo la inspectora. Comenzaron las reuniones luego con el grupo de psicólogos, con la gente de Ático, de la CHA. Todo docente que iba a tener contacto con Luana pasó por esas reuniones. Hicieron el esfuerzo, abrieron sus cabezas y la aceptaron. Gracias a eso Luana está muy contenta, su maestra es un sol, la quiere mucho. La relación con los otros niños es normal, el aprendizaje es el de cualquier nena de su edad. En la escuela por ahora estamos muy bien, digo por ahora porque uno nunca sabe con qué te vas a encontrar. Pero la verdad es que desde que comenzó este año no tuvimos problema en la escuela pública.
– ¿Qué le dirías a los educadores, a los profesionales de la salud, después de toda la experiencia recorrida?
Les diría que donde la teoría no les alcance tienen que poner en juego lo que cada uno es como persona. Y si delante de ellos tienen una nena con pene, no pueden basarse solamente en lo que estudiaron porque hay excepciones a la regla, no hay registros de niñ*s trans. Tuve muchas experiencias. Una psicopedagoga en la escuela me dijo “una nena a esta edad hace tal cosa”; “sí – pensé yo- pero una nena trans, no”. Hay una diferencia, Luana no es nena y no es varón: es una nena trans. Y en esa diferencia es en la que hay que hacer hincapié. Yo creo que tienen que ejercer el respeto. Eso es lo que más cuesta, no hay filtro. Vos te parás frente a un profesional y te dice lo que quiere, te pregunta lo que quiere delante de la criatura y la misma está escuchando. Barbaridades. Un cardiólogo, por ejemplo, le hizo a la nena un control, tuvimos una charla previa y le expliqué todo. Cuando terminó el estudio me miró y me dijo: “por lo menos el corazón es normal”. Me lo dijo un cardiólogo infantil, ¿no? Entonces, me pregunto: esta gente que estudió tantos años en la universidad, ¿puede manejarse de esta manera? Hay mucha falta de respeto.
[pullquote]Luana no es nena y no es varón: es una nena trans[/pullquote]
Yo creo que si alguien no entiende del tema debe asesorarse, formarse, capacitarse. Yo no tengo problema en explicar pero estoy cansada de tanta falta de respeto. Hay una realidad: hay chicas y chicos trans que no encajan en lo femenino y en lo masculino. ¿Qué hacemos entonces? ¿Dónde los metemos? Falta mucha información entre los profesionales de la educación, de la salud, hay que formarse, hay que escuchar. Hay algo muy importante que tienen que prestar mucha atención: lo que importa son los niños.
– ¿Qué expectativa tenés con el libro?
El libro hace un mes que se consigue en la calle. A mí me lo han pedido docentes de Luana, pediatras, psicólogas. Noté el cambio en las docentes cercanas, cierta autocrítica a la hora de dirigirse a los chicos. O me han dicho que las ayuda a darse cuenta y comenzar a prestar mayor atención, investigar, buscar la palabra transexualidad. Yo creo que entonces el libro sirve, es muy útil. Las ilustraciones, los dibujos de Luana que pusimos en el libro, según las psicólogas, tienen determinación, trazos firmes… y el dibujo en los chicos es tan importante, refleja tanto. Entonces para eso están. Para que alguien, en contacto con niños, mire estos dibujos y compare, vea cómo un niño se manifiesta, se dibuja y se ve asimismo, lo plasma en una hoja. A eso hay que prestar atención. Porque una maestra, como me paso a mí, que tuvo un nene durante un año en salita de 3 años dibujando princesas rosas y nunca reparó, no prestó atención, no vio que ese nene estaba diciendo algo. No podés mirar hacia otro lado. Entonces este libro me parece que los obliga a prestar un poquito más de atención.
-¿Te parece que vamos por buen camino, se abre una brecha en nuestra sociedad o nos falta mucho?
Nos falta un montón, pero vamos caminando. No está todo definido, ni todo el mundo te acepta, ni todos tienen los conocimientos, ni tampoco está todo totalmente cerrado. Estamos caminando, instalando el tema y se está tratando de procesar qué se hace con estos niños que para nenas tienen cuerpo de varón y para ser nenes tienen cuerpos de nenas. No importa lo que hayas estudiado, lo que creas, tu opinión personal. El problema es la discriminación por prejuicios, por miedos. Con lo cual, pido respeto y que la gente se informe. El libro me dio la posibilidad de ver que hay una aceptación muy grande. Y algo muy importante que va a suceder es que la Universidad de General Sarmiento va a poner cursos de capacitación en género para los profesionales de esa universidad. Eso es una iniciativa muy buena, gente con otra formación.
– Uno ve en el documental todo un proceso con tu hija. Hoy, luego de la edición del libro, de las presentaciones, ¿sentís que hiciste un proceso de deconstrucción de vos misma para ser esta que sos ahora? ¿Sentís un poquito de felicidad/ tranquilidad por tantos logros?
– Puedo decir que hay momentos en que siento alegría. Yo me desmoroné y me junté con cucharita, sola. Estuve dos años en que no sólo trataba de contener a Luana sino que trataba de armarme yo, porque esto fue devastador. No es que uno está feliz pasando este tipo de procesos. Que un día tenés un nene y al otro día lo vestís de rosa y tenés una nena y una vida fantástica. Para nada. Yo siento que ahora tengo valor para seguir haciendo cosas, valor para mostrar la cara, porque jamás sentí vergüenza de mi hija, pero estoy llena de miedos. Lo que siempre quiero es cuidarla. La exposición pública siempre me dio muchas dudas por Luana, para mantenerla a salvo. Pero después te das cuenta de que si alguien no sale y hace algo por estos chicos, no lo hace nadie. Y cuantos más chicos trans haya, más normal va a ser, más común y una vida mejor va a tener mi hija y va a dejar de ser la “primera nena en el mundo con DNI”. Ese título pesa muchísimo.
[pullquote]pido respeto y que la gente se informe[/pullquote]
A mí me gustaría que Luana tuviera otras amiguitas, que supiera que no está ella sola en este mundo, así, con este cuerpo. Porque ella es chica y se siente sola en ciertas circunstancias; las nenas no son como ella y yo lucho para que ella se acepte como es. Sé que voy a hacer un montón de cosas, voy a luchar para que ella tenga una infancia lo más digna posible, pero tengo muchísimos miedos. Uno se choca con una pared todos los días, a la gente le cuesta aceptar la diferencia y eso da miedo. Yo estoy conforme como vamos, no feliz, pero sí conforme. Cuando vivamos en una sociedad menos hostil, capaz estaré feliz. Por el momento no, la quiero cuidar y me desespero por eso.
Fragmento “yo nena, yo princesa”
[jwplayer mediaid=»6926″]