MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Me quisieron cambiar el nombre y no pudieron»
La septuagésima tercera jornada del juicio a las Brigadas contó con la presencia de cuatro testigos: María Graciela Borelli Catánneo, hermana del desaparecido Raúl Borelli Catánneo; Carlos D’Elía Casco, nieto recuperado e hijo de los desaparecidos Julio D’Elía y Yolanda Casco; Paula Logares, primera nieta recuperada a través de estudios genéticos; y Juan Berdún Cardozo, sobreviviente.
ANDAR en la justicia
(Por diariodeljuicio) El juez del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata Ricardo Basílico comienza la audiencia dando la bienvenida y nombrando a los presentes: abogados, querellas, jueces y equipo de acompañamiento a los familiares.
La primera testigo María Graciela Borelli Catánneo relata que es hermana mayor del desaparecido Raúl Borelli Cattáneo quien pertenecía al Grupo de Acción Unificadora, un movimiento de izquierda de Uruguay fundador del Frente Amplio.
En 1975 las fuerzas armadas uruguayas estaban tras el Grupo de Acción Unificadora (GAU) y es por eso que Raúl se exilia en Argentina e intenta comenzar una nueva vida.
En 1977 empieza un rastreo de miembros del GAU en Argentina porque se sospechaba que poseía relación con el Movimiento Montonero.
El 22 de diciembre de 1977 secuestran a Raúl Borelli Cattáneo junto a otros 25 ciudadanos uruguayos que también pertenecían al GAU. Los secuestros a otros compañeros continúan hasta el 30.
“A través de los vecinos lo que pudimos recomponer es que personas vestidas de civil y armadas tomaron la cuadra y allanaron la casa de Raúl que estaba por salir de trabajar. Lo esposaron y lo subieron a una camioneta”, cuenta la testigo.
Según los datos que logró recaudar la familia, Raúl Borelli Catánneo, estuvo secuestrado en el Pozo de Banfield y en el Pozo de Quilmes, allí sufrió salvajes torturas.
“Quisiera que la Justicia esté indisolublemente unida a la verdad, hubiera querido que no solo estuvieran los grandes mandos sino también los brazos operadores. Algunos fueron identificados y cuesta entender por qué no están sentados e imputados”, dice mientras recalca el pedido de justicia.
“Mi mamá estaba embarazada de ocho meses y me dio a luz en el Pozo de Banfield”
El segundo testimonio es de Carlos D’Elía Casco, nieto recuperado, quien relata que a sus 17 años se entera en el Juzgado, por palabras del Juez Marquevich, que sus padres de crianza Carlos y Marta Leiro no eran su familia biológica.
“En junio de 1995 conozco en el Juzgado de San Isidro a mi abuela René Pallares y a mi tía Regina Casco. Ese fue el primer encuentro que tuvimos, el primero de muchos”, cuenta.
Sus padres biológicos, Julio D’Elía Pallares y Yolanda Casco, eran ciudadanos uruguayos y militaban en la agrupación GAU. En 1974 las Fuerzas Armadas Uruguayas comienzan a perseguirlos y se exilian en Argentina.
El 22 de diciembre de 1977, mientras sus padres se encontraban en su departamento de San Fernando, ingresan un grupo de hombres y los secuestran. Luego, son llevados a la comisaría de San Fernando en la que son torturados.
“Mi mamá estaba embarazada de ocho meses y dio a luz en el Pozo de Banfield”, expone D’Elía Casco.
El mismo día del secuestro llegan de Uruguay sus abuelos paternos y, al ingresar al departamento de San Fernando, son recibidos por militares. Los tienen retenidos durante todo el día y los obligan a abandonar Argentina, días después regresan para comenzar la búsqueda.
“Lo primero que hice cuando llegué a Argentina fue investigar nombres, testimonios de sobrevivientes, información y acercarme a Abuelas. Me orientaron y eso me llevó a recorrer un camino que hizo que hoy esté sentado acá”, cuenta emocionado.
“Cuando nos secuestraron yo tenía 23 meses”
El siguiente testimonio está a cargo de Paula Logares, hija de Mónica Sofía Grinspon y Ernesto Claudio Logares, primera nieta recuperada en democracia.
Logares relata que sus padres militaban en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Vivían en Haedo, en la provincia de Buenos Aires, y tras ser perseguidos por los militares deciden irse a vivir a Uruguay.
“Un día que era feriado en Uruguay cuando me llevaban al Parque Rodó nos secuestran a los tres en la calle. Nos encapucharon y nos llevaron a la Brigada de San Justo, en ese momento tenía 23 meses”, relata angustiada.
En 1983, Abuelas de Plaza de Mayo localizó a una menor que había sido inscripta como hija del subcomisario de la Brigada de San Justo Rubén Luis Lavallén y de su mujer Raquel Teresa Leiro.
En pleno regreso de la democracia en Argentina, se iniciaron acciones legales a fin de corroborar la identidad de la menor. El estudio realizado a Paula Logares fue el primer caso en el que la Justicia utilizó como prueba de filiación la realización de ADN. El 13 de diciembre de 1984 Paula conoció su verdadera identidad.
“Me quisieron cambiar el nombre y no pudieron”, exclama y concluye visiblemente emocionada: “Sigue pendiente saber qué pasó con ellos. Hay gente que sabe y lo puede decir”.
“Bajate, camina para adelante, allá tenés la avenida, no mires para atrás”
El último testigo está a cargo del sobreviviente uruguayo Juan Berdún Cardozo. Comienza relatando que fue detenido en la madrugada del 14 de abril de 1978 en la localidad de General Juan Madariaga, cerca de Pinamar donde él trabajaba.
Cardozo afirma haber formado parte de una organización militante en la Facultad de Ingeniería y se presupone que militaba en la Unión de Jóvenes Comunistas y es por ello que se lo perseguía.
El día de su secuestro irrumpen en su casa a la madrugada y se lo llevan en el baúl de un Falcon verde que él ya había visto estacionado en una comisaría cercana a su domicilio.
Durante su secuestro es trasladado a Campo de Mayo donde permanece varias horas. Luego, lo trasladan custodiado por dos personas hasta el Pozo de Quilmes donde lo torturan salvajemente y le realizan un interrogatorio acerca del paradero de su padre y otros compañeros de la organización.
“En esos momentos estás en una situación muy límite con tu vida peligrando, es una situación tremenda”, cuenta el testigo mientras recuerda la tortura sufrida.
Al no obtener la información que necesitan, un mes y medio después, lo liberan. “Bajate, camina para adelante, allá tenés la avenida, no mires para atrás”, le gritan al liberarlo.
El representante de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, Emanuel Lovelli, solicita que se cite a declarar como testigos a las autoridades de la Institución Nacional de Derechos Humanos de Uruguay con el objetivo de que brinden información acerca de lo que han podido recolectar sobre las víctimas uruguayas de este juicio.
La próxima jornada del debate oral y público será el martes 12 de julio a las 8:30 horas donde se tomarán las declaraciones testimoniales de Graciela María Ribo, Néstor Zurita, Verónica Natalia Martínez Severo, Norberto Liwski y Osvaldo Luis Abollo.
*Cobertura realizada por Sofía Parcesepe y Lidia Quispe Martínez.
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 5 de julio de 2022. “ME QUISIERON CAMBIAR EL NOMBRE Y NO PUDIERON”. Recuperado de…https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1286