DECLARARON MÁS FAMILIARES Masacre de Pergamino: “En la puerta nos decían que estaba todo bien”
(Agencia Andar) “Venite que nos matan”; “está todo prendido fuego”; “dale que nos matan”. El 2 de marzo de 2017, Franco Pizarro manda mensajes de manera desesperada a su compañera, a su mamá, a su tío. “Me manda un mensaje detrás de otro. El último fue 18:43, creo. Le puse ‘estoy afuera’ pero ya no respondió”, recordó hoy Anabel Delmas, la compañera de Franco.
Anabel fue la primera de seis familiares que declararon en la tercera audiencia del juicio por la masacre de Pergamino. Al igual que el día anterior, los testimonios fueron precisos y coincidentes y volvieron a exponer la pasividad de los policías ante el avance del fuego y el humo. Y la falta de respuesta ante los reclamos de familiares que se acercaron a la puerta de la comisaría.
En ese momento, la hija más chica de Anabel y Franco estaba internada en el hospital y a las 8 de la noche le permitían verla; como se acercaba la hora y nadie le daba una respuesta, Anabel fue a la DDI que estaba próxima a la comisaría, serían las 19:40: “me dijeron que estaba todo bien, que estaban con oxígeno”. Anabel se fue al hospital, cuando llegó, una enfermera prendió la televisión, ahí supo que había 7 muertos.
El tío de Franco, Julio Cantoni, fue uno de los que recibió los mensajes que desesperadamente mandó su sobrino. Fue un rato después de las 18, estaba con su compañera, Laura González; agarraron la moto y salieron hasta la comisaría, en el camino, Julio le contó: “Paco mandó un mensaje que lo matan”. Los dos declararon hoy, los dos fueron los primeros en llegar a la dependencia policial.
“Se veía humo que venía de la parte del fondo de la comisaría, pero los tres policías que nos atienden en la oficina de entrada nos dicen que “estaba todos bien”. Cuando el humo avanza hasta la puerta de la guardia, saco a mi señora que empieza a toser. Vemos llegar a la Policía Local y de adentro dan la orden que no pasa nadie”, testimonió frente a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Pergamino, Julio. Los bomberos, según su relato, llegan unos 20 ó 25 minutos después de ellos.
“Nadie nos decía nada, no sabíamos que estaba pasando. Llegan los bomberos, un efectivo piden que cierren el segundo portón. Otro sale uno a juntar las esposas de los policías de la Local, pensamos que estaban sacando a los chicos. Nos vuelven a decir ‘que tengamos paciencia, que estaban bien’”, expresó Laura, la tía de Franco, en su declaración.
“Después sacaron a uno en ambulancia y nos seguían diciendo que no pasaba nada. Al rato llegó la mamá de Noni Cabrera diciendo que había muertos, pregunta por Paco porque también está muerto”, agregó.
La declaración de Laura fue importante porque, además, permitió dar publicidad a un video que recibió personalmente y presentó en la causa; es un video filmado por un sobreviviente de una celda contigua, se llega a ver un foco ígneo y de fondo se escuchan los gritos de auxilio y el ruido de los golpes a patadas a los barrotes de la celda. Una vez, ante el pedido de auxilio, nadie respondió.
Hasta lo que lleva de recorrido el juicio, queda en evidencia que las familias de las víctimas se enteraron de la muerte de sus seres queridos antes del listado oficial que fue leído en la puerta de la comisaría, después incluso de que los nombres hayan circulado en medios de comunicación. El otro dato que surge de las declaraciones es que, mientras los jóvenes se morían asfixiados en la celda 1 y los familiares se agolpaban en la puerta de la comisaría, los policías hoy imputados ocultaban lo que estaba ocurriendo.
Antes de los mensajes de auxilio que comienzan a recibir otros familiares, Camila Gamarra, la compañera de Noni Cabrera, estaba en la oficina de entrada de la comisaría, le dejó una carta a Noni y se fue a preparar algo de comida para llevarle más tarde. Después de salir, recibió un mensaje: “No te vayas, que se está prendiendo fuego”. “Vuelvo a entrar, las dos personas que me habían atendido antes no me dejan pasar. Uno me dice que no pasa nada, la otra que sólo prendieron fuego una sábana”. Esa última respuesta, en ese momento, quizá, represente mejor que cualquier otra la desidia de los funcionarios de servicio.
Nelly González Claros, la hermana de John, también declaró hoy. Ella también recibió un mensaje desde uno de los teléfonos que compartían los detenidos. “Me mandan un mensaje después de las 18, me pedía ayuda que había un motín. Le escribo y no responden, llamo y atiende uno de los sobrevivientes: escuchaba los gritos pidiendo ayuda y el ruido de los barrotes”, agregó.
“La última visita, nos tiramos en una cama de la celda y hablamos, me dijo que hacía la última grabación y se volvía a Colombia, que no quería más esto. Estábamos en la espera de la libertad, había sido su audiencia del 23, tenían que pasar 5 días hábiles para completar el proceso”, recordó Nelly. En la sala la escuchaba su mamá, Carmenza, que llegó desde Colombia para presenciar el juicio.
Nelly aportó en su declaración algo sobre la convivencia en la comisaría: “Yo le llevaba siempre ropa vieja, porque pensaba que podía llegar a tener problemas y él me pidió que le lleve la ropa buena, porque le gustaba estar bien vestido y no se robaban la ropa. Compartían todo adentro, se prestaban ropa para los días de visita y compartían la comida todos juntos”.
La amenaza, en cambio, venía de los funcionarios policiales que lo tenían bajo custodia. “No hablaba mucho conmigo de lo que pasaba adentro, pero decía que los policías insultaban, buscaban siempre una reacción”, declaró Daiana Brunel, hermana de Federico Perrota. Pocos días antes, ella le había pedido a la abogada si lo podían trasladar. Hoy en la tercera audiencia del juicio también recordó otro pedido de su hermano: “Tenía problemas de adicción y en la comisaría tenía acceso a pastillas. Una vez me dio un número de teléfono y me dijo ‘tenés que llevarle las tabletas de pastillas a las 7 de la mañana para que las pasen’”. El policía señalado como el que metía las pastillas en la comisaría es uno de los seis imputados.