“Mariana pudo denunciar pero nadie la escuchó”
El martes 14 fue la última audiencia testimonial en el juicio contra Gabriel Maldonado, ex pareja de Mariana Condorí. Ella decidió quitarse la vida en marzo de 2012 tras padecer incontables hechos de violencia de género. La intención de desacreditar a la víctima es el rasgo distintivo de la defensa del imputado. La CPM se presentó como veedora del juicio a fin de detectar y denunciar prácticas judiciales que pudieran resultar vulneratorias de derechos. La lectura de alegatos de las partes comenzará este martes después del mediodía.
ANDAR en la Justicia
(Agencia) “Estoy acá. Quiero estar acá con los jueces y con los fiscales para mirarlos y preguntarles por qué desampararon a mi hija, por qué el Estado la abandonó. Hace 4 años y tres meses que Mariana denunció y venía diciendo que las cosas estaban mal. Hoy lo que necesitamos es poder contarle a sus hijos que se hizo justicia”. Alejandra Pereyra tiene menos de 50 años, es trabajadora y madre de 10 hijos, dos ya fallecidos. Hoy está desocupada y vive en Los Hornos junto a varios de sus hijos más chicos y sus tres nietos, los hijos de Mariana que quedaron a su cargo. Hace cuatro años que está pidiendo justicia por la muerte injusta de su hija, una chica de 20 años, mamá adolescente, pobre, sometida por su ex pareja, un varón machista que violentó la casa, el cuerpo, la autoestima de la joven hasta provocar su desesperación y su suicidio.
Alejandra fue la primera testigo en declarar en el juicio. Relató con detalle las veces que su hija venía a su casa y ella veía los moretones, las marcas. Recordó con resignación cómo Mariana no podía separarse de ese hombre porque “siempre le pedía perdón y ella le creía, volvía”. Contó de las quejas de dolor de su hija luego de que Maldonado le descolocara la mandíbula de una piña y que, estando la beba internada por bronquitis, un vecino que trabajaba en el hospital convenció a Mariana y le hizo una placa radiográfica que hoy es material probatorio de la violencia en la causa. Alejandra declaró durante más de una hora y escuchó con atención las preguntas del abogado defensor que se empecinó en preguntar si Mariana era o no una buena madre, si se drogaba, si había tenido otros episodios de violencia con sus otras parejas, los padres de sus otros hijos, si era conflictiva con la familia.
Cuando una mujer va a denunciar en vez de sentirse protegida muchas veces se siente amenazada, con lo cual prefiere no denunciar ya que casi una certeza que sea revictimizada en cada instancia. Llegar a denunciar un abuso o un hecho de violencia de género implica un esfuerzo emocional y psíquico muy fuerte porque se alteran todas las relaciones intra familiares y exige un nivel de respaldo importante. “Hoy lo que necesitamos es poder contarle a sus hijos que se hizo justicia por ella. El nene más grande, que hoy tiene 9 años, siempre nos acompañó a todas las marchas y la lucha para conseguir justicia por su mamá. En estos días, con todo lo del juicio, me preguntaba qué iba a pasar y, la verdad, yo ya no sé qué decirle… sólo que si Dios quiere vamos a tener justicia por su mamá».
[pullquote]Hoy lo que necesitamos es poder contarle a sus hijos que se hizo justicia por ella.[/pullquote] Eso esperamos nosotros, que la justicia le pregunte a Maldonado qué pasó aquel 14 de marzo 2012. Mariana pudo denunciar, avisar lo que Maldonado le estaba haciendo pero nadie la escuchó, el Estado la desamparó. Ahora lo único que espero que esta vez se pongan en el lugar de los hijos de Mariana, que la justicia y el Estado estén presentes”, dijo Alejandra, la mamá de Mariana Condorí, cuando conversó con ANDAR.
Muchos de los abusos se producen al interior de las familias y no son denunciados o llevados a juicio. Según el informe elaborado por el Observatorio de Violencia de Género (OVG) de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, en 2015 se registraron más de 500 denuncias diarias por violencia familiar y se multiplicaron las denuncias por violencia familiar en sede policial, que crecieron 20% durante el año pasado. En el ámbito judicial, según los datos, las causas en el fuero de Familia se duplicaron entre 2010 y 2014, y exceden la capacidad de respuesta de los juzgados.
“Llegamos a este juicio desde la lucha. Desde aquel 14 de marzo, todos los 14 nos movilizamos en pedido de justicia por Mariana Condori. Este juicio no es por su muerte, la justicia ha hecho un desastre con toda la causa de Mariana. Una semana antes de morir ella llegó a la casa de mi mamá con la nena en brazos y él la venía golpeando, insultando, a los gritos. Al rato de estar peleando, ella fue con la nena a la comisaría a hacer la denuncia. A los pocos días murió. Otro de los delitos por lo que hoy lo podemos juzgar es cuando le dio una piña tan fuerte que le sacó la mandíbula de lugar; otro tiene que ver con el nivel de violencia de Maldonado en la casa, contra ella y las cosas. Un día en una pelea le quemó hasta el cochecito de la nena y todas sus cosas”, cuenta Soledad Correa, una de las hermanas de Mariana Condori. “Ellos vivían en Villa Elvira, en la casa de la madre de él pero en los últimos tiempos mi hermana venía seguido a lo de mi mamá, hasta se quedaba semanas. Él venía y rondaba, pedía perdón por los golpes, las palizas, le prometía que iba a cambiar y ella le creía. Un domingo la volvió a convencer y ella se fue. A los cuatro días de eso la encontraron ahorcada en su casita, junto a la bebé de dos meses y medio y el chiquito de menos de 2 años. Ella ya había hecho la denuncia y para nosotros él, al enterarse, se enojó muchísimo y bueno… por eso pasó esto. Nosotros no creemos que ella se haya ahorcado delante de sus hijos. En la casa estaba todo roto, la cama de dos plazas, las cosas revueltas, tiradas en el piso, todo estaba destrozado. ¿Ella iba a romper todo con los nenes ahí antes de matarse? Mariana daba la vida por él, lo amaba. Lo perdonó demasiadas veces hasta que un día se cansó y después no sé… pasó esto. Ahora los chicos están sin su mamá y lo único que podemos hacer es seguir luchando para que se haga justicia de una buena vez por todas”, concluyó.
[pullquote]En la provincia de Buenos Aires en 2015 se registraron más de 500 denuncias diarias por violencia familiar y crecieron un 20% en sede policial durante el año pasado[/pullquote]
Día a día se refleja un creciente aumento de las denuncias y los medios de comunicación se hacen eco de narrar ese entramado de violencias contra las mujeres dentro y fuera de las casas. Esto genera una posición más firme y decidida de una gran cantidad de mujeres y también de las diversidades sexuales, trans, travestis, gays, lesbianas que ya no aceptan el lugar del silencio.
Para la CPM, organismo veedor del proceso judicial, en materia de violencia de género es necesario romper con la norma de la impunidad y, en ese sentido, el sistema de justicia tiene una deuda pendiente en particular con las víctimas y con el conjunto de la sociedad. Los crímenes dirigidos contra las mujeres y las niñas son tratados por la justicia de manera desigual y discriminatoria: falta de comprensión de la dimensión de género de estos crímenes y su contexto, insuficiente atención brindada los reclamos de las víctimas, déficits en las investigaciones penales, y errónea calificación de los delitos, entre otros, son algunos de los obstáculos que víctimas y familiares enfrentan en su esfuerzo por acceder a la justicia.
Según la reflexión de Claudia Korol, integrante de la organización de educación popular Pañuelos en Rebeldía a propósito del 3 de junio y el fenómeno social del #NiUnaMenos, “el patriarcado, el machismo, los sectores homofóbicos, transfóbicos han generado una respuesta que no es otra que la de incrementar la violencia para disciplinar los cuerpos. Por un lado, encontramos muchas más denuncias, muchos más escraches y muchas más mujeres y disidentes sexuales que dicen “nuestro cuerpo es nuestro”. Al correr el escenario conocido por el patriarcado -todos los cuerpos son propiedad casi privada y territorio de acción de los señores patriarcas- genera una respuesta que es la que siempre, históricamente, ha tenido: domesticar, disciplinar y ejercer su poder demostrando que es un sistema de dominación. El patriarcado se construyó de manera violenta”.
Entre los testigos, en función de contrarrestar el intento de la defensa que busca desprestigiar a la madre de la víctima, declaró una integrante de la organización El Mate que durante muchos años estuvo a cargo del trabajo territorial en el barrio de Alejandra y habló de otra faceta de la mamá de Mariana. Contó cómo ella, pese a las carencias estructurales que tenía, hacía uso de los espacios territoriales y comunitarios para proveer a sus hijos y sus nietos de aquéllo que no tenían para vivir y para comer. Además, afirmó que era una vecina clave en la organización de la copa de leche y la organización del barrio, del comedor y que Mariana ayudaba formando parte de ese entramado de solidaridades y contención.
¿Cómo romper el pacto patriarcal de las instituciones y en la Justicia? El caso de Mariana Condorí es uno de los tantos casos que engrosan las estadísticas crecientes de violencia contra las mujeres en nuestro país y, sin dudas, es una nueva oportunidad para que la justicia platense esté a la altura de las circunstancias. Para la abogada de Alejandra, Sofía Caravelos, integrante del CIAJ (Colectivo de Investigación y Acción Jurídica), hoy “podemos comenzar a ver con mayor claridad cuál es la estrategia del defensor. Acá se está buscando la descalificación de la figura de Alejandra, la madre de la víctima, y de la misma Mariana. Lo hace adjudicándole atributos descalificadores en relación al rol de Mariana como madre. Se pretende establecer como una madre descuidada con su hija bebé haciendo alusión a que era consumidora de drogas, por ejemplo, cuando amamantaba o que usaba polleritas cortas y que ella era terriblemente celosa y le hacía escenas de celos al Chancho. Pudimos ver cómo el defensor utilizó el testimonio de la madre del imputado para hacer uso de estas figuras tan tradicionales de la justicia y justificar de alguna manera las actitudes de Maldonado. Esto forma parte sin dudas de las complejidades del patriarcado porque es una mujer, nosotros sabemos cuál es su historia y que ha sido víctima de violencia de género junto con sus hijas. Justo es ella la que reproduce todos estos estereotipos. La defensa pretende hacernos pensar este caso en términos de co-responsabilidad. Ambos eran violentos, ambos se insultaban, ambos se pegaban y, bueno, es lógico que en alguna situación alguno terminara lesionado. Una eventualidad pero ambos estaban implicados en una relación violenta. Justamente, se sigue sin entender la dimensión de dominio estructural, una relación que no es de paridad. Asimismo, nadie desconoce que Maldonado estaba en una situación de desclasamiento, que también junto con Mariana estaban en una situación de pobreza y, por ende, estaba en una situación de desprotección del Estado. Pero, pese a eso, no se puede justificar ni negar que él tuviera un dominio sobre ella, básicamente por su condición de varón.”
Fotografía de portada: Rocío López
Cobertura ANDAR: Caso Condorí: pelean por hacer visible la violencia de género