UNA EXPERIENCIA DISTINTA EN CHAPA “Los chicos tienen variedades formidables”
ANDAR en Chapadmalal
(Agencia) Ellas caminan despacio pero hablan fuerte. Ya rondan los 70 pero no lucen cansadas, más bien trasuntan entusiasmo y alegría por todo lo que ven y escuchan. “Deberían hacer una película que saliera de Chapadmalal, transmitir a todo el país lo que está pasando acá”, dice Laura Marini, una de las integrantes del grupo Llamarada del programa “Abuelas relatoras por la identidad, la memoria y la inclusión social” del PAMI. Ella son Carmen Pacheli, María del Pilar Fernández, Elvira Monti, Clotilde Gómez Ruiz, Laura Marini y Mirta Tejerina, y vinieron desde Vicente López a compartir tres días en el encuentro de Jóvenes y Memoria en Chapadmalal.
Los grupos de abuelas relatoras del PAMI funcionan en todo el país y comenzaron a formarse en el año 2006. El grupo Llamarada tiene como objetivo ayudar a las Abuelas de Plaza de Mayo en la difusión de las historias de los nietos que recuperaron su identidad, y promocionar el derecho a la identidad y otros derechos de los niños. Los cuentos y relatos de Laura Devetach, Mirta Goldberg, Eduardo Galeano y Elsa Bornemann se entremezclan con la historia de Juan Cabandié y de otros nietos recuperados. Van a las escuelas, a los jardines de infantes, a las bibliotecas, y recrean el viejo oficio de la transmisión oral a las nuevas generaciones.
Sentadas al sol al resguardo del viento frente al hotel 9 de Chapadmalal, cuentan lo que significa para ellas esta puesta en contacto con los chicos: “Son relatos que tienen que ver con la historia, con la memoria, para que los chicos vayan un poco entendiendo qué fue lo que pasó, y que no se pierda esa memoria, y no vuelva a pasar”, afirma Clotilde, que lleva la voz cantante del grupo.
Clotilde es paraguaya y huyó a los siete años con su familia perseguida por la dictadura de Stroessner. Aún hoy siente el desarraigo, y por eso le parece imprescindible poner en común sus historias con los más jóvenes: “Este encuentro es colectivo y es político. Los jóvenes han empezado a participar de la política, y en estos diez años eso ha cambiado mucho”, afirma, “hay que volver a amar lo político y la patria”.
Todas tienen en general la preocupación de poder transmitirle a las nuevas generaciones la experiencia traumática del pasado, y sienten que en Chapadmalal, los jóvenes logran expresar lo que quieren, sienten y piensan.
Mirta, la coordinadora del grupo que ya ha visitado otras veces esta experiencia, cuenta “a mí me impactó siempre esa posibilidad que tienen los jóvenes de decir lo que piensan y de forma tan sintética. Porque ellos en dos frases y una imagen dicen un montón de cosas. Y a partir de eso podés conceptualizar, teorizar”, dice, y agrega despertando la carcajada del grupo: “no como nosotras que necesitamos un montón de palabras para decir las cosas”.
En los talleres que hacen cuando van a las escuelas, sienten que los chicos se interesan y participan. Cuentan que a veces los que parecen más distraídos son los que más preguntan cuando abren el debate. Volvieron maravilladas de una escuela de La Matanza que se había puesto el nombre de Madres de Plaza de Mayo.
En Chapadmalal no paran de anotar direcciones y correos electrónicos de los chicos que les permita conectarse una vez que se vayan, seguramente ya planificando ir a visitarlos para compartir sus relatos. “Hemos progresado muchísimo, y los chicos cada vez preguntan más, aprenden más. Y eso a mí me emociona muchísimo; los chicos tienen unas variedades formidables”, dicen.
En cuanto a lo que se produce cuando entran en contacto con ellos, les cuesta definirlo con palabras. Algunas lo sintetizan planteando que ellas son las que salen favorecidas con el intercambio.
Pero sin duda, la mayor satisfacción es la despedida. Cuenta Laura: “En los años que yo llevo en el voluntariado, lo que puedo captar es que muchos chicos se acercan en el pasillo, te toman del brazo y te dicen ¿cuándo volvés?”.