SE PRESENTA EN LA CPM EL OJO QUE ESPÍA “Los archivos permiten mirar desde otro lado hechos de la historia argentina”
Este jueves a las 19 hs el auditorio de la Comisión por la Memoria será el escenario para una charla con el periodista Juan Ignacio Provéndola sobre su libro El ojo que espía, un material que indaga desde distintos ejes sobre los archivos de inteligencia de la DIPPBA y convoca a usar la mirada policial desde otra perspectiva.
ANDAR en La Plata
(Agencia Andar) Juan Ignacio Provéndola, 41 años, es periodista y docente, escribe en Página/12 y da clases en la UBA, nació en Villa Gesell pero vive en CABA hace muchos años. El ojo que escribe es su cuarto libro de seis. Por cuestiones personales y pandemia de por medio fue un libro que no pudo presentar mucho al momento de su lanzamiento pero que le ha traído otras devoluciones con su andar. Este 7 de septiembre a las 18 hs el autor estará charlando acerca de El ojo que espía en el auditorio de la Comisión Provincial por la Memoria, el organismo que fue su génesis.
“El ojo que espía, el nombre, viene de la película de Leopoldo Torre Nilson, particularmente perseguida por la DIPPBA durante uno de los primeros festivales de cine independiente en Mar del Plata”, cuenta Provéndola sobre el título. La Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires funcionó entre 1956 y 1996 realizando tareas de espionaje y tuvo una función fundamental en el engranaje del terrorismo de Estado. Toda esa información recabada en el archivo de la dependencia es gestionada hoy por la CPM, un organismo público dedicado a implementar políticas de memoria y derechos humanos en la provincia de Buenos Aires.
“Los archivos me buscaron a mí -asegura el periodista-, soy amigo de Virginia Sampietro, que es referencista en el archivo y ahora subdirectora, y por ella me entero que estaban armando un dossier sobre espionaje en el rock. Yo en ese momento escribía mucho en el suplemento de cultura joven de Página/12 que es el NO, especialmente sobre rock, y el tema me pareció alucinante. Como el dossier se publicó en muchos lados, en el suple NO buscamos darle una lectura contextualizada, no sólo repetir lo que decía ahí y esa nota tuvo muy buena repercusión”, recuerda.
El trabajo y el resultado dejaron un camino abierto: “a mí me interesó mucho trabajar con esos archivos, había sido una experiencia que nunca había tenido. Así que después le propuse a Virginia hacer otra experiencia con otro tema y eso salió en el cuerpo central del diario, fue sobre espionaje en el fútbol”. Y las notas continuaron, el material es caudaloso y al buscar otros vectores, otros ejes, apareció el espionaje en el cine, en el 17 de octubre, a Miguel Bru y su familia. “Todas fueron notas que salieron en el diario y en un momento me pareció que estaba bueno juntar todo ese material en una obra, que no quedara todo disperso y surgió la idea del libro al que se agregó material nuevo, temas que no habían sido publicado y a los que sí fueron les agregamos más cosas”, cuenta Provéndola.
“A mí de entrada me preció que iba a tener un buen impacto ordenar los temas por ejes, que eso le rompía un poco el almidón que suelen tener los trabajos con archivos, y más siendo policiales. También hubo un trabajo de leer el material y bajarlo de ese lenguaje policial a uno más coloquial, mi aporte era intentar una narración más amigable, sacarlos de ese tono”, repasa sobre el proceso de escritura.
En esa búsqueda el material que más le impactó fue el vinculado a los vuelos de la muerte. “Tal vez por ser yo de la costa, de hecho en el cementerio de Gesell el Equipo de Antropología Forense pudo identificar una tumba NN de un desaparecido, Santiago Villanueva. Y en ese capítulo usé los documento de la DIPPBA como un trampolín para buscar otros testimonios, fui al EAAF, busqué fuentes de allá de la costa, que por ahí eran tus vecinos y de repente era uno de los bomberos que habían tenido que ir a buscar los cuerpos a la costa laburando. Y esa falta de filtro en el testimonio, algo que te cuentan desde lo cotidiano, te ayuda, es lo que los documentos no te dicen. Y te ayudan a no ser un tipo que copia lo que dice el documento sino que hace una interpretación, lo contextualiza, a profundizar lo que podía tener otra densidad al unirlo con otra información”, señala.
También fue uno de los ejes que más devoluciones le trajo. Ese capítulo hoy es usado por escuelas de la región del Tuyú -la costa Atlántica desde San Clemente al faro Querandí, incluyendo las localidades rurales a sus espaldas-. “Eso para mí es fabuloso porque es una información que me hubiese encantado tener cuando yo estudiaba en Gesell, porque en ese momento de la dictadura se hablaba muy someramente y de una forma re general, en los pueblos se hablaba muy poco de lo local en el pasado”, apunta.
Otra satisfacción fue el arte de tapa, “del maestro Rocambole”, una mixtura de dos de sus imágenes: la multitud famosa del disco Oktubre de los Redondos y la de un policía mirando la masa de costado, de manera sospechosa. Hay también un capítulo sobre rock y espionaje “alucina a quien lo lee”, asegura Provéndola y cuenta que de ahí también surgió otro capítulo sobre los Redondos específicamente donde los archivos “permiten mirar desde otro lado hechos de la historia argentina. A mí que soy estudioso de la cultura rock, por ejemplo, me permitieron también entender un poco más el fenómeno de los Redondos, porque los policías no sólo narran ‘el indio Solari fue de tal esquina a tal esquina’, también tratan de interpretar y ahí hay mucho material”.
“Es una alegría presentar esto en la Comisión a quien agradezco el acceso y la libertad para trabajar con los archivos”, cierra Provéndola, esperando la charla con el público para este jueves, donde estará acompañado por parte del equipo del archivo de la CPM.