A SEIS MESES DE SU MUERTE Lito Costilla: la familia exigió el cambio de carátula ante las pruebas que vinculan a la policía con el crimen
Héctor “Lito” Costilla murió el pasado 7 de octubre en Tolosa; la versión policial dijo que se trató de un accidente de tránsito, que el joven perdió el control del rodado tras agarrar un pozo. La familia asegura, en cambio, que fue un crimen: cámaras de seguridad de la zona muestran que tres efectivos de la Policía Local, a bordo de dos motocicletas, lo siguieron por varias cuadras y las pericias hablen de lesiones previas y no compatibles con la caída del rodado. Los tres policías fueron desafectados preventivamente, pero podrían volver a funciones pronto. A siete meses, familiares y amigues marcharon hasta la fiscalía de La Plata para pedir avances en la causa, que sigue tramitando con la carátula de averiguación de causales de muerte.
ANDAR en La Plata
(Agencia Andar) “Estamos exigiendo el cambio de carátula y que la cause pase a una fiscalía de delitos doloso. Hay pruebas, el mismo fiscal que interviene lo pidió. Mi hermano no tuvo un accidente vial, fue asesinado por tres policías y nuestra desesperación es que, si no son imputados, los tres van a volver a trabajar en la calle y van a poner en riesgo la vida de otras personas como Lito”, dice Daiana Costilla, en diálogo con ANDAR, el día en que se cumplen seis meses de la muerte de su hermano.
El pasado 7 de octubre, cerca de la medianoche, Héctor “Lito” Costilla murió cuando volvía en moto a su casa luego de dejar a un amigo; su cuerpo quedó tendido sobre la vereda de 524, entre 120 y 121. La versión policial dijo, desde el primer momento, que se trató de un accidente, que el joven circulaba a alta velocidad, perdió el control del rodado tras agarrar un bache, salió impulsado de la moto y murió por las heridas ocasionadas a golpear con el suelo.
La familia, en cambio, denuncia un crimen policial y aseguran que hay pruebas en el expediente judicial para avanzar en las imputaciones de los policías: declaraciones de testigos, imágenes de la cámara de seguridad y el resultado de las pericias parecen confirmar las sospechas de la familia. Sin embargo, a seis meses, la causa sigue con la misma carátula de “averiguación de causales de muerte”.
En el registro de las cámaras de seguridad de la zona, que forman parte del expediente, se observa que los agentes de la Policía Local de La Plata Damián Aquino, Mauricio Rodríguez y Sergio Martínez, a bordo de dos motocicletas, siguieron el recorrido de Lito durante varias cuadras; en esa persecución, incluso, se metieron en contramano por la rotonda de la autopista. En ningún momento, los policías avisaron por radio que estaban siguiendo a alguien.
“Esperaron que mi hermano doblara por la 524, que es una calle oscura, para emboscarlo y luego se escaparon. Una vecina declaró que, después de escuchar un ruido, salió y vio el cuerpo del joven tirado en el suelo y dos motos que se alejaban del lugar. En las cámaras no hay registro de ninguna otra moto que no sean la de mi hermano y las de los policías”, describe Daiana.
La misma vecina llamó al 911 para alertar de la situación, antes de que pudiera pasarle los datos a la operadora, los tres policías acusados por la familia habían vuelto al lugar. Según sus declaraciones, un transeúnte los había parado para decirles que había una persona sin vida en la calle. Sin embargo, no hay registro en las cámaras de la zona que demuestren que ese encuentro haya ocurrido y, por otra parte, tampoco hay registro de quién era el testigo porque los policías nunca tomaron sus datos personales.
Para la familia, los policías derribaron la moto de Lito para hacerle perder el control y cuando cayó lo golpearon hasta producirle las lesiones mortales. “El perito nos dijo que no se accidentó, que hubo una ‘fuerza externa contundente’ que hizo separar el cuerpo de mi hermano de su moto”, explica Diana. Y agrega más datos de las pericias que refuerzan la hipótesis del crimen policial: “La posición final del cuerpo no coincide con la posición de la moto de acuerdo a la dinámica propia de un accidente. Tampoco las lesiones coinciden: mi hermano tenía fracturas de tabique, cráneo y costillas pero su ropa y hasta su barbijo estaban intactos. Además tenía fracturadas las costillas del lado derecho, sin embargo el cuerpo estaba tendido en el suelo sobre su costado izquierdo”.
Hay otra pericia fundamental que prácticamente derriba la versión policial del accidente vial: se determinó que la moto de Lito circulaba a una velocidad no mayor a los 25 km/h.
A poco de comenzar la investigación judicial, los policías Damián Aquino, Mauricio Rodríguez y Sergio Martínez fueron desafectados por la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense. Sin embargo, la familia de Lito sabe que, sin una imputación, muy pronto pueden volver a funciones.
La causa por “averiguación de causales de muerte” está a cargo del fiscal Carlos Vercellone; a partir de las pruebas recolectadas, el mismo fiscal ya reclamó en una oportunidad que el expediente pase a una fiscalía de delitos dolosos. Pero la decisión fue rechazada y le reenviaron el expediente.
Cuando tomó conocimiento del caso, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), en su carácter de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura, realizó distintas presentaciones y pidió un informe de la causa a la fiscalía interviniente: realizó el pedido el año pasado y en febrero de 2021 volvió a hacerlo, aún no tuvo respuesta.
A seis meses de la muerte de Lito, y a la espera de algunas pruebas que faltan producirse, la familia espera que finalmente se cambie la carátula, están seguros que hay pruebas suficientes para investigar la responsabilidad penal de los tres policías involucrados. “La vamos a pelear hasta el final, queremos la imputación y exoneración para que estos agentes no puedan hacer más daño. Lucho por mi hermano y para que esto no vuelva a pasar, necesitamos del acompañamiento de todos en esto, la policía que debería cuidarnos no puedo cometer estos crímenes”, señala Daiana.
Héctor “Lito” Costilla tenía 28 años, cinco hijos y trabajaba como repartidor de una casa de comidas. “Mi hermano era el amor de mi vida, sus hijos los extrañan, era querido por todo el mundo, un laburante que salía todos los días a ganarse el mango”.