MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS Libertad vigilada
La jornada 86 se realiza de forma semipresencial y cuenta con dos declarantes: Fausto Humberto Bucchi, como testigo del secuestro de Edmundo Dossetti Techeira e Ileana García Ramos, y Diego Barreda, sobreviviente.
ANDAR en los juicios
(Por Diario del juicio) Fausto Humberto Bucchi, quien previamente declaró en la CONADEP y un juicio realizado en Roma, dio detalles de un operativo llevado a cabo en el edificio donde vivía y era vicepresidente del consorcio, ubicado en el partido bonaerense de Vicente López. Allí presenció cómo -hombres de civil y armadas- se llevaban a una persona esposada del lugar y sacaban algunos objetos por el ascensor.
Mientras estaba siendo retenido entró al hall “un vecino que trabajaba en la Armada se hizo responsable de mí y pudimos entrar al edificio, por lo que perdí contacto con esa situación. Al otro día, el portero me dijo que le habían dejado a la criatura que estaba con la pareja que se habían llevado. Se llama Soledad Dossetti, tendría 8 o 9 meses. Nos hicimos cargo provisoriamente”.
Posteriormente el testigo le envió una carta a los familiares de Soledad que vivían en Uruguay, y al poco tiempo llegaron a Buenos Aires sus dos abuelas, quienes comenzaron a hacer los trámites de la tenencia legal de la bebé. Más adelante le otorgaron la tenencia a una de ellas. “La alojamos -a una de las abuelas de Soledad- en una pensión de la calle San Lorenzo y Maipú y después perdí el contacto cuando se la llevaron a Uruguay”, finalizó Bucchi.
“Uno de los desastres de la dictadura fue la destrucción de familias enteras”
Diego Barreda da por sexta vez testimonio, y reconstruye el proceso que comenzó con su secuestro en 1978 y lo llevó a declarar en la audiencia. En su adolescencia, fue un joven que por razones políticas decidió cambiar sus estudios en cinematografía para trabajar como carpintero en el Astillero Río Santiago, ubicado en la ciudad de Ensenada, en la provincia de Buenos Aires. En 1974, luego de rendir su examen de ingreso, participó del cuerpo de delegados y de las movilizaciones.
Cuando se dio el golpe de estado en 1976, el Astillero fue tomado por las fuerzas de la Marina y comenzaron los despidos. Luego de unos días de insistir, ingresaron a Diego y trabajó allí durante un año hasta que se presentó un conflicto sindical en el que encabezó el reclamo de sus compañeros. A las pocas semanas lo despidieron. Luego de un tiempo sin trabajo, se incorporó como albañil en Ensenada para el proyecto de una empresa española.
El 14 de julio de 1978, mientras volvía a su casa, Diego es secuestrado a una cuadra de su casa, en la calle 12 y 510 de Ringuelet. Dice recordarlo muy claro porque es la fecha de la Revolución francesa. “De eso me acuerdo, porque cuando me preguntan cuándo fui liberado, no recuerdo la fecha.” comenta.
Diego explica que una camioneta Dodge vieja apareció, junto con autos y gente con armas largas. Lo tabicaron, esposaron, y luego lo tiraron arriba de ella y lo llevaron hacia el Pozo de Quilmes. Allí fue víctima de torturas y hostigamientos constantes junto con otras personas. Unos días después, lo suben a un vehículo con Rodolfo Nani y con otra persona, de apellido Tiscornia, que era estudiante de arquitectura de La Plata, y son llevados al Pozo de Banfield. Cuando llegan son encerrados en un segundo piso y descubren donde se encuentran: “ahí nomás pasó un avión que hacía programa de los circos que decía: .. vecinos de Banfield…” recuerda Diego..
Allí Diego conoció a María Artigas, una mujer uruguaya que les llevaba y traía sus comidas y el tacho donde hacían sus necesidades. Una noche que Diego temblaba de frío, María le regaló un chaleco para que pudiera taparse. “Milagrosamente pude sacarlo puesto”, cuenta Diego. Luego lo donó a Madres de Plaza de Mayo.
El 10 de septiembre de 1978, María dio a luz a su bebé. A la mañana siguiente, ella ya no estaba y no apareció nunca más.
El 20 de septiembre de 1978, Diego, Rodolfo Nani y Tiscornia son trasladados a la comisaría 8va de La Plata, ubicada en Av. 7 2054, Villa Elvira, provincia de Buenos Aires. Allí fueron encerrados en una celda junto con Baratti, Frascaroli y Bonil que venían de la comisaría 5ta de La Plata, hoy convertida en sitio de memoria. Esa noche los separan, y a la mañana siguiente un oficial les informa a Diego y sus compañeros que Baratti, Frascaroli y Bonil habían sido asesinados.
Diego Barreda continuó recordando que desde Devoto lo trasladaron a la Unidad 9, en la época de navidad. Allí estuvo hasta que se constituyó el Tribunal Federal, y con el tiempo dio declaración al Juez Russo (acompañado por una secretaria), perteneciente a dicho cuerpo, sobre los campos de concentración donde había estado. Al finalizar, el juez le indicó: “yo voy a avisar que estás en libertad vigilada”. Al poco tiempo Diego fue liberado, y debía recurrir a una comisaría en Tolosa para dar aviso de que cumplía con dicha condición.
Una vez liberado se acercó a la Asociación Madres de Plaza de Mayo donde reconoció a la mujer que acompañaba al Juez Russo. Ella era integrante de la asociación, tenía una hija desaparecida y se había infiltrado en el juzgado para obtener información. Fue por esta época también que recibió el ofrecimiento, por parte de dos senadores estadounidenses, del exilio a quienes le respondió: “Si no me mataron antes, no me van a matar ahora”, fundamentando su permanencia en el país.
Finalizando su testimonio recuerda que durante el gobierno de Carlos Menem se creó una repartición estatal que gestionaba indemnizaciones a presos liberados de la dictadura militar, reconociendo lesiones físicas y daños psicológicos, aunque “uno de los desastres de la dictadura fue la destrucción total de todas las familias que padecieron la represión en forma directa”, reflexionó. Luego ligó esta política pública con sus espacios de militancia, donde algunas personas creían que acceder a dicha reparación sería “cambiar sangre por dinero”, que se convertirían en traidores, lo que le generó un distanciamiento con estos espacios. No obstante reconoció la importancia y relevancia de todos los organismos de militancia de Derechos Humanos, que son distinguidos mundialmente, y destacó “los verdaderos héroes en todo ese proceso son los sobrevivientes, los testigos y los declarantes”.
Ambos testimonios tuvieron problemas con el audio por lo cual fueron interrumpidos en varias ocasiones.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el 15 de noviembre de 2022, día que se llevará a cabo una inspección ocular en el Pozo de Banfield, desde las 8.30 am.
*Con la cobertura de Facundo Galván y Santiago Chanel
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 8 de noviembre de 2022. “LIBERTAD VIGILADA”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1421