Las rejas no son impermeables, o los rincones donde también llegó el agua
ANDAR en las cárceles
(Agencia) “Después de un tiempo prudencial en el cual esperamos que las personas que momentáneamente por distintas circunstancias son responsables y tienen a su cargo nuestras vidas y por decantación la de nuestros hijos, tenemos que reconocer que lamentablemente una vez más queda en evidencia que los humanos que amontonan en las cárceles no somos tenidas en cuenta como tal”. Así empieza una carta que llegó vía facebook a la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Quien la firma está detenida en la Unidad Penal N° 33 de Los Hornos, uno de los barrios más afectados por las inundaciones que sufrió la ciudad de La Plata el pasado 2 de abril.
En ese mensaje no sólo se describe la traumática situación que se vivió en la cárcel esa madrugada, sino que se denuncia el abandono que sufren las madres detenidas con sus niños en esa unidad. “A nadie le importa nuestra situación. No nos tuvieron en cuenta en ningún medio de comunicación, ninguna ONG, ninguna estadística y peor aun ni un sólo magistrado se tomó el tiempo y la molestia de acercarse a ver cómo y de qué manera vivimos lo que trágicamente sucedió en La Plata y sus alrededores”. “A nadie le importa nuestra situación. No nos tuvieron en cuenta en ningún medio de comunicación, ninguna ONG, ninguna estadística y peor aun ni un sólo magistrado se tomó el tiempo y la molestia de acercarse a ver cómo y de qué manera vivimos lo que trágicamente sucedió en La Plata y sus alrededores”.
En los días que siguieron a la catástrofe la CPM, a través de su Programa de inspecciones en lugares de encierro del Comité contra la Tortura, se acercó a ésta y otras cárceles de la zona para relevar la situación. En la UP 33 se encontraron con un panorama desolador: el equipo del organismo pudo comprobar que en los pabellones 5 y 6 el nivel de agua alcanzó con mucha rapidez los 60 centímetros de altura, mientras el personal del Servicio Penitenciario (SPB) no dejó salir a las detenidas con sus hijos hasta que comenzaron a gritar pidiendo ayuda al resto de los pabellones. Recién en ese momento pudieron trasladarse a otro pabellón caminando bajo la lluvia torrencial y mojándose por completo, tanto ellas como los niños.
Al mismo tiempo, y como en muchas zonas afectadas por el temporal, se interrumpió la energía eléctrica y en la institución no contaban con luces de emergencia. La oscuridad, la rapidez del agua, los gritos, los llantos y la falta de respuesta del SPB, entre otros factores, dieron por resultado una situación altamente angustiante para los niños y sus madres. “Fue desesperante porque no sabíamos lo que podía pasar y tuvimos miedo ya que quedó de manifiesto que no hay en la unidad un plan emergente para situaciones extremas, ni un lugar preparado para aislar a los chicos y a las mujeres embarazadas”, describe la carta.
No hubo respuesta ante la emergencia ni en los días que le siguieron. Las mismas detenidas se encargaron de la limpieza y desinfección de los pabellones afectados, pero la tormenta también les dejó una cantidad de ratas de gran tamaño muertas en el patio y su consecuente proliferación de insectos. Por dos días nadie limpio ese patio. Recién una vez que las detenidas terminaron de higienizar el pabellón pudieron encargarse de esa situación.
El equipo de la CPM comprobó además que los profesionales de sanidad no realizaron ningún control sobre la población infantil luego de la inundación y, hasta el momento de la inspección, las afectadas no habían sido vacunadas de acuerdo a las recomendaciones del Ministerio de salud. Estas falencias se suman a problemas estructurales previos a esta situación como el mal funcionamiento de la guardia de pediatría, la falta de medicamentos o la carencia de frutas e insuficiencia de verduras en la alimentación de la población encerrada.
“Quiero dejar bien en claro que no es nuestra intención ponernos en victimas pero aunque no quieran reconocernos somos parte de esta sociedad y no por estar alojadas en un penal vamos a dejar que vulneren nuestros derechos”, afirma la carta., en la que se llama la atención a los funcionarios judiciales sobre la necesidad de implementar medidas alternativas a la prisión para las madres con sus hijos.
El agua bajó, sus consecuencias continúan filtrándose aún a través de los muros.