VILLA CONSTRUCTORA, ESCUELA SECUNDARIA Nº 81 Las madres toman una escuela en busca de soluciones
La escuela secundaria básica No 81 está ubicada en Peribibuy 3771, Villa Constructora frente a un enorme campo baldío y al lado de Villa Palito. La entrada es por un enorme portón viejo en medio de una pared de ladrillos enmohecidos, sin revocar. Se asemeja más a una entrada de fábrica o terreno abandonado que a una escuela de la provincia de Buenos Aires. Unas telas blancas colgadas al frente dicen “escuela tomada”, a falta de algún cartel o distintivo escolar que indique que allí está el establecimiento escolar que comparte el predio con la escuela primaria Nº 6.
ANDAR en las escuelas
(Emilio González Larrea) Al ingresar, en el patio, se encuentran mujeres, niños y adolecentes que están entrando algunos alimentos. Después de la presentación de rigor, comenzamos a conversar; al principio las respuestas son con frases cortas, con imprecisiones, pero en la medida que avanza la charla, toman más confianza y se hace más fluida y sus intervenciones demuestran la convicción de por qué están allí y lo que quieren. Estas mujeres sencillas, amas de casa que administran el hogar diariamente, llevan sus hijos a la escuela, se sienten protagonistas y constructoras de la escuela que necesitan.
Voces de Madres
Lili, mamá de primer año, comienza diciendo: “Desde el 20 de marzo venimos realizando varios reclamos: el agua que no tenemos, nos traen bidones; mobiliario, sillas y mesas; una cocina para calentar o preparar algo a los chicos; baño para los profesores. Ese día hubo una gran convocatoria de padres que iniciaron una toma sin suspender las clases; vinieron representantes del Consejo Escolar y de la Dirección de Infraestructura, firmaron un compromiso de resolver esta situación pero como no cumplieron, hemos decidido continuar con la toma de la escuela que veníamos haciendo desde el mes pasado, con la permanencia de los padres las 24 horas y sin clases, hasta que vengan a darnos satisfacción a estos pedidos”.
Graciela, mamá de tercer año, toma la posta y comenta: “me indigna, la mala actitud y falta de respuesta de las autoridades, la escuela está en muy malas condiciones”. Y agrega que también necesitan luz, un aula más para abrir más años dado que solo hay de primero a tercero. “Queremos un secundario completo; por el momento, hasta que se construyan aulas, que traigan aulas modulares para cuarto, quinto y sexto año. No hay conexión de gas, luz y agua, dependemos para estos servicios de la EP6 con quien compartimos el terreno pero, por falta de presión, no está llegando el agua al tanque de nuestra escuela, por eso nos mandan bidones. Las estufas no funcionan.”
Otra mamá, integrante del coro de voces que no se identifica, nos informa: “este era un colegio fantasma, no tenía número, ni ubicación catastral. Ahora por lo menos tenemos eso para probar la existencia del mismo. En cuanto a los baños, hay dos para los alumnos, uno de varones y otro de mujeres pero los docentes no tienen baño. Hay familias del barrio que quieren que sus hijos continúen estudiando aquí pero no lo pueden hacer al estar incompleto el secundario, al irse los chicos antes de terminar el ciclo tampoco pueden traer a sus hermanitos y la escuela se achica. Hay necesidad en el barrio de una secundaria completa”.
Vicki, después de entrar unas cajas con alimentos, se suma a la ronda y dice, como colofón, que les “trajeron netbooks, pero en la escuela no hay wi fi; también llegaron algunas sillas y quince mesas después de un mes de reclamo y de mantener durante ese tiempo la toma con clases. Se han descompuesto chicos por la temperatura ya que no teníamos ventiladores. Después de una reunión en la escuela con ´algunos del Consejo´, con una temperatura de cerca de 35 grados y como se requerían urgente, acordaron la entrega de ventiladores. Ahí vieron el calvario que pasaban los chicos durante los meses de calor. Nosotros queremos que vengan autoridades con capacidad de resolver la situación, nunca se acercó el presidente del Consejo Escolar, Silvio Maffeo o alguien de la Dirección General de Escuelas de La Plata”.
Los docentes
A la charla se suma Diego, uno de los docentes que nos dice que ellos apoyan el reclamo y nos invita a recorrer la escuela. En la recorrida, muestra la sala de profesores y la biblioteca, que están separadas por una mampara y cada una de ellas no tiene más de seis metros cuadrados, es decir dos cubículos donde, en el caso de la biblioteca, hay varios libros en unos estantes; Diego nos refiere “a esto no se le puede llamar biblioteca” y “en estas condiciones no se puede enseñar bien”. En la sala de profesores no entran todos, algunos conversan con sus compañeros desde la puerta.