MONTE PELONI II Se llevaron a cabo las últimas inspecciones oculares
La última inspección ocular de Monte Peloni II recorrió la Brigada de Investigaciones de Las Flores, la Unidad 7 de Azul, el ex centro clandestino de detención (CCD) La huerta y la Comisaría 1° de Tandil. La próxima audiencia será el viernes 7 de diciembre en Mar del Plata.
ANDAR en Olavarría
(Agencia Comunica y Radio Universidad – FACSO / Leandro Lora) La inspección ocular que se llevó adelante dos semanas atrás permitió observar, con todos los sentidos, el circuito olavarriense del horror. Tal vez por haberse tratado de una inspección local, donde se recorrieron lugares conocidos o que ya han sido “visitados”, dio la sensación de que las historias que allí ocurrieron están superadas. Uno imagina que hay escenarios que ya se hicieron costumbre y que por esa razón ya no impactan tanto en el ánimo y en los recuerdos oscuros que, se supone, deben pasar por las mentes de quienes fueron secuestrados durante la última dictadura militar. Pero esto es un “tal vez” y es pura imaginación. Uno en verdad no sabe lo que pasa por las mentes de quienes vuelven a esos lugares del horror. Sin embargo, en esta nueva inspección ocular, se sintió una mayor carga emotiva, más atravesada por recuerdos, esos que tienen un peso imposible de quitar. Tal vez porque eran sitios mas alejados de la propia Olavarría, porque en esta oportunidad las víctimas cruzaron historias con sus familias, porque volvían por primera vez, o tal vez porque hay una herida que aún no sana. La inspección ocular del viernes 30 fue más amplia que la anterior porque recorrió tres ciudades, implicó más tiempo y volvió a dibujar, ante los ojos de quienes participamos, un nuevo circuito: el circuito regional del horror.
Las Flores: ex CCD Brigada de investigaciones
La jornada del viernes comenzó en Las Flores, pasadas las 10.30 hs. El Tribunal estuvo representado por el Juez Alfredo Ruiz Paz y se hicieron presentes la Dra. María Ángeles Ramos junto al Dr. Juan Manuel Portela, en representación del Ministerio Público Fiscal. También estuvieron presentes los testigos Carmelo Vinci, Carlos Genson y Araceli Gutiérrez, estos dos últimos fueron quienes guiaron el recorrido en la Brigada de Investigaciones de dicha ciudad, hoy convertido en Espacio de la Memoria. Del mismo modo que en la oportunidad anterior, se contó con la presencia de personal de la Policía Federal que registró de manera audiovisual todo el recorrido.
¿Usted cómo estaba? –preguntó el juez.
Yo estaba vendado – comentó Genson.
¿Y usted cómo estaba? –le preguntó a Araceli.
Cubierta con una frazada, por eso veía todo –dijo.
De esta manera Araceli Gutiérrez fue describiendo, junto a Genson, cómo habían llegado a la Brigada de Investigaciones. Señaló que ingresaron por un portón del costado y cómo los llevaron hacia una edificación que está en el patio del lugar. Describieron situaciones, grandes horrores como las torturas y mencionaron todo tipo de detalles que describían el lugar y que aún persisten.
Acá en la casa de al lado había una nenita que lloraba y a Elizari le decían que habían traído a sus hijos y le decían “Mirá, sentí cómo los estamos tratando” y entonces le agarró un ataque… y se perdió – comentó Araceli.
El Juez se mostró interesado en cada uno de los sitios que se recorrieron, preguntó con insistencia muchos detalles, buscando la forma de comprender de manera general el trato que sufrieron las víctimas. Dirigió la inspección ordenando filmar y fotografiar los lugares que se relataban y solicitando permiso para ver todo aquello que se pudiera.
¿Tiene idea de quiénes podían estar acá? –preguntó el Juez.
Se escuchaban las voces Mario Méndez, los Fernández y Cassano -agregó Genson.
La Brigada de Investigaciones de Las Flores está en el centro de la ciudad, rodeada de casas y frente a escuela, de ahí que entre muchas de las cosas que ayudaron a descubrir el lugar fueron característicos los sonidos de los chicos en la escuela. Otra de las particularidades tiene que ver con que Araceli pudo ver mucho más. Allí relató que le habían golpeado un ojo y tuvieron que sanarlo. Esto provocó que un policía tuviese que atenderla y de esta manera pudo verle la cara. Ese policía, según contó Araceli, luego brindó testimonio en la CONADEP y fue un elemento para identificar el lugar.
En realidad el que me dijo que habíamos estado acá fue mi papá, que estaba del otro lado con mi hermana y mi cuñado. Yo vi la ropa de mi hermana, un vestido que era de embarazada y había unos tarros de leche nido que mi cuñado había pitado para poner café, azúcar, esas cosas… Hasta esa miseria de robarse los tarritos… En el baño tenían todas las cosas que habían sacado de la casa de mi hermana… -dijo Araceli.
Los rostros de Carlos y Araceli se transformaron a partir del recorrido, sus relatos eran verdaderamente detallados y con ello un halo de crueldad describía los hechos. La inspección continuó por los calabozos de la Brigada que aún están ahí, casi intactos, reservados para la visita de quienes se presten a conocer este sitio de la memoria bonaerense. Allí continuaron contando lo que escuchaban y sentían.
Acá había un agujero que se llovía, que ahora lo han tapado… ah no, ¡acá está! –dijo al encontrar lo que describía- Por ese lugar se llovía, acá estaba con Graciela Follini… -continuó.
Los rostros de Araceli y Carlos se quebraron sobre el final y fue el momento menos esperado. Uno está acostumbrado a escucharlos hablar, contar, describir con tanta naturalidad que a veces olvida el origen de todo, sin embargo ahí estaban, conmovidos.
Bueno, ya es suficiente –dijo el Juez. Entendió que no era necesario continuar, que el relato como prueba judicial se estaba transformando en un recuerdo tormentoso.
La Brigada de investigaciones de Las Flores fue uno de los primeros lugares a donde el ejército llevó a quienes acababa de secuestrar. Allí también, fue la última vez que muchos escucharon la voz de sus compañeros, sus amigos, o sus familiares – Este lugar me pone mal porque acá estuvo mi hermana –dijo Araceli. Cerca de las 11.30 hs culminó la inspección en Las Flores y comenzó el viaje hacia la Unidad N° 7 de Azul. Allí volverían, por primera vez luego de las detenciones, no sólo quienes fueron secuestrados sino también sus familiares.
Azul: Unidad N°7
Alrededor de las 12.45 hs se llegó a la Unidad N° 7 de Azul. Allí ya estaban esperando otros testigos junto a sus familiares: Eduardo Ferrante, Mónica Fernández, Mario Gubitosi y Alfredo Zorrilla, a quienes se sumaron Carmelo Vinci y Carlos Genson. Al ingresar al predio de la Unidad Penal y realizar los trámites de control correspondientes, algunos reflexionaban que por ese mismo lugar muchos familiares pasaron infinidad de veces para ir a visitarlos. Este también era un lugar de recuerdo para ellos.
Para las 13 hs había muchas personas en el lugar y dispuestas a ingresar para registrar, acompañar y conocer. Sin embargo, a último momento, el Juez decidió que sólo ingresaran los testigos acompañados por unos pocos familiares. El resto, incluida la prensa, debería esperar afuera. Así fue como no pudimos registrar ese momento.
Que te digan que podés pasar y después te digan que no… Yo lo viví todo el tiempo… – dijo uno de los familiares que se quedó afuera.
Pasaron alrededor de 50 minutos. Los familiares afuera hablaban de temas variados, solo mezclado con alguna anécdota asociada a lo vivido décadas atrás en ese lugar. Una de ellas fue la que registró el día que los familiares fueron a visitar a los detenidos y les dijeron que ya no estaban. Allí la incertidumbre y la desesperación provocaron que uno de ellos buscara, por todos los medios, que alguien les sugiriera dónde podían estar ya que esa información no se la quisieron brindar. Insistente logró, casi en secreto, que les dijeran que estaban en La Plata y allí, entre las dos Unidades Penales que existían, finalmente los pudieron encontrar. Esta anécdota podría haber pasado desapercibida, pero no, estaba ahí, hecha voz, en el mismo lugar que 40 años atrás. Los testigos salieron conformes, sintieron que el Juez estaba atento, insistente en las preguntas y detalles, que conocía la historia que se intenta demostrar judicialmente. Contaron cómo recorrieron la Unidad Penal, como identificaron las celdas, los diferentes niveles que la cárcel tiene, a quienes vieron y cómo era el trato. Allí se mezclaron las historias del caso LOSA con las de los detenidos en Monte Pelloni.
Tandil: ex CCD La huerta y Comisaría 1ª
Finalmente el último tramo de las inspecciones oculares llegó a Tandil. Allí, cerca de las 15.30 hs, los testigos se adentraron nuevamente en el ex Centro Clandestino de Detención “La huerta”. Este sitio, administrado aún por el ejército, está en completo abandono, lo demostraron los pastos altos que complicaron un poco el ingreso. Hay que tener en cuenta que la casa que fue escenario de la tortura y el cautiverio está a más de 1 kilómetro adentro del ingreso principal y está rodeado de árboles que impiden su vista desde afuera. Fue ingresar a un lugar abandonado que esconde historias de terror.
En “La huerta” estaba Alberto Hermida, otro de los testigos que aportaría datos en este nuevo lugar. A él se le sumarían los relatos de Eduardo Ferrante y Mónica Fernández. Ésta vez estarían acompañados de todos sus familiares y algunos conocidos de aquella ciudad que se incorporaron al recorrido. Ruiz Paz nuevamente estuvo atento a todos los detalles, preguntó cómo fue el ingreso, qué recordaban, qué vieron y qué sintieron.
Cuéntenos, cuente y vaya llevándonos – le dijo el Juez a Hermida.
Me trajeron en un unimog, a Lafitte, al chileno Vargas y a mí – contó Hermida.
Así comenzó el relato, mientras caminaba entre los pastos altos y los árboles frondosos del lugar. Un detalle fue que la recorrida, por ser en un lugar que le pertenece al ejército, estuvo acompañado por dos militares que atentamente escuchaban lo que allí había ocurrido. Los relatos eran personalizados, el Juez preguntaba de manera individual y quiso que cada uno pudiera relatar su experiencia y sus recuerdos. Así, primero se ingresó a lo que era la casa donde estuvieron detenidos, se registraron los ambientes y se reconoció el baño y la cocina.
Cuando sentía que venía la camioneta, me hervían los pies. A la noche no dormía. Por ahí traían a alguien a la rastra después de la tortura y lo tiraban ahí y decían “traigan al otro” No sé si había otro… Mire cuando a mí me bajaron de la camioneta me dijeron: “Vas a tener tu destino, no intentes escaparte porque te vamos a matar. Así que quédate piola” – contó Hermida.
Luego de Hermida el Juez le pidió a Fernández que relatara sus vivencias, si recordaba en qué habitación había estado. Fernández dudaba, no tenía una referencia clara de cual de las tres habitaciones era en la que ella había estado pero claramente identificó la cocina y allí relató una anécdota de absoluta perversión.
Ésta era la cocina, acá cociné – mencionó Mónica Fernández.
¿Y cocinó para usted o para los guardias…?, preguntó el Juez.
No sé qué cociné pero cociné para todos, había ollas grandes… – respondió.
El lugar está sin techo, apenas quedan las paredes y algún rastro de qué función cumplía cada espacio. Ruiz Paz preguntó de todo, si había puertas, cómo pedían ir al baño, qué ropa usaban, qué comían, qué escuchaban…
Las cosas que yo pude identificar son la ruta y ver las torres de alta tensión – mencionó Fernández.
En este tramo también se sumaron el Dr. Guillermo Torremare en representación de la APDH, y el Dr. Manuel Marañón, en representación de la Secretaría de DDHH de la Pcia. De Bs As.
¿Qué recuerda de éstos ámbitos? – preguntó Ruiz Paz a Ferrante.
Recuerdo el baño y las paredes. Recuerdo que en la habitación estaba en un camastro, esposado y encapuchado y no estaba tan cerca del baño, así que debe ser alguna de estas otras habitaciones – dijo Ferrante descartando la habitación más cercana al baño.
Uno de los aspectos más descriptivos del horror tuvo que ver con los sonidos de la tortura. Todos señalaron que el lugar para esas prácticas no estaba en la casa sino en un galpón que estaba afuera. La característica de ese galpón es que es de chapa y lo que se recordó es cómo los gritos retumbaban y se oían desde la casa. Cerca de las 16:.0 hs terminó la inspección ocular en “La huerta”. Muchos de los presentes era la primera vez que se acercaban al lugar. No hay duda de que el juez preguntó por todos los detalles necesarios mediante preguntas que generan un necesario ejercicio de recuerdos. Con ello deben hacerse presente imágenes, sonidos, texturas, olores, sensaciones que aparecen, que vuelven como fantasmas, aunque esta vez para hacer justicia. El clima de la jornada fue mutando a lo largo del día. Desde las 10 de la mañana el calor fue dominante y a medida que pasaban las horas el día se fue tornando pesado y húmedo. Lentamente se pasó de un día soleado a un cielo completamente nublado, con algunos truenos sobre el final que anticipaban una lluvia ya pronosticada. Al llegar a la Comisaría 1ª la lluvia se hizo presente con fuerza.
Apenas pasadas las 17 hs el grupo, ante el comisario, relató los hechos que hace 40 años los habían llevado a este lugar. Muchos de ellos pasaron por la comisaría previo al Consejo de Guerra (juicios militares con los que el ejército pretendió justificar sus detenciones clandestinas). En esta oportunidad aportaron datos Genson, Vinci, Ferrante y Fernández y las principales descripciones tenían que ver con los calabozos. El comisario a cargo advirtió que hubo varias modificaciones en el lugar y que muchas de las descripciones que se hacían se correspondían con otro diseño que tuvo anteriormente el lugar. El Juez consideró que era importante ver los calabozos y tratar de poder describir la antigua ubicación de los espacios, por esta razón el ingreso hacia esa zona de la comisaría fue nuevamente con pocas personas. El comisario comentó que había gente detenida y por ello no podían ingresar todos los presentes.
En este momento la lluvia era torrencial y complicaba el ingreso a los calabozos desde el patio, que era el lugar que indicaban los testigos en sus descripciones. Sin duda la lluvia entorpecía el acceso pero luego de un tiempo decidieron hacer el recorrido igual. Pese a los cambios que la comisaría sufrió a lo largo del tiempo, pudieron identificar varios lugares y así finalizar la jornada. Ya sobre el final, y en medio de los saludos de despedida, algunos de los testigos intentaron recordar al Juez el pedido para que el Juicio finalice en Olavarría. Allí Ruiz Paz resolvió rápido y apenas dijo que lo tenían presente.
Fue una jornada extensa, mucho mayor que la ocurrida dos semanas atrás. Comenzó a las 10 hs en Las Flores y terminó cerca de las 18 en Tandil. Fue intenso, diverso y sólo en una inspección participaron las defensas: en la Unidad N° 7 de Azul cuando se hizo presente la Dra. San Martín. Fue una nueva jornada histórica para Olavarría pero también fue reveladora porque expuso un circuito regional de operaciones para la represión del Estado. Se visitaron cuatro ciudades para poder registrar los recorridos del horror que sufrieron aquellos jóvenes 40 años atrás. En cada lugar se pudo advertir una diferencia sustancial para su exposición pública. No es lo mismo un ex CCD como el de Las Flores, abierto al público y con personal que lo conduce; que el ex CCD “La huerta” administrado por el ejército y en completo abandono. Tampoco lo es la Unidad N° 7 o la Comisaría 1ª, sitios testigos de la dictadura, que aún funcionan porque son parte del Estado y cumplen funciones en la actualidad. En esta jornada se advirtieron muchas cosas que serán materia de análisis y reflexión pero hay una que está firme y es inevitable. Y es que hay heridas que no sanan y cuyo mejor remedio es la justicia.