OMAR GIULIANI “La pobreza se utiliza como herramienta de control social en nuestro país”
Luego de que UNICEF diera a conocer que el 48% de los menores de edad de nuestro país es pobre, Omar Giuliani, referente de la organización Encuentro, Niñez y Territorio, analizó la situación de Argentina y las posibilidades de transformar la realidad.
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(No todo está perdido – Radio Universidad FACSO FM 90.1) El alto porcentaje de niños y niñas en situación de pobreza en Argentina es alarmante. En este contexto, la organización “Encuentro, niñez y territorio” es una de las instituciones que provee espacios para contener a los jóvenes que se encuentran en esta situación. “Argentina no ha pasado por una crisis climática ni ninguna guerra. Gran parte de esta pobreza es estructural, no es coyuntural. (…) La niñez está siendo abandonada y esto es un plan sistemático” resaltó Omar Giuliani, referente de la organización. Quien además hizo hincapié en pensar no sólo la pobreza en términos de alimentación sino también vinculada a la salud, la educación y todos aquellos derechos básicos que corresponden a una vida digna. Por otra parte, Giuliani insistió en la posibilidad de transformar esta realidad trabajando con los jóvenes. “La niñez es el lugar más fértil que tenemos para sembrar aquello que soñamos como país y ahí es donde nosotros sembramos. (…) Nuestros niños y niñas son sujetos políticos, capaces de pensar y construir su propia historia” subrayó en declaraciones a Radio Universidad.
¿Cómo se llega a la afirmación de que casi la mitad de los menores de edad de nuestro país es pobre?
A veces las estadísticas hasta pareciera que quedan cortas con respecto a lo que vivimos cotidianamente nosotros en cada uno de nuestros espacios de trabajo. Esa cifra para nosotros tiene nombre propio. También está el informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) que habla de un 60% de la niñez empobrecida. Más allá del porcentaje o del número concreto, es una barbaridad en un país donde la riqueza sobra.
Lo que hay que plantear en primer lugar es que no estamos en un país pobre, en todo caso estamos en un país empobrecido y esto empieza a tener otra connotación aún más dramática. Argentina no ha pasado por una crisis climática ni ninguna guerra. Gran parte de esto es algo estructural, no es coyuntural, no es algo que se haya dado solamente en los últimos años. Es una pobreza estructural que viene desde hace mucho, estamos hablando de generaciones empobrecidas. Estamos hablando de un país que ha postergado la vida digna de nuestros pibes y pibas. La niñez es el terreno más fértil para sembrar el país que queremos, que soñamos. Imaginen que estamos sembrando hambre, violencia, abandono y esta es la sociedad que vamos construyendo. Es verdaderamente grave e insisto en pensar en que hay una pobreza estructural.
Nosotros tenemos distritos como por ejemplo Moreno donde hace tres meses que no tienen clases porque explotó una escuela y murieron dos trabajadores. Es un distrito que tiene alrededor de 600.000 habitantes y tenes miles de niños y niñas que no van a la escuela porque no está en condiciones edilicias. Estamos hablando de esa pobreza. No solamente de la pobreza en términos de alimentación sino también vinculada a la salud, la educación, el agua potable. Todo eso construye vida digna o indigna. Estamos viviendo en un país donde gran parte de la niñez se constituye en esa forma de vivir, donde conviven con espacios que no son adecuados para vivir dignamente. La escuela intenta alimentar y no puede educar porque es muy difícil educar cuando hay hambre, cuando se trata de barrios donde la violencia es moneda corriente. La situación es muy grave y por eso decimos que el hambre es un crimen. Y si es crimen, hay alguien que lo comete. Eso tiene que ver con una sociedad y un gobierno que abandona a nuestros niños y niñas.
Hace pocos días se realizó el G20 en nuestro país, ¿sentís que se ocultó esta situación?
Se sacó a todas las personas en situación de calle y se militarizó toda la ciudad de Buenos Aires para albergar a los principales responsables del genocidio a nivel mundial por la hambruna, las guerras y la concentración de las riquezas. Para mostrarle un país distinto a estos señores, sacamos a nuestros pobres de las calles. Transitar esos días en Capital fue un escenario de una ciudad sitiada por los responsables de la muerte a nivel internacional.
En relación a la pobreza estructural, ¿cómo podemos hacer para aportar pensando en transformar esta situación que atravesamos?
Desde la organización estamos convencidos de que es posible construir un mundo distinto donde quepan todos los mundos. Como decía anteriormente, la niñez es el lugar más fértil que tenemos para sembrar aquello que soñamos como país y ahí es el lugar donde nosotros sembramos. Sembramos solidaridad, fraternidad, comunidad, trabajo cooperativo. Nuestros niños y niñas son sujetos políticos, capaces de pensar y construir su propia historia. Pero tienen que tener la posibilidad y el desarrollo para construirla, para pensar que es posible vivir de otra manera. Nuestras organizaciones son muestra de eso, de ese país que queremos.
Ese proceso organizativo con esos niños y niñas que el sistema ha abandonado y ha dejado a los márgenes de la vida digna tiene como objetivo reconvertirlos en un espacio donde el abrazo es la esencia de nuestra vida. La presencia pedagógica en la posibilidad de construir otro mundo es nuestra esencia de vida. Eso es posible en la medida en que nos organicemos y pensemos que no alcanza con nuestros espacios organizativos y que hay que apostar a espacios de construcción superadores. Nosotros tenemos la posibilidad de mostrar que con trabajo, abrazos y con la construcción de valores diferentes a los de este sistema, nuestros pibes y pibas pueden soñar y construir un mundo distinto. Quizás suena muy utópico, pero quienes transitamos la vida con esos jóvenes podemos ver que esa transformación es posible. Desde los espacios organizativos tenemos que pensar que tenemos que incidir y poner en agenda pública que hay otra posibilidad de niñez, de vida.
Históricamente en nuestro país, los procesos de poder han pensado que la juventud era parte del enemigo público número uno. Hay que construir otros espacios públicos que tengan una mirada sobre lo que hay que hacer con los jóvenes. Hay miles y miles de trabajadores en la educación que apuestan a otro mundo. Insisto en esto porque de lo contrario parece que nos quedamos en discursos macropolíticos y muy utópicos. Nosotros convivimos con eso y podemos asegurar que es posible construir otra historia. Pero eso debe tomar carácter de política pública y para ello es necesario que nos organicemos y seamos miles los que pensemos de esta manera. Nuestra niñez está siendo abandonada y esto es un plan sistemático. La pobreza se utiliza como herramienta de control social en nuestro país.