3 AÑOS DEL ASESINATO DE GABRIEL GODOY “La justicia es injusta, casi siempre”
El 25 de abril de 2016, un agente de la DDI de drogas ilícitas de Quilmes, Emiliano París, disparó por lo menos cuatro veces contra Gabriel Godoy y Braian. Gabriel tenía 15 años, murió en la calle con tres disparos en el cuerpo, dos por la espalda; Braian logró escapar y llegó herido al hospital de Wilde. La UFIJ 3 de Quilmes requirió la elevación a juicio e imputó al policía por homicidio en exceso en la legítima defensa. Mientras tanto, París sigue en funciones. A tres años de su muerte, la familia de Gabriel lo recordó en el cementerio de Ezpeleta, frente a su tumba, en una ceremonia íntima: “Acá le rezamos y sentimos que lo tenemos un poco cerca, porque ya nadie nos lo va a devolver”, dijo su mamá.
ANDAR en Quilmes
(Agencia Andar) “Uno es pobre, y lo recuerdo así con lo poquito y lo mejor que pudimos darle. Creo que él debe estar contento con eso”, dice Alejandro, el papá de Gabriel. Este 25 de abril, se cumplieron tres años del asesinato de Gabriel Godoy, su familia decidió recordarlo en una pequeña ceremonia. Frente a la tumba, el párroco de la capilla ardiente del cementerio de Ezpeleta leyó una oración de la biblia y bendijo la celebración. Luego se fue y sólo quedaron la mamá, el papá, la prima, la abuela y los tíos de Gabriel. “Es la forma de estar un poquito más cerca de él”, siente Paola, su mamá.
El 25 de abril de 2016, el agente de la Delegación Departamental de Investigaciones de tráfico de drogas ilícitas y crimen organizado de Quilmes, Emiliano París, disparó por lo menos cuatro veces contra Gabriel y Braian; tres disparos dieron sobre el cuerpo de Gabriel, que murió en la calle, el otro hirió en la espalda a Braian que logró escapar y llegar hasta el hospital de Wilde.
En la declaración indagatoria, París dijo que estaba estacionado con su vehículo particular frente a la casa de su novia, cuando los jóvenes quisieron robarle la camioneta y lo atacaron con un arma pero la bala no salió. Primero dijo que él disparó dos veces, después que fueron dos o tres y que lo hizo para defenderse de la amenaza. Sin embargo, el informe de la autopsia sobre el cuerpo de Gabriel advierte “un patrón de ejecución” y varios testigos desmintieron la versión policial y aseguraron que Gabriel no estaba armado, que el revólver fue plantado.
Después de disparar, París llamó a sus compañeros de fuerza que rápidamente tomaron el control de la escena. “París en todo momento estuvo ahí; cuando llegaron mi hermana y mi papá, los apuntó con el arma y los amenazó con disparar si se acercaban. No habían vallado el lugar, pasaban por arriba del cuerpo de mi hijo como si no estuviera, hasta llegaron a pisarle la mano”, recuerda Paola.
Los disparos fueron alrededor de las 9 de la noche, la asistente de la fiscalía de turno llegó pasada la medianoche con Gendarmería. “Para ese entonces, los amigos de fuerza de París ya habían limpiado toda la escena, recogieron las vainas servidas. Se comportaban con una confianza, se reían y burlaban de nosotros, con una despreocupación, como si supieran que esto iba a quedar así nomás, que iban a tapar todo”, agrega Alejandro.
Cuando Paola y Alejandro llegaron al lugar y quisieron acercarse al cuerpo de Gabriel, otra vez París los detuvo intimidándolos con el arma. Mientras esperaban detrás del cordón policial, les acercaron una manta; cuando la mamá de Paola la desplegó para cubrirse, se cayó un arma; la policía fue directamente a buscar a Alejandro y lo detuvo por resistencia a la autoridad. “Me tuvieron detenido siete días. Siete días con ese dolor de saber que mi hijito estaba muerto y que yo ni siquiera podía llorarlo. Siempre recuerdo ese dolor, no me dejaron ni llorarlo”.
Alejandro fue sobreseído de esa causa en un juicio por flagrancia al determinarse que el arma no le pertenecía sino que había sido introducida en la manta que le acercaron a la familia. La misma noche de la muerte, los amigos que se habían acercado al hospital de Wilde donde estaba internado Braian denunciaron que compañeros de París fueron hasta allí a amenazarlos.
Para Paola y Alejandro, las cosas no terminaron esa noche. La causa armada fue la primera de una serie de acciones de persecución, hostigamiento y amenazas. “París andaba por el barrio y se paraba con el móvil policial y nos miraba, como intimidándonos o esperando que reacciones. Otra vez me lo crucé y me grito que lo había matado por chorro, que era chorro como su padre”, cuenta Paola.
Paola y Alejandro también sufrieron cuatro allanamientos, siempre de madrugada y con violencia; el último fue el peor: “Destrozaron todo, me plantaron un arma y me llevaron detenida”. En todos los hechos participó la comisaría segunda de Quilmes, es decir, compañeros de fuerza de París.
Luego de ese hecho, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que patrocina a la familia de Gabriel, presentó un habeas corpus preventivo que fue aceptado por la jueza Julia Márquez. La justicia ordenó a los agentes de esa departamental cesar el hostigamiento hacia los padres y vedar la participación de efectivos de la comisaría segunda de Quilmes en cualquier procedimiento que involucre a Paola y Alejandro. “Con el habeas ya no tuvimos más allanamientos y esa persecución se apaciguó, por ahora”, aclara ella.
La causa elevada a juicio
“Sin el apoyo de la Comisión esto ya estaría tapado”, agradece Alejandro. “Uno, sinceramente, a veces se levanta con ganas de dejar todo por la impotencia que da la injusticia”, agrega. Algunos días después de la muerte de Gabriel, los padres se acercaron a la CPM y, desde entonces, el organismo asumió el patrocinio de la familia. Ya habían pasado casi 20 días cuando la CPM y los familiares fueron a la fiscalía a mirar la causa; el entonces titular de la UFIJ 3 de Quilmes, Andrés Nievas Woodgate, no había realizado aún ninguna diligencia para investigar el hecho.
Las irregularidades y arbitrariedades en la instrucción estuvieron desde el principio: la escena del crimen no se preservó y estuvo tres horas bajo el control de la Policía Bonaerense, la misma fuerza que integra el principal imputado; no se secuestraron ni el arma reglamentaria ni los casquillos y tampoco se realizaron pericas sobre París. Todo estaba preparado para encubrir el crimen y desgastar a la familia.
“Uno no sabe qué hacer. Nos atienden mal, nos maltratan, nos amenazan. Quedamos nosotros tres, con Alejandro y mi mamá, y una tiene miedo de que le pase algo a ellos. La justicia es injusta, no a veces, casi siempre; en los casos así, nadie quiere meterse con la policía. Fue difícil y todavía lo es, porque no sabemos qué nos puede pasar hasta que se termine, o lo acusen al tipo o no, no sabemos lo que va a pasar”, dice Paola. “Ellos creían que iban a poder tapar todo”, insiste Alejandro.
Los familiares, con el patrocinio de la CPM, fueron empujando la causa: fueron ellos quienes presentaron a los testigos que empezaron a poner en duda la versión policial. Las primeras personas en llegar al lugar donde estaba muerto Gabriel coinciden en señalar que no vieron ningún arma al lado de su cuerpo como indica el acta labrada esa noche. Los padres saben y aseguran que Gabriel no estaba armado. A pesar de las coincidencias en las declaraciones, la fiscalía siempre intentó buscar contradicciones o pretendió, directamente, de desacreditar a los testigos.
La autopsia sobre el cuerpo del joven aporta otro dato contundente: todos los disparos fueron ejecutados a larga distancia; uno impactó en el tórax de frente, los otros dos en la zona lumbar y en el brazo derecho, con una trayectoria de atrás hacia adelante, es decir, de espalda.
A pesar de todas estas pruebas, París recién fue llamado a declaración indagatoria más de dos años después de los hechos. Antes, la CPM había pedido que el fiscal Nievas Woodgate fuera apartado de la causa; aunque ese pedido no prosperó, en 2017 Martín Conde asumió la titularidad de la UFIJ 3 de Quilmes.
Un par de semanas antes de cumplirse el tercer aniversario del asesinato de Gabriel, el fiscal Conde entendió que había pruebas suficientes en la causa para requerir la elevación a juicio e imputó al agente de la Bonaerense Emiliano París por homicidio agravado en exceso de la legítima defensa contra Gabriel, y por lesiones graves contra Braian.
“Justicia sería que este tipo no esté más en la calle con un arma, que quede desafectado. Todos los días pienso que puede volver a matar”, dice Alejandro. A pesar de la imputación en su contra, Emiliano París sigue en funciones. Tras la notificación del fiscal Conde, la CPM prepara una presentación en Asuntos Internos para que el agente sea sancionado administrativamente hasta tanto se realice el juicio.
Gabriel merece algo de justicia, esa justicia que casi siempre suele ser injusta y darle la espalda a los pobres. “Era nuestro único hijo, nos invade el vacío y el dolor todo el tiempo. Lo poquito que tuvimos fueron esos 15 años que estuvo con nosotros”, cierra Alejandro.