La exclusión es invisible a los ojos
ANDAR en Chapadmalal
(Agencia) ¿Qué vemos cuando salimos a la calle? ¿A quiénes vemos? ¿Quiénes son visibles y quienes no? ¿A qué y a quiénes les tenemos miedo? ¿Queremos vernos?
Todas estas preguntas quedan resonando después de ver el video ficcional que presentó el grupo de chicos del Programa ENVION del barrio Villa Ángela de Ituzaingó en el auditorio 8 de Chapadmalal. La historia que cuentan es sencilla: una pareja de clase media saca a pasear a su hijo en el cochecito, y al bebé se le cae un zapato. Un cartonero que está trabajando en la calle lo ve, lo recoge, e intenta -en vano, ya que no es visto ni escuchado- devolvérselo a los padres. En el camino, los vecinos le advierten a la pareja de la pérdida, y ellos agradecen la preocupación. Mientras tanto, otras situaciones van sucediendo: una mujer es víctima de violencia por parte de su pareja, un comerciante le vende alcohol a unos pibes, otro roba un celular y lo vende, hay chicos descalzos limpiando vidrios en los semáforos…..y nadie ve nada. La historia, con ligeras variaciones, está basada en un cuento que les llevó uno de los profes para motivarlos.
Luciano, Gabriel, Débora, Lihuel, Janet, junto a los tutores del grupo ENVION Matías y Rodrigo, decidieron contar lo que ellos ven en su barrio de Ituzaingó y llamar la atención a quienes no pueden o no quieren mirar lo que pasa a su alrededor. “Esas situaciones las fuimos pensando y eligiendo porque en el barrio hay discriminación y muchos prejuicios”, comentan los chicos. “Dicen que a ENVION va gente diferente, que somos vagos, mantenidos”, remarcan sobre la mirada que tienen sobre ellos. ENVION es un programa de inclusión para jóvenes que tienen entre 12 y 18 años, a los que se les paga una beca de 350 pesos para que participen de diferentes proyectos, y al que concurren dos veces por semana a contraturno de la escuela y del trabajo. “Con este video queremos demostrar que nada que ver; que este proyecto nos ayuda a todos los jóvenes y está bueno; que sepan que es todo lo contrario a lo que dicen”, reafirman.
Los chicos están felices con el video que lograron y hasta se les cayó un lagrimón –como contó risueñamente Rodrigo- cuando los aplaudieron de pie después de la proyección en Chapa. Todos participaron en el debate, pero además pensaron las situaciones propias que querían reflejar, actuaron tomando los diferentes roles, y sobre todo se divirtieron mucho haciéndolo. “Fue una decisión usar el humor”, dicen “porque ayuda a que la gente reflexione pero también se ría; a pesar de tocar temas serios, decidimos poner un toque de humor para que no sea tan duro”, acota Matías, uno de los tutores. “Para que te dés una idea, el bebé mide 1m83cm y calza 46”, dicen entre carcajadas.
El juego de espejos entre la ficción, el barrio, los roles y la mirada que en Villa Ángela tienen de ellos como jóvenes, sale a la luz entre las reflexiones, los deseos, las ganas de que las cosas cambien. “Queríamos decir que hay personas invisibles que hacen cosas buenas, mientras que hay gente que parece que es gente buena y hace cosas malas”, comentan. Matías, profesor de los chicos y coordinador del ENVION de Ituzaingó, agrega que con el trabajo quisieron mostrar “que se puede ver fácilmente la falta en ciertas clases sociales y no en otras que les falta muchas más cosas pero que están naturalizadas. La gente está acostumbrada que haya chicos trabajando, que haya violencia de género, que haya discriminación”.
El cuento inicial fue adaptado a las cosas que querían contar de Villa Ángela, “un barrio tranquilo pero con algunos problemas” como ellos lo definieron. Una de las modificaciones es la inclusión de un cartonero que encuentra el zapato (en el original es el propio padre que se lo guarda en el bolsillo para que no se le vuelva a caer), pero que no es visto ni escuchado por la pareja a lo largo de todo el recorrido. “No sólo eso, cuando finalmente lo ven, lo toman como peligroso, se asustan y se meten adentro de la casa”, explican. Cualquier similitud con nuestros tiempos, no es pura coincidencia.
El video fue aplaudido de pie por el público que había colmado el auditorio 8. Para los chicos, fue una experiencia increíble: “estábamos nerviosos, no sabíamos que la gente se iba a levantar a aplaudir. A todos nos pasó lo mismo, nos emocionamos, fue muy lindo, nos pone contentos, estamos orgullosos de lo que hicimos”, coinciden entre todos.
Ya lo presentaron frente a los grupos de ENVION de Ituzaingó y sus familias en la Municipalidad, pero sueñan con llegar a participar de algún concurso de cortos amateurs y poder verlo proyectado en algún cine. “queremos que sea masivo para que la gente tome conciencia”, dicen. “Porque no tenemos que naturalizar las cosas que vemos, y aprender que cuando alguien necesita una ayuda hay que ayudarlo: al cartonero, a la mujer que la golpea el marido. Hay que comprometerse, no ocultarse, salir, defender. Queremos que la gente sea más solidaria, antes la gente no desconfiaba tanto del que tenía al lado”.
Para el coordinador Matías, lo más importante fue haber logrado ese espacio de compromiso por parte de ellos, y de escucha por parte de los demás: “ellos pudieron sentir que lo que hicieron fue algo importante. Y eso es algo que hay que destacar. Se escuchó su voz, y no hay muchos lugares en donde esto suceda. Y ellos tienen mucho para decir: cuando se los estigmatiza en el barrio, cuando les dicen que son vagos o que no hacen nada, esto es una respuesta a eso”, concluye. Y la importancia de ese ser vistos, lo resume el otro Matías, que se puso en la piel del cartonero y resume su paso por Chapa diciendo que lo que se lleva es el reconocimiento de la gente y de ellos mismos. “Nosotros reconocimos que hicimos el esfuerzo y se notó”, dicen. “Nos llevamos el sonido de la gente aplaudiendo de pie o riéndose en alguna de las escenas. Eso”. Nada más y nada menos.
Si querés ver el video