EDUCACIÓN Y JUVENTUDES “La escuela secundaria aún es un tema de debates y preocupaciones”
La magister Claudia Bracchi indaga en la noción de juventudes, las innovaciones que deben implicar los cambios de normativas y el papel de las instituciones educativas.
ANDAR en las escuelas
( AC-FACSO) Claudia Bracchi es docente de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata y de la Facultad de Bellas Artes, además es magister en Ciencias Sociales con orientación en Educación por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Fue directora provincial de Educación Secundaria de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires desde 2007 hasta 2015. Durante esos años tuvo la responsabilidad político-pedagógica de implementar la Ley de Educación Nacional y Provincial en el nivel secundario, cuyo gran cambio consistió en hacer obligatoria una escuela que no lo era. En el marco de las IV Jornadas “Infancia, violencia y sociedad” desarrolladas en Azul, Bracchi repasó la noción de juventudes, las innovaciones que deben implicar los cambios de normativas y el rol por asumir de las instituciones educativas para generar cambios y acompañar las experiencias.
En los últimos años la investigación socioeducativa hace referencia a las nuevas juventudes o a las juventudes en plural. ¿Qué implicancias tiene esta forma de comprender a las y los jóvenes?
No podemos decir que hay una única juventud por eso es juventudes en plural, porque las experiencias de los jóvenes son diversas, heterogéneas, contingentes. El campo educativo y la escuela secundaria deben reconocer que esas experiencias son diversas. Seguramente tendrán trayectorias educativas que van a ser distintas, que van a desarrollarse de diversa forma. Por eso los docentes tenemos que trabajar y conocer cuáles son estas juventudes y cuáles son las prácticas culturales que tienen los jóvenes en este tiempo. A veces los docentes tenemos una mirada adulto-céntrica sobre los jóvenes o una mirada sobre una teoría del déficit, de lo que les falta. Y no se trabaja desde una perspectiva de las potencialidades. Entonces rápidamente decimos: “No participan, no leen, no les interesa nada…”. Y en realidad los jóvenes leen y escriben de otra manera, realizan otros recorridos, tienen una vinculación muy fuerte con la tecnología, tienen formas de relacionarse y vincularse que son diferentes a cuando nosotros éramos jóvenes. Hay que desandar esta mirada de entender a las juventudes desde mis propias juventudes sino comprenderlas en el tiempo en que esas juventudes están transitando. Eso es un trabajo importante para los docentes. Los cambios sociales y culturales que atraviesan los jóvenes y que se expresan en la escuela nos hacen tener algunas incertidumbres, por lo tanto nos hace tener que revisar nuestras perspectivas de enseñanza y de vinculación. Muchas veces se señalan algunas cosas cuando, por ejemplo, uno habla de sus hijos: “Me cuesta relacionarme, tengo problemas, nuestra vida es parte de una negociación… “. Eso también pasa en la escuela. Por eso es importante reconocer esta complejidad, reconocer que las prácticas culturales juveniles tienen determinadas características.
Estamos en un momento donde hay un fuerte proceso de juvenilización: hay una valoración social del ser joven, todos quieren serlo. Y los jóvenes, ante eso, sienten que le ocupan su propio espacio. Cuando doy clases doy el ejemplo de las nuevas tecnologías o las redes sociales. Cuando los adultos empezamos a ingresar a Facebook, ellos dijeron “No, basta de Facebook” para empezar a utilizar Twitter o Instagram. Y es ahí donde el joven está en una etapa de construcción de su propia autorregulación. Desde ese lugar es importante que en la escuela podamos apropiarnos de esas reglas de juego. Hoy por hoy los jóvenes tienen una participación muy activa, y a veces a los adultos no nos gusta lo que nos dicen. Es ahí donde tenemos que dar algunas discusiones y enseñarles sus derechos y sus responsabilidades.
¿Qué cambios se han producido en lo que entendemos por juventud y sobre el lugar de la escuela en la vida de las y los jóvenes?
Están existiendo cambios muy profundos. Principalmente porque la legislación en el campo educativo tiene tan solo 10 años. Como implementación una ley lleva tiempo porque son distintos cambios sociales y culturales que no se dan de un día para el otro. Y la verdad que impactan sobremanera en términos de que antes la escuela secundaria no los esperaba a todos, por eso yo planteo el paradigma de la convivencia. Una perspectiva de la convivencia se da sobre la base de una perspectiva del derecho: de que todos tienen que ir a la escuela, de que tienen que estar, tienen que aprender, tienen que terminarla y aprender a vivir con otros. Por eso no tienen lugar las amonestaciones, no tiene lugar la expulsión, si no ¿dónde van a ir los chicos en una escuela que hoy es obligatoria?
Los cambios son profundos porque hay que revisar los modelos organizacionales, hay que revisar los vínculos en la escuela. Los procesos sociales también se dan en la escuela. Por eso hay que desandar la idea de violencia escolar: si hay algo que no es escolar es la violencia porque los profesores trabajamos para la palabra, para los vínculos, trabajamos para que aprendan, para que se puedan relacionar los estudiantes entre sí y con sus profesores. Por eso afirmo que la responsabilidad ética y política que tenemos es muy importante y maravillosa porque ahora tienen que ir todos a la escuela y tenemos la posibilidad de llegar a las mayorías. Tenemos la posibilidad de brindar las mejores herramientas a aquellos que tienen historia de ir a la escuela secundaria pero también a aquellos otros que les fue negada, aquellos otros que vienen de sectores sociales donde sus padres no fueron a la escuela, no terminaron la primaria o secundaria y ahora ellos son la primera generación de ir a la escuela secundaria. El oficio de estudiante secundario se construye y los docentes también tenemos una tarea importante en ese sentido.
¿Cómo ha incidido la obligatoriedad de la escuela secundaria en la experiencia educativa y escolar de los jóvenes?
Es un cambio profundo porque la escuela primaria que tuvo su obligatoriedad con la ley 1420 a fines del siglo XIX tardó cerca de 80 años en implementarse, en garantizar el derecho de todos a ir a la escuela primaria. Por eso sostengo que la Ley de Educación Nacional tan solo tiene 10 años y que los cambios son en términos de política educativa, pedagógicos, didácticos, desde los vínculos, pero también de la disposición que tengamos para que todos accedan. Necesitamos que en la sociedad argentina exista la apropiación cultural de que todos tienen derecho de ir a la escuela. Los docentes tenemos que hacer que los chicos accedan al conocimiento porque eso les va a dar las herramientas para que puedan armar su proyecto de vida, poder imaginarse el futuro, seguir estudiando, vincularse con el mundo del trabajo. Si ellos van a la escuela van a tener otras posibilidades, por eso el Estado tiene que generar las condiciones. Si los chicos van a la escuela, van a tener determinadas condiciones cuando sean grandes y me parece que eso es un cambio cultural importante. La batalla cultural la vamos a ganar cuando ninguna familia dude de que su hijo o hija tenga que ir a la escuela secundaria, como pasa con la primaria.
¿Qué otros procesos han afectado de forma significativa la escolarización en los últimos años?
La escuela secundaria aún es un tema de debates y preocupaciones. Principalmente porque todavía requiere de cambios en la organización institucional, sus formatos. El modelo responde a aquel 40% que asistía con determinadas condiciones materiales y simbólicas. Hoy por hoy son tan diversas y heterogéneas las experiencias de los jóvenes y sus trayectorias educativas que la escuela tiene que repensarse en su organización en términos de tiempo y espacio, en términos del análisis del aula. La repitencia como las amonestaciones son dispositivos del viejo paradigma, de la vieja escuela secundaria. Cuando un estudiante repite vuelve a cursar materias que los propios docentes le habíamos dicho que las había aprobado. Evidentemente era un mecanismo de selección porque la repitencia es una antesala del abandono, entonces nos va a tener que hacer repensar cómo son las trayectorias de los estudiantes y cómo hay que reorganizar la escuela para acompañar esas trayectorias.
¿Qué significa formar a los jóvenes para la ciudadanía?
Formar jóvenes para la ciudadanía significa que puedan elaborar su proyecto de vida, que puedan defender la democracia para acceder a sus derechos y llevar adelante sus responsabilidades. El Estado asume la formación política de los jóvenes pero discutir ideas y buscar consensos también es central de la formación ciudadana porque ellos van a tener que vincularse con la vida. Hay que formarlos para una práctica democrática en la escuela y en la vida. Y la escuela tiene mucho para decir en ese sentido: en las materias pero también en la democratización de las instituciones.