Juicio por Gabriel Blanco: “Ese día los señores de uniforme lo agarraron y a la madrugada estaba muerto”
Frente al espíritu corporativo de las fuerzas policiales, que en el tribunal presentó una fuerte pérdida de memoria sobre los hechos, se hacen oír los testimonios de los familiares de Gabriel Blanco, el pibe de 21 años asesinado en 2007 en la comisaría 2 de San Carlos, La Matanza. El miércoles pasado comenzaron las audiencias del juicio en el TOC N°5 de San Justo, presidido por Matías Mariano Deane, Gabriela Silvia Rizzuto y el juez subrogante Guillermo Lucero, que dictarán sentencia a los cinco policías imputados.
Andar en La Matanza
(Agencia) La policía dice no recordar nada de lo sucedido bajo la excusa de que “fue hace mucho tiempo”. Los familiares en cambio conservan vívida la experiencia de aquel 1 de marzo de 2007, cuando la policía detuvo a Gabriel en la esquina de la casa de su hermana en San Carlos, partido de la Matanza, aquella fue la última vez que lo vieron con vida. El siguiente encuentro que tuvo la familia con Gabriel fue con su cuerpo dentro de un ataúd, cubierto muy prolijamente con una mortaja.
Por el asesinato hay cinco policías imputados: tres acusados por torturas seguidas de muerte -el subcomisario Rubén Darío Suárez, el suboficial Ariel Emiliano Gómez y el oficial Pablo Balbuena- y del comisario inspector Claudio Horacio Hundayn y el subjefe de la comisaría Daniel Omar Dos Santos, por encubrimiento agravado en relación a los hechos cometidos contra la víctima.
“Me trajeron el cuerpo de mi hijo a mi casa, no me dejaron ir a reconocerlo a la morgue. Cuando despegamos la mortaja vimos que tenía un agujero en la frente, moretones en todo el cuerpo, tenía algunas costillas rotas y le faltaban siete dientes”, declaró Carmen Cuomo, la mamá de Gabriel Blanco. “Ese día los señores de uniforme lo agarraron y a la madrugada estaba muerto”, dijo mirando a los imputados a la cara y remarcó “ellos se creen que porque llevan uniforme son más que la otra gente, porque nosotros vivimos en la villa, somos negritos y pobres, sino que me expliquen entonces cómo creen que a un chico que se ahorca le pueden faltar todos los dientes”.
Teófilo Blanco, padre de Gabriel, recordó durante su declaración: “El comisario me dijo que mi hijo se había ahorcado y que iba a estar a disposición para lo que necesite. Pero mi hijo no se pudo haber ahorcado. Si la defensa de los policías que están acá presentes en el tribunal hubieran ido al calabozo se darían cuenta que jamás se podría haber colgado, mi hijo medía 1,83, no da el cable, ni la altura”.
Además, Teófilo detalló en su declaración los acosos que la policía le hacía a Gabriel cuando andaba por la calle “lo paraban, le pedían plata, le sacaban todo de la mochila y le tiraban la vianda que se llevaba al trabajo”. La defensa de los policías le preguntó entonces por qué no habían hecho la denuncia, a lo que Teófilo contestó: “¿Usted sabe lo que es la policía? Le voy a contar una anécdota para que se dé cuenta de qué estamos hablando. Una vez iba manejando mi remis y se subieron unos pibes. En el camino, me frena la policía, baja a los pibes del auto y los tira al piso con las manos en la nuca. Yo a uno de los pibes le digo, no agarres nada porque te van a matar. Entonces, el policía me pregunta si yo defiendo a los chorros y me lleva detenido por defender a los chorros. Somos vecinos, yo los conozco, siempre pensé que hacer la denuncia era no poder andar tranquilo en la calle”.
Durante la primera audiencia también declaró Yolanda Silveira, la compañera de ese momento de Gabriel, con la que tuvieron un hijo. “Cuando me entero que encerraron a Gabriel voy a la comisaría a buscarlo y no me dijeron nada de por qué lo tenían detenido. Tenía las manos esposadas en la espalda y estaba en el calabozo a la entrada de la comisaría. Gritaba y gritaba que no había hecho nada y se lo notaba muy nervioso. Ahí le pregunté a la señorita que estaba en la guardia si me dejaba hablar con él para tranquilizarlo. Me dijo que no, que me quede tranquila que ellos lo iban a calmar, que todavía no sabían que iban a hacer con él”, dijo.
“A la madrugada me fueron a buscar en un patrullero porque, según me dijeron, le iban a dar la libertad. Después viene un comisario y me dice que Gabriel estaba muerto, que se había suicidado con un cable en el cuello”, contó Yolanda y agregó que “el policía me preguntaba si Gabriel estaba golpeado, yo le dije que no, que Gabriel estaba bien. Yo había estado con él a la tarde, cuando fuimos a comprar las cartulinas para el nacimiento del sobrino de Gabriel”.
En la segunda audiencia declararon los policías compañeros de los imputados. El primer testigo fue el capitán Pedro García que se desempeñaba como jefe de las comisarías del distrito al momento del hecho “fui el que tomó decisiones porque fui el primero que llegó a la comisaría”, dijo, pero luego declaró no acordarse de los hechos “pasó mucho tiempo”, “he tenido tantos casos”, “trabajé 33 años en las fuerzas”.
El segundo testigo fue Antonio Héctor Rocha, chofer del móvil policial de la comisaría de San Carlos durante la noche en que mataron a Gabriel. “Los oficiales Balbuena, Alfonso, Gómez y Suarez subieron a la camioneta a una persona que estaba sobre una frazada”, dijo y luego declaró que “Balbuena entró en el hospital con el detenido y salió avisando que falleció, ‘se ahorcó’, me dijo”.
Además declararon los oficiales José Luis Alfonso, acompañante de móvil en la comisaría de San Carlos, el oficial de servicio de la comisaría, Ángel Edgardo Mercado, chofer e imaginaria -cuidaba los detenidos- de la comisaría, Mónica Gabriela Villegas, oficinista del turno diurno de la comisaría y Cecilia Natalia Vargas, ayudante de guardia de San Carlos en el momento en que ingresaron detenido a Gabriel Blanco. En todos los testimonios prevaleció el “no me acuerdo” fortaleciendo el espíritu corporativo que mantienen las fuerzas policiales en este tipo de casos de violencia institucional.
En la audiencia del viernes pasado, declararon testigos de la APDH La Matanza que hacían tareas sociales en el barrio donde vivía Gabriel y que participaron del velorio en donde la familia vio las condiciones en que estaba el cuerpo. Además, declaró Virginia Espinoza, sobrina de Gabriel, que presenció el momento de la detención cuando tenía 13 años.
También declararon testigos que estaban detenidos en la misma comisaría que Gabriel el día del hecho -y que aún siguen presos en distintos penales por lo que tienen identidad reservada. Excepto uno, que presentó la idea de que Gabriel estaba deprimido, el resto de los testigos declararon que la noche en que asesinaron a Gabriel se escucharon golpes y gritos y que luego reinó el silencio.
Se tomarán declaraciones de otros testigos durante el resto de las audiencias que continúan hasta el próximo miércoles 23 de marzo. También se realizará un ateneo criminalístico para revelar las condiciones del fallecimiento de Gabriel.