AUDIENCIAS DEL 11 Y 12 DE NOVIEMBRE Juicio Armada: “La memoria se construye a través del conocimiento”
El registro de las dos últimas audiencias el 11 y 12 de noviembre en el tercer juicio por delitos de lesa humanidad en la ciudad de Bahía Blanca.
ANDAR en Bahía Blanca
(H.I.J.O.S. Reg. Bahía Blanca) Jornada del martes 11 de noviembre: por el caso del conscripto cordobés desaparecido Guillermo Aníbal Aguilar, declaró en primer término el ex soldado José Antonio Rutti, que realizó el servicio militar con Aguilar en el Batallón de Infantería de Marina, Baterías de Punta Alta. A fines de septiembre del 76, les dan de baja luego de 18 meses en ese lugar. Al momento de salir para Bahía Blanca (donde les iban a entregar los pasajes para volverse a su ciudad natal, Unquillo) sus compañeros ven que Aguilar es apartado por el Oficial superior Lacoste y dos personas más, vestidas de militar, en el patio de Armas. Ellos se quedan con su bolso, presumiendo encontrarse con él en la estación, cosa que no sucedió. Cuando llegan a Córdoba, van a Unquillo a devolver el bolso y ver a Aguilar y se enteran por su padre que nunca regresó a su casa. Cuenta que tanto Aguilar como él militaban en el peronismo. “Después de todo lo que se vivió en este país, no me cabe ninguna duda de que lo secuestraron ahí, lo separaron de la familia, de todo, no me cabe ninguna duda. Hoy no me cabe duda de que lo desaparecieron en ese momento, cuando se despidió de nosotros, no llegó nunca a Bahía Blanca”.
En segundo lugar declaró Lucrecia Yolanda Aguilar. Cuenta que su hermano durante casi 2 años de servicio militar en Punta Alta, les escribía una carta todos los meses y que en la última de septiembre de 1976, les comunica que tenía la fecha para su baja. A fines del 76, van sus compañeros a Unquillo a buscarlo, pensando que lo encontrarían allí. Esos compañeros les cuentan a la familia que en el momento de la baja, Aguilar es requerido por Lacoste y no lo ven más. Su madre viaja a Punta Alta, para saber su paradero y le informan “Señora, su hijo salió de baja”. Este hecho significó la destrucción de su familia. “La desaparición de mi hermano, con lo que ello implica para una madre y un padre, desencadenó en que ella cayera en un pozo depresivo, ante la impotencia de no saber qué fue de él, mi padre sufrió de una hemiplejia por un ACV, mi otro hermano se tuvo que exiliar, y pasaron 20 años para que pudiera volver a verlo. Fuimos víctimas todos”. “Mi hermano estaba militando en la Juventud Peronista, sé de sus ideales de Justicia Social sobre todo, era sumamente generoso”, dijo. Militaba allí en Unquillo. La familia también sufrió un allanamiento con muchos efectivos, “rodearon la casa, entraron a los empujones y pedían por mi hermano.” Eso fue 1 o 2 meses antes de su desaparición. “Para mí, mi hermano nunca salió de la Base, fue retenido por Lacoste y a partir de allí no lo vieron nunca más”. “Necesito y pido a ustedes y a quien corresponda juzgar a estas personas nefastas que tuvimos en el país, que sean juzgadas y que paguen por todo este daño que hicieron. La única palabra que les cabe, es que son unos genocidas”.
En tercer lugar declaró Roberto Horacio Ferrero, por el secuestro de Diana Silvia Diez, su cuñada. Diana fue secuestrada de su auto, luego de que la pasara a buscar por ENTEL. Dos personas que se bajan de un auto Chevrolet 400, los interceptan y se llevan a Diana. No supo nada más hasta el 4 de febrero que fue liberada. “Fuimos a verla y era una mezcla de tristeza y alegría, estaba muy deteriorada, los tobillos marcados, en muy mal estado”. Diana les contó que fue sometida a todo tipo de vejámenes, y que estaba segura que había estado en Punta Alta. Entre las gestiones que realizaron para buscarla durante su desaparición fueron a la Curia a ver a Mayer y a Ognenovich, preguntaron por Diana y también por Horacio Russin y Néstor Grill, que también estaban desaparecidos. La respuesta fue que “en algo andarían esos chicos”. Diana estaba dentro del sindicato Foetra, estudiaba en el Juan XXIII y tenia afinidad con la JUP (Juventud Universitaria Peronista). Estando secuestrada tuvo contacto con Horacio Russin y Néstor Grill, quienes se conocían de antes, del barrio y de la Iglesia de la Pequeña obra. “A Diana le quedaron secuelas de mucho miedo y posturas que ya no querés tener más”, concluyó.
La cuarta persona que declaró fue Perla Diez, hermana de Diana. Destacó que Diana estuvo 78 días en cautiverio, sometida a torturas con picana en genitales, con grilletes en pies y manos y que al asearse debía hacerlo a la vista de los guardias. Aparte de Russin y Grill con quienes estuvo secuestrada, relató que su hermana le contó de una persona mayor que era de Punta Alta y de gente de Mar del Plata, muchas de ellas mujeres, las cuales estaban muy torturadas, con quemaduras. También le contó que le ponían colirio en los ojos que decía colirio naval y tenía el logo de la Armada. El lugar lo refiere como una construcción muy antigua y muy húmeda. Diana tenía 26 años cuando fue secuestrada, quedó con grandes secuelas psicológicas y falleció en el año 1995, sin recibir la reparación de la Justicia.
Por la tarde declaró Florentina Rodríguez de Eraldo, madre de Norberto “Bocha” Eraldo, desaparecido. Con sus 86 años declara que su hijo estuvo 2 veces secuestrado, la primera vez 25 días en el buque 9 de julio en Puerto Belgrano. Pudieron mantener correspondencia periódicamente con su hijo que era entregada en el destacamento. La segunda vez que lo secuestran lo buscan de su casa en calle O’Higgins de Bahía Blanca de madrugada, y se lo llevan: “mamá no te hagas problema, son los mismos que antes, seguro me interrogan y vuelvo” le dijo su hijo, “no fue así y al mes lo secuestran a mi marido”, dijo Flora. Cree que su marido estuvo también en Baterías pero no compartió cautiverio con su hijo. “Teníamos la concesión del Hotel Belgrano, ya no sabíamos dónde meternos, a veces dormíamos en el City Hotel, a veces debajo de un sillón, en una pensión, nos acarreó muchos problemas”. Cuando su esposo fue liberado se van a vivir a Buenos Aires. De Bocha Recuerda “Tenía mucha sensibilidad ante la desgracia de los demás y trataba de ayudar en lo que podía”.
El siguiente testimonio fue de Carlos Anselmo Eraldo, hermano de Bocha, que relata la activa militancia a principios de los 70, que tenía toda la familia dentro de la Juventud Peronista. “mi hermano indujo al resto, terminamos militando todos”. Norberto estudiaba economía y militaba en la JUP y él militaba en la UES junto a Cereijo, Ilaqua y Lofvall, todos víctimas del terrorismo de Estado. Además de estudiar tenían la concesión del restaurant y Bar del Hotel Belgrano donde trabajaba toda la familia y compañeros. Su hermano también vendía swetters, y viajaba a Mar del Plata a comprarlos. A la vuelta de un viaje es interceptado el colectivo en una razia y es secuestrado por primera vez. En averiguaciones que realiza el padre que trabajaba en la Base “Espora” le dicen que estaba en Puerto Belgrano. A los 25 días lo liberan. El hermano puede contarle que estuvo en un buque y compartió cautiverio con los hermanos Giorno y con un señor de apellido Jara. Un día su hermano (6 años mayor que él) le aconsejó no seguir militando, “la cosa viene difícil, y si te agarran la pasás muy mal, si seguís te rompo la cabeza”. Luego de eso Norberto Bocha, vuelve a ser secuestrado de su domicilio, por segunda vez, delante de toda su familia y ellos se van de la casa. No logran averiguar mucho sobre su paradero y también es secuestrado el padre, quedando él sólo con su madre y su hermanito de 5 años. Deben liquidar el Hotel Belgrano y luego de dos meses liberan al padre en muy malas condiciones. Vuelve con marcas en los pies, muy flaco, la cabeza hinchada, una franja blanca en la cabeza producto de las vendas. Su padre le dice que se cuida “son unas bestias, son unos animales, si te agarran te van a destrozar”. Les contó lo que había sufrido, que lo ataban con alambre del techo, submarino seco, picana, golpes. “Uno no puede creer que se pueda hacer algo así”, dijo. En el lugar su padre estuvo con Patricia Gastaldi, esposa de Horacio Russin quien también estaba allí, con Diana Diez, Néstor Grill, Gerardo Víctor Carcedo (que estaba muy golpeado), una chica que era gorda y se burlaban de ella, y un matrimonio que los habían traído del sur, que tenían dos nenas. Su padre supo que estaba en lo que llamaban Casamatas, al salir reconstruyó junto al padre de Nancy Cereijo, que era la Séptima Batería, en Punta Alta.
Al salir en libertad la familia se va de la ciudad y deben vivir lo que podemos decir como un exilio interno en el que las penurias y necesidades fueron innumerables. “En realidad nada de todo esto tendría que haber pasado, pero ya que pasaron quien tendría que estar acá es mi papá que se murió hace 10 años, él seguramente hubiera estado muy gustoso, de contar lo que pasó y gustoso de ver que se hiciera justicia, no tanto con él, sino por poder ver a quienes torturaron y asesinaron a su hijo mayor que él tanto quería y ver que de una vez por todas se está haciendo justicia. Por él y por mi hermano Bocha, este testimonio representa que mi viejo sepa que el legado está intacto y que nosotros seguimos parados acá y vamos a seguir adelante, porque para atrás no hay camino nunca”.
El tercer testigo fue Alejandro Fabián Eraldo, hermano más chico de Bocha, que tenía 5 años en ese momento. No tiene recuerdo del primer secuestro de Norberto, sí del segundo que se realiza delante de toda la familia y lo vive como un momento muy traumático. De su relato se desprende que lo peor fue crecer sin poder hablar con nadie de lo sucedido. “Lo que les transmito es una mirada desde la edad que tenía, lo más duro fue callarse y no saber qué responder ante las preguntas”.
El último testigo fue Luis Mario Sarmiento, compañero del conscripto Guillermo Aguilar. Ambos eran de Córdoba y realizaron el Servicio Militar en Baterías Puerto Belgrano. En octubre del 76 todos salen de baja, menos Aguilar: “Guillermo se quedó con un Teniente que era Lacoste, él lo tenía de la muñeca y él quería como salir, irse con nosotros y no pudo, lo llevaron para otro lado. Guillermo le entregó el bolso a un compañero que después llevamos a la casa del padre”. “Aguilar era un chico muy introvertido, tranquilo y pacífico, pero me dio la impresión que quería venirse con nosotros, pero no se produjo forcejeo. A Lacoste lo veíamos todos los días”.
La jornada del miércoles 12 de noviembre declararon 4 testigos por la mañana.
El primero fue Héctor Osvaldo González, por el caso Eraldo. Ambos eran de Punta Alta, tenían relación por el deporte, por la militancia en la JUP y por el buffet del Hotel Belgrano, donde eran socios. Cuando Bocha fue secuestrado intentaron mantener el negocio, pero cuando secuestran al padre, lo cerraron. En abril del 77 él también fue secuestrado y su caso ya fue juzgado en el juicio con la Causa 982. Estuvo en el CC CC Baterías y luego en “La Escuelita”.
Luego declaró Nuncio Víctor Meo, amigo y compañero de militancia de Norberto Eraldo, quien relata las circunstancias que precedieron al secuestro y posterior desaparición.
El último testigo fue Hugo Osvaldo Aguilar, hermano de Guillermo Aguilar, que contó las gestiones que realizaron sus padres para encontrarlo. En una oportunidad, amenazaron a su padre con que si “seguía investigando ellos también correrían la misma suerte”. “Mi hermano y yo militábamos en la Juventud Peronista, junto a otros compañeros habíamos formado una Unidad Básica en el pueblo de Unquillo, hacíamos como de asistentes sociales, relevábamos las necesidades de la gente pobre y hacíamos gestiones y trámites para proveer a la gente de lo que necesitara, en lo posible” “Les adoctrinábamos acerca de las tres banderas del Justicialismo, la Independencia económica, la soberanía política y la Justicia social, creíamos que con Perón íbamos a profundizar estas banderas; cuando vimos que Perón no seguía ese camino intentamos hacerlo por nuestra cuenta y constituir lo que se llamó el Partido Peronista Auténtico, que no se concretó por el golpe del 76”. Cuenta que él también fue arrestado junto a 20 compañeros, en Río Zeballos. El Ejército allanó su casa y la de sus padres, en busca de su hermano: “Se ve que no tenían coordinación entre las inteligencias porque mi hermano ya estaba desaparecido”. Luego vuelve a arrestarlo la policía de Unquillo y estuvo 2 días detenido. Tuvo que esconderse hasta que sacó el pasaporte y se fue del país. Los testigos Ruti y Sarmiento, compañeros de su hermano son quienes les dan la noticia de la última vez que fue visto Aguilar. “La familia quedó dispersa, mi hermano no apareció nunca más, yo no pude volver a Córdoba, mi padre se tuvo que quedar quieto por miedo, recién en el año 1997 regresé a la Argentina”, concluyó.