LA EXTENSIÓN 2040 DE LOMAS DE ZAMORA PRESENTÓ SU PROYECTO Jóvenes en situación de encierro participaron de jornadas en Chapadmalal
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(Agencia) Seis alumnos de la extensión 2040 que funciona en el Centro de Recepción de Lomas de Zamora -CRLZ- asistieron a la segunda tanda del Encuentro 2013 de Jóvenes y Memoria, que se realiza en el complejo turístico Chapadmalal, partido de General Pueyrredón, desde el 1 al 15 de noviembre. En su cuarta presencia consecutiva, en esta ocasión los jóvenes presentaron un video documental sobre la creación del primer Centro de Estudiantes en un instituto de encierro de menores de la Provincia de Buenos Aires.
“El video, en principio, iba a ser el relato de la experiencia de los chicos en el instituto, pero luego surgió el proyecto para la creación del centro de estudiantes y, a mitad de 2013, decidieron mostrar con un documental esta práctica de organización en la escuela. Ellos trabajaron en la designación de delegados por cada curso, las reuniones periódicas, las dinámicas de acción y de resolución de problemas, y no fue fácil porque tuvieron que superar muchas dificultades propias del funcionamiento de la institución”, explica Víctor, docente de historia y geografía de la extensión que acompañó a los alumnos a Chapadmalal.
Sentados a una mesa del buffet del hotel donde están alojados, los jóvenes se sienten “raros” por la posibilidad de moverse libremente sin ser observados. Las huellas de la vigilancia institucional sobre adolescentes de aproximadamente 16 años se expresa en frases como “pudimos conocer chicos y chicas que no nos preguntaron por qué estamos detenidos, sino que nos trataron como a iguales”, y “queremos aprovechar el tiempo en el instituto para poder tener un futuro cuando salgamos”.
Ellos saben que, para el discurso punitivo, “rescatarse” suena bien: “El juez me dijo hace unos días que mi participación en la escuela y en el Centro de Estudiantes me va a servir para obtener antes la libertad”, señala Facundo.
Minutos después de iniciada la charla, ellos logran olvidarse de esas ataduras simbólicas y se enfocan en sus acciones en la escuela: “Ninguno de nosotros sabía qué era ni para qué servía un Centro, pero fuimos estudiando con los docentes el sentido y la importancia de la organización y así nos entusiasmamos con el proyecto. El Centro es un espacio de organización democrática y participativa en el que discutimos sobre nuestras necesidades para la escuela y desde donde realizamos los reclamos a la dirección del instituto”, explica Brian.
Matías agrega que, desde el Centro, “si necesitamos algo, pedimos una reunión con el director del Instituto, con el coordinador o con el jefe de módulo. Algo que pudimos resolver desde que nos organizamos es la posibilidad de evitar las peleas y conflictos que se producían siempre entre chicos de distintos módulos al salir hacia la escuela. En el momento en que se encontraban en el aula, se producían problemas y después terminábamos todos sancionados durante varios días sin poder ir a clases. Ahora todo lo charlamos y discutimos sin llegar al conflicto”.
[pullquote]“Nos sentimos muy confiados y orgullosos porque mucha gente se emocionó cuando vio el video. Para nosotros es muy importante que nos hayan escuchado”[/pullquote]
De la charla en el buffet participan seis alumnos, pero aclaran que del proyecto audiovisual y del Centro de Estudiantes participan muchos más “que no pudieron viajar a Chapadmalal por falta de permisos de los jueces”.
Los relatos de los jóvenes van acompañados por gestos de satisfacción y orgullo. Se sienten capaces de gestionar ante las autoridades las condiciones mínimas para su derecho a la educación. Hasta el momento, han logrado el compromiso del Estado Nacional para la entrega de materiales de construcción que serán destinados a la creación de aulas nuevas en el predio del instituto.
Víctor, el docente de historia y geografía, explica que cuando surgieron los institutos de menores no se garantizaba el acceso a la educación de los jóvenes en situación de encierro, pero con la nueva Ley de Educación se estableció el carácter obligatorio. Sin embargo, no se previó la construcción del espacio físico para los cursos. Cuando los materiales prometidos sean entregados, los propios alumnos ayudarán a la construcción de los espacios, y dejarán de cursar las clases en un pasillo y en dos pequeños habitáculos en los que se imparten, en cada uno, dos clases simultáneamente.
También desde el Centro lograron acordar con la bibliotecaria la entrega periódica de cajas de libros para ser utilizados dentro de los módulos a fin de que los jóvenes puedan ejercitar y perfeccionar la lectura y formar grupos de estudios en las celdas. “Para sacar esos libros, hay que registrar los títulos, las fechas de entrega y devolución y quién los pidió. Si alguno necesita, nos ayudamos con las tareas”, afirma Franco.
Actualmente, en el CRLZ están alojados 80 jóvenes, de los cuales 60 asisten al nivel secundario y 20 al primario. Explican que, cuando los conflictos y peleas eran habituales, aproximadamente 8 eran autorizados a asistir a la escuela y el resto permanecía sancionado. Ahora concurre la mayoría y con regularidad.
Aunque aún no se eligió Presidente del Centro de Estudiantes, sí se han designado los delegados de cada curso lectivo, quienes se reúnen una hora antes del inicio de las clases para discutir proyectos, iniciativas y necesidades. Los delegados luego comparten con sus compañeros las discusiones: “Estamos muy orgullosos de actividades como esta porque sentimos que no estamos perdiendo el tiempo mientras estemos encerrados”, destaca Facundo.
Víctor, junto a otros dos docentes de la extensión 2040, fueron los que acompañaron a los jóvenes en la creación del espacio de organización: “La iniciativa fue un desafío enorme, porque si cuesta armar un Centro de Estudiantes, hacerlo en un centro cerrado cuesta mucho más por las particularidades del lugar. Los profesores nos sorprendimos mucho porque los chicos se entusiasmaron desde el comienzo y se organizaron para trabajar conjuntamente. Cuando vinieron autoridades de Nación, los estudiantes solicitaron recursos para la construcción de las aulas nuevas que ellos mismos van a ayudar a construir”.
“Asimismo, lograron en muy poco tiempo resolver muchos conflictos entre ellos, organizarse para acceder a libros y materiales de estudio, realizar los espacios de encuentro de delegados. Cuando los chicos empezaron a trabajar la idea del Centro hubo, por parte de las autoridades, primero resistencia, luego indiferencia y ahora una actitud de escucha, recepción de sus pedidos, lo que expresa que los chicos se están ganando un espacio de acción que los moviliza y entusiasma. El Centro ha ganado visibilidad”, agrega.
En cuanto al video, los alumnos explicaron que los dejaron trabajar en la realización casi todos los días, y que participaron casi todos los que asisten a la escuela. “Nos sacábamos fotos, nos filmábamos, y los docentes nos ayudaron para la edición”, afirma Brian.
Por su parte, Maximiliano cuenta las sensaciones que experimentaron cuando presentaron el video ante cientos de estudiantes en Chapadmalal: “Nos sentimos muy confiados y orgullosos porque mucha gente se emocionó cuando vio el video. Para nosotros es muy importante que nos hayan escuchado”.
Los jóvenes se interrumpen, se emocionan y se entusiasman mientras relatan. Antes de la charla en el buffet, estuvieron en la playa varias horas -de los seis jóvenes, sólo uno conocía el mar-, comieron allí un asado y conocieron a compañeros secundarios de otras escuelas de la Provincia con quienes se reunieron en las habitaciones del hotel para dialogar y conocerse. “Intercambiamos números de teléfono y quedamos en visitarnos cuando salgamos en libertad”, cuentan.
En pocas horas más, volverán a Lomas de Zamora, pero antes, en el acto de cierre de la segunda tanda, serán invitados al palco y se despedirán del resto de los jóvenes. Dirán que, al menos durante tres intensos días, recuperaron su libertad.