ENTREVISTA A CLAUDIA VASQUEZ HARO “Instalamos el tema, después damos la discusión, lo importante es que hablen”
ANDAR en La Plata (Agencia) Claudia Vasquez Haro es la titular de Otrans, una asociación civil sin fines de lucro creada hace dos años, que tiene como objetivo trabajar contra la discriminación por cuestiones de orientación sexual o identidad de género. En los últimos meses, la organización protagonizó un complejo debate luego de haber firmado un convenio con la Municipalidad de La Plata para reubicar la denominada “zona roja” de la ciudad.
Otrans tiene 140 personas empadronadas, pero quienes participan activamente en asambleas y charlas son aproximadamente 40 o 50 chicas. Empezaron reuniéndose en la calle, después consiguieron un espacio en un centro cultural frente a la sede del bosque de la Facultad de Periodismo, y finalmente obtuvieron un espacio en la sede de Periodismo de Avenida 44, donde además gestionan un buffet. Allí nos recibió Claudia para darnos su mirada sobre una problemática con múltiples actores y que se disputa en territorios complejos: la calle y los discursos.
¿Cómo comienzan a involucrarse en el tema de la llamada Zona Roja?
Otrans es prácticamente la expresión de eso, o sea, somos el resultado de personas trans que se encuentran en estado de prostitución y que tienen un fuerte componente migrante que lo hace muy significativo, y tiene entonces una impronta de doble marcaje: por un lado la condición de género y por otro la de migrante. Otrans surge del conflicto; un poco como esa frase de Borges “no nos une el amor sino el espanto”. Entonces vemos que ante el dolor, las situaciones límite, es donde más se puede llevar adelante la organización; es increíble cómo funciona el lazo social y cómo la organización hunde sus raíces en el dolor, la desesperación, la marginalidad, el destierro, la exclusión.
[pullquote]Otrans tiene 140 personas empadronadas, pero quienes participan activamente en asambleas y charlas son aproximadamente 40 o 50 chicas[/pullquote]
También fijate que Otrans se crea a 2 meses de la sanción de la ley de Identidad de género, entonces tiene que ver con eso, con un momento claro donde el colectivo trans alcanzó derechos como éste y que para nosotras fue una de nuestras más grandes conquistas. Y muchas venimos militando de antes, con recorridos individuales que se conjugan en un encuentro colectivo, con experiencias distintas que convergen.
¿Cuál es el abordaje que hacen del problema de la prostitución?
Nosotras siempre decimos que la prostitución no fue una elección, sino un destino; que la prostitución fue producto de una sociedad civil que excluye con la idea de hegemonizar las sexualidades y las identidades. Esta femeneidad ha sido construida no sólo como un objeto de deseo sino que también tiene que ver con el mandato social patriarcal que te designa. Es como que el discurso hegemónico se hace doblemente visible en el cuerpo de la trans. “vos que naciste hombre, con genitales de hombre, si querés ser mujer éste es tu destino”, porque eso es nada más y nada menos también lo que la trans tiene que vivir cuando empieza a expresar su género femenino.
[pullquote]Otrans está compuesto por más del 89% de personas que se encuentran en estado de prostitución, y eso no es un dato menor[/pullquote]
Yo particularmente no hablo de trabajo sexual, soy abolicionista, pero también soy consciente de que hay una realidad que sobrepasa muchas veces a nuestro modo de pensamiento y lo ideológico. Vos fijate que Otrans está compuesto por más del 89% de personas que se encuentran en estado de prostitución, y eso no es un dato menor, algunas que están en esta situación lo consideran un trabajo, otras no; y nosotras, las abolicionistas, entendemos que la prostitución no es un trabajo.
Entonces, a través de nuestras historias de vida y el transcurrir en la sociedad y diferentes instituciones, decimos que la prostitución es para nosotras una imposición de los estados y los mercados. Los mercados atraviesan nuestros cuerpos y lo cosifican y después al ser cosificado el cuerpo queda en ese lugar de oferta y demanda que lo compra quien puede acceder a esos “bienes” y que en definitiva ha sido un lugar de destino.
Según nuestros cálculos, en La Plata hay entre 80 o 100 personas trabajando en la zona que salen en turnos de 3 horas. Para compañeras que nacieron, vivieron y murieron en la exclusión el sinónimo de ser trans es directamente ser prostituta. Vos fijate que hasta en el imaginario social está. Muchas personas cuando le decís que sos trans preguntan: ¿trabajás de trans?, por no decir que trabajás de prostituta. Y la pregunta está mal formulada, en todo caso tendrían que decir ¿te prostituís?, no que la condición de la identidad quede asociada al trabajo. Esto ha sido una construcción de un relato muy hostil que no sólo nos ha dejado en un lugar de extrema vulnerabilidad en términos de la prostitución sino también en cómo se ha construido el sujeto trans, el cuerpo trans.
Y ante esta realidad ¿cómo surge el proyecto de la reubicación de quienes se encuentran en estado de prostitución?
Hace dos años cuando surge por primera vez que a las compañeras trans las van a llevar a un lugar del bosque de extrema vulnerabilidad donde no están las condiciones dadas, ahí empezamos a organizarnos. Hace 2 años Pacharoti tenía incluso la idea de que la presencia de las compañeras trans en las puertas de las casas de los vecinos devaluaba la propiedad privada. Y es que su lógica estaba pensada en términos muy materiales y capitalistas porque dejaba de lado la vida de las personas, de las personas trans en estado de prostitución. Fueron dos años de discusión interna y externa, donde nos empezamos a organizar pero también a resistir los diferentes modos de construcción de relatos de la desnudez, luego el alcohol, a la idea de que los preservativos estaban tirados en el piso… nadie discute si la prostitución debe ser un trabajo o no.
[pullquote]Según los cálculos de Otrans en La Plata hay entre 80 o 100 personas trabajando en la zona que salen en turnos de 3 horas[/pullquote]
Hicimos como 30 plenarios para llegar a esto de la reubicación porque decimos reubicación y no traslado porque lo que se trasladan son cosas, y también desde el año pasado entramos en diálogo con Gustavo Luzardo que era concejal antes de ser secretario de Control Urbano. Y él convoca a los vecinos y a las partes involucradas. Y fuimos, tuvimos varias reuniones y vimos que había voluntad de darle una solución, y nos preguntamos cuál era.
Los medios dijeron un montón de cosas: que las iban a llevar a Punta Lara, a la salida de Magdalena… cuando nos sentamos en una mesa de diálogo y preguntamos las opciones nos propusieron la 122. Las chicas entonces nos dijeron “éste es el mapa, vean ustedes, discutan”. Recorrimos la zona y salió atrás del Albert Thomas, y las que terminaron acelerando el proceso fueron las propias chicas, porque nos ponían los patrulleros en la esquina y no podían laburar. Había una política de desgaste, no podían trabajar; me llamaban por teléfono cualquier día a cualquier hora; he ido a sacarlas de las comisarías a las 2, 3 de la madrugada.
Este proceso de reubicación apunta hacia algo urgente y emergente que es la extrema violencia institucional y sistemática por parte de la policía, de la seguridad del municipio, e incluso de algunos vecinos que salieron con palos y hachas a correr a las compañeras y de otros grupos que violentan siempre a las compañeras trans que son los grupos de motoqueros y bicicleteros. El cuerpo de una trans así es blanco para ser golpeado, violentado y muchas chicas han quedado muy mal.
¿Cuáles son en este sentido los principales conflictos vinculados a la llamada zona roja?
La vulneración y la violencia son monedas corrientes para las compañeras. Este es el escenario donde están por un lado los vecinos con todo este reclamo, los medios, la droga… Y una de las cosas a las que no pudimos resistir fue al discurso de la droga. Fue muy fuerte: con el poder político, con las fuerzas policiales de la novena, con el personal de seguridad del municipio, con los vecinos, que terminaron construyendo un relato descarnado del sujeto peligroso que en este momento está encarnado en las personas trans. Grandes titulares de algunos diarios, como El Día, con una lógica totalmente discriminatoria desde el lenguaje, sin respetar el género, con titulares como “red de narcotravestis”, fueron el detonante para que saliera un juez como Melazo y otras autoridades que poco conocían de nuestra problemática a hablar del tema.
[pullquote]La vulneración y la violencia son monedas corrientes para las compañeras[/pullquote]
También ahí hay otros actores que no se ven, como son los fiolos, los que cobran la calle. Porque las trans no sufren de trata, pero de lo que sí sufren es de violencia porque puede ir un fiolo te golpea y te dice “dame $100 porque esta calle la regenteo yo”. Y quienes cobraban la calle, que eran 3, eran quienes no permitían la organización. Porque cuando se organizan las chicas no sólo se politizan sino que se empoderan y tienen otra visión, y ese es el proceso que estamos viviendo ahora.
¿Qué contenidos tiene el convenio?
Tiene 9 puntos. Pero lo que a nosotros más nos preocupa es que quienes ingresen a ese espacio sea personal de la policía y del municipio en articulación con las facilitadoras de Otrans que tengan formación y capacitación en trato digno con personas trans. Porque lo primero que hacen es no sólo no respetar el género, sino además desnudarlas y hacerles un montón de cosas que son totalmente violentas y vejatorias y que atentan con la psiquis de las personas. Además algunas chicas denunciaron a policías que cobran coimas, muchas veces con autos particulares, vestidos de civil. También nuestro problema es la droga, no queremos que en ese lugar se venda o se comercialice, quien quiera consumir que lo haga donde quiera, pero tenemos bien en claro que ese lugar es pura y exclusivamente para, entre comillas el “trabajo sexual”.
¿Y qué puntos de estas vulneraciones resuelve el convenio?
Es un desafío todo esto que estamos pensando, es un gran desafío, pero esto es un primer paso importante. Cuando hay muchos actores involucrados poder ver o transparentar el conflicto es muy difícil. Entonces creemos que en el lugar donde van a estar las compañeras y no van a estar los vecinos la policía tiene que tener otro modo de intervención.
Además la reubicación tiene que ir acompañada de un proceso de transición para generar puestos de trabajo. Porque le pedimos al municipio 4 facilitadoras que sabemos que es muy poco aún cuando las vamos a desdoblar a 8. Pero nuestro problema real es principalmente la falta de trabajo formal, por eso las chicas están en la calle.
¿Con qué otros actores pudieron discutir además del municipio?
Tuvimos una charla con abogados de la Secretaría de DDHH de la Provincia para que ellas conozcan cómo denunciar en casos de violencia institucional. Hay un 0800 para eso y para que sepan ellas cómo tiene que intervenir la policía, qué cosas les puede hacer y que no. Y esto no es un dato menor; hay que empoderarlas a ellas y tienen que reconocer su derecho para que lo puedan reclamar. La mesa de diálogo es esto: pedimos reunirnos con personal del Ministerio de Seguridad, el director de la departamental de la Policía, el encargado de la 9ª que es la implicada, la municipalidad, la Defensoría del Pueblo, que todas las instituciones que pueden involucrarse trabajen en esta línea para dar respuesta a un problema complejo.
También nos encontramos con los vecinos, porque nunca nos habíamos podido sentar a hablar, y cada uno fue por sus canales del modo que pudo. Después del convenio pudimos ver que algunas vecinas trabajan desde una perspectiva de DDHH. Entonces les pedimos a ellas – una trabaja en el ministerio de seguridad- que sean garantes para que el municipio cumpla.
También surgió el problema con el Albert Thomas, y le pedimos una reunión al director con el presidente del centro de estudiantes. Hicieron un abrazo simbólico, y la lectura que le doy es la de crear una especie de barrera humana en el colegio, nada menos que volver a la posición civilización y barbarie, nosotros civilizados contra las que amenazan, donde el sujeto trans es lo bárbaro que viene a irrumpir. Las escuelas tienen que cumplir otro rol porque están formando futuros ciudadanos y ciudadanas y estamos hablando de una escuela pública. Y ahí tenemos que llegar con charlas de sensibilización, para que vean o se pregunten sobre el tema.
[pullquote]se discute sobre prostitución desde el prejuicio y se dice “estas personas podrían dedicarse a otra cosa” [/pullquote]
Porque se discute desde el prejuicio y se dice “estas personas podrían dedicarse a otra cosa” y hay una realidad de una sociedad que discrimina y a las chicas no les da trabajo. Hemos alcanzado la igualdad jurídica y falta la igualdad real, que haya un proceso de deconstrucción de las personas, de la sociedad civil donde no se te criminalice por tu identidad de género. Mientras no haya posibilidades de trabajo formal estamos hablando de una abstracción.
Claudia hace una pausa, reflexiona y cierra: es un profundo desafío; viví el proceso y materialización de la ley de identidad de género. Y hablando con las compañeras me doy cuenta de que no todas hemos tomado conciencia del significado de nuestro cuerpo, ni de los alcances de la prostitución o el trabajo. Porque hay un hilo muy finito donde una debe preguntarse si está en ese lugar porque me gusta o porque en definitiva la sociedad me dejó ahí y yo voy más por la segunda. Porque hay que tener el capital tanto material como simbólico para enmarcarte en un proyecto de vida.