MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Hoy me toca declarar en el juicio por el CCD en el que nací»
La septuagésima sexta jornada del Juicio a las Brigadas cuenta con la presencia de cuatro testigos: Dalmiro Suárez, Nelfa Suárez, Silvia Negro, secuestrados y detenidos en el Pozo de Banfield, y María Victoria Moyano Artigas, nieta recuperada e hija de los desaparecidos María Asunción Artigas y Alfredo Moyano. Todos los testimonios fueron presenciales.
ANDAR en los juicios
(Agencia) El juez del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata Ricardo Basílico comienza la audiencia dando la bienvenida y nombrando a los presentes: abogados, querellas, jueces y equipo de acompañamiento a los familiares.
El primer testigo, Dalmiro Suárez, relata que toda su familia es santiagueña. Su papá Santos Suárez, su madre María Alejandra y sus cinco hermanos: Omar Geralio, Nora Fidelia, Nelfa Rufina y el menor, Arístides Benjamín.
Comenta que su familia siempre estuvo comprometida con las causas sociales; como ejemplo de ello, recuerda que el mayor de los hermanos, Omar, fue anotado un tiempo después de nacer porque su padre acompañado por su madre, en ese momento estaba realizando una medida de fuerza contra la patronal reclamando mejores condiciones de trabajo. Dalmiro, por su parte, nació en Santiago del Estero en 1952.
Posteriormente, por la falta de trabajo, su familia se muda a Buenos Aires, donde cada uno de los hijos va asumiendo compromisos con diferentes grupos políticos y a pesar de que todos tratan de trabajar y colaborar con la casa, sus padres los apoyan para que sigan estudiando una vez terminado el secundario.
A partir de la masacre de Trelew perpetrada el 22 de agosto de 1972, Dalmiro empezó su militancia más firme, momento en el que se une a las filas del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Tiempo después se sumarian sus hermanos Arístides y Nelfa.
Recuerda que en el funeral del abogado y diputado Rodolfo Ortega Peña en julio de 1974, en que sus hermanos y amigos fueron detenidos por la Policía Federal, “ficharon a mucha gente que luego aparecería en las listas de las Tres A”.
En octubre de ese año, su hermano Arístides, con 20 años, muere asesinado en una acción del PRT. “A partir de ahí él, sus hermanos y parejas deciden irse de la casa de sus padres. Van a vivir a Bernal, en un PH donde convivían junto con su hermana Nelfa, su compañero Víctor Manuel Taboada, Rosa Delfina Morales que estaba embarazada y cuyo compañero, Jacinto Saborido, fue asesinado junto a su hermano Arístides, y María Esther Alonso, la pareja de su hermano Ari.
El 13 de noviembre de 1974 irrumpen en la casa y los secuestran a todos. A él lo llevan a la Brigada de Quilmes, donde desde el primer momento lo torturaron. Posteriormente lo trasladaron a Puente 12, donde prosiguieron con las torturas. En ese lugar, se encontró con su cuñado Víctor, que en un momento se identificó como sargento del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) exigiendo que se cumpla con las convenciones de Ginebra, pero sus torturadores no hicieron más que ensañarse con él después de escucharlo.
Posteriormente, vuelven a llevarlo al Pozo de Banfield, donde también se encuentra su hermana. Dalmiro cuenta que en un momento pensó que su cuñado había muerto en Puente 12 por las torturas, pero que por investigaciones y declaraciones que pudieron reunir supieron que fue llevado en muy mal estado al pozo de Banfield donde estuvo vivo al menos hasta el 16 de noviembre. En relación a la muerte de Víctor Taboada, detalla los datos y las fechas de los documentos oficiales, los intentos por ocultar la causa de su muerte, incluso que el cuerpo terminaría siendo secuestrado de la morgue por un grupo de civiles y un uniformado.
Permanecería en Banfield hasta el 27 de diciembre de 1974, momento en que es trasladado a la Unidad 9 de La Plata donde estuvo hasta el año 1978. Durante su estadía allí, su esposa Olga Lutiral y su hermana Nora son secuestradas. Al poco tiempo su familia también perdería comunicación con su hermano mayor, Omar. Hasta la fecha los tres continúan desaparecidos.
En su testimonio resalta que su madre gestionó y buscó a todos. Ella se convirtió en una activa madre de Plaza de Mayo, que presentó sus reclamos en la justicia, los cuarteles y la curia. Todo eso a pesar del hostigamiento que sufrían por las fuerzas de seguridad. Durante esos años llegaron a sufrir 9 allanamientos.
Dalmiro continuó preso hasta el 18 de octubre de 1983. Cerró su relato comentando que su familia quedó reducida a él, su hermana y su sobrino nacido en la cárcel de Olmos. Pidió leer un fragmento del poeta y militante del PRT Roberto Santoro y señaló las fotos de sus familiares que puso en la primera fila de audiencias de la sala y reclamó por Carlos Tachela, Roberto Leonardo, Alfredo Manachian, Carlos Hold y Elena Rinaldi.
** Nelfa Suárez
Comienza su relato hablando de su familia y comentando, al igual que su hermano, el fuerte compromiso social con los que sus padres los criaron. Durante todo su testimonio, la acompañó la foto de su hermano menor Arístides.
Al momento de su secuestro, Nelfa estaba embarazada, tenía 24 años y Víctor Manuel Taboada 27. Se habían casado el año anterior, él militaba en el PRT y era combatiente del ERP. Previó a su secuestro, él se encontraba en Tucumán formando parte de la Compañía Monte, pero volvió con un breve permiso a Buenos Aires, al enterarse de que el embarazo de Nelfa era de riesgo.
Cuando irrumpen en su casa, separan a los hombres de las mujeres, a ellas las trasladaron a la comisaría de Bernal. Allí, la golpean entre varios, hasta que pierde el conocimiento y se despierta esposada a una camilla atendida por un médico que parecía más preocupado por sacarle información que por atender sus heridas.
Posteriormente, la trasladarían al Pozo de Banfield donde, a pesar de contarles a los guardias que tenía perdidas, la obligan a quedarse en una celda donde solo tiene un colchón roto y ensangrentado. Cuando les pidió algodón para tratar sus heridas, le dieron unos papeles de diario. Estando allí, nunca dejó de preguntar por sus familiares y se enteró que compartía cautiverio con Silvia Nieves, Nélida Ramos y su cuñada María Esther.
Días después, es llevada a la cárcel de Olmos, donde es atendida por una partera Hilda Delgadillo, la cual la cuidó y le dio consejos para llevar lo mejor posible el embarazo en esas circunstancias. Más tarde supo que la partera fue desaparecida en la Unidad 8 de Olmos.
A pesar de mencionar en varias ocasiones que sabía que estaba pasada la fecha de su embarazo tuvo que insistir mucho para que la llevaran a la Maternidad de La Plata. Tuvo a su hijo Víctor Benjamín por cesárea. Al igual que la partera, el médico y el pediatra que le atendieron también fueron desaparecidos.
A Víctor Benjamín lo anotaron el día 17 de mayo, para que coincidiera con la fecha de comienzo de una huelga que iniciaron las reclusas en el penal por mejores condiciones, alimentarias, sanitarias y mejores tratos.
Sus padres solían visitarla en la cárcel y en cada visita se comentaba que la situación del país empeoraba en términos de represión. Es en ese momento que ella decide entregar a su hijo a su madre para que lo críe, ya que temía por su seguridad en el penal.
En 1976, la trasladan a la cárcel de Villa Devoto, donde las condiciones eran muy malas y, según su testimonio, buscaban el aniquilamiento físico y psíquico de las reclusas. Su objetivo era que “las que salieran de aquel penal lo hicieran muertas o locas”.
Nelfa salió en libertad en 1983, cuando su hijo tenía 8 años. Pero su sufrimiento no terminó ahí: la fueron a buscar a su casa varias veces. Sus padres se resistieron a entregarla hasta que se presentaron con una orden firmada por el presidente de la Suprema Corte de Justicia Adolfo Gabrielli exigiendo que se presente ante él. A esa declaración la acompañaron su padre y un abogado de la Liga por los Derechos del Hombre, pero el magistrado, a solas, la amenazó y recordó que seguía estando vigilada. También le informó que tenía 48 horas para ir a buscar el certificado de defunción de su marido al Juzgado N° 2 de la Plata.
Nelfa detalla las averiguaciones y documentación que pudo recuperar sobre la muerte de su compañero Víctor. En su acta de defunción figuraba como causa de muerte “infarto de miocardio”, sin embargo, nunca pudieron encontrar el cuerpo.
Al igual que su hermano, eligió terminar su declaración con un fragmento de un poema de Julio Gallardo, cerrando con el recuerdo a los 30 mil desaparecidos.
*** Silvia Nieves Negro
Silvia relata cómo fue detenida en su casa junto con otras 4 personas, el 15 de noviembre de 1974, por una patota armada de civil, quienes se autodefinían de la Triple A, que irrumpieron en su domicilio en la calle Colombia en Lanús. Entraron con armas y gritaban. Eran muchos, (con los años logra identificar que el dirigía la patota era “Camps”). Los golpearon e inmovilizaron, luego se van y posteriormente irrumpe en el lugar un nuevo grupo de personas, esta vez con uniformes de las fuerzas de seguridad.
Al momento de la detención, tenía 25 años, estaba embarazada de tres meses y se encontraba con su compañero Roberto Leonardo de 23 años. La llevaron a la Comisaría 1ª de Lanús y esa misma noche a la Brigada de Banfield, donde estuvo hasta el 5 de diciembre. Allí, supo que estaba con Nelfa Suarez, Delfina Morales y María Esther Alonso, todas embarazadas.
Silvia recuerda que escuchaba quejarse de dolor en una celda cercana a una persona, a quien después supo reconocer como Víctor Taboada, que había ingresado el mismo día que ellas. Después del segundo día no lo escucha más, por lo que presume que él fallece en ese momento, ya que cuando la familia vuelve a traer alimentos le dicen que él no estaba ahí.
“A pesar de que a los pocos días aparece en los medios de prensa como muerto en un enfrentamiento, ahora sabemos que murió en el Pozo de Banfield”, sostuvo Silvia, que ofreció al Tribunal una serie de documentación y recortes de diarios de esas fechas, en los que se afirma que Víctor había sido detenido con toda la familia Suárez el 15 de noviembre.
Volviendo con el detalle de sus detenciones, Silvia relata que después de llevarla a declarar en un juzgado en La Plata en el mes de diciembre, la legalizan en la cárcel de Olmos, donde salió al año siguiente para dar a luz a su hijo. En 1976, la trasladan a la cárcel de Devoto.
Ella declaró ante Amnistía Internacional en noviembre de 1976, momento en el cual denunció que fue secuestrada junto con Alfredo Manachian, Roberto Leonardo, (su compañero y padre de su hijo) y Carlos Tachelas. A ellos se los llevó el grupo de civil y nunca figuraron como detenidos. “Esas tres personas no aparecieron más”, afirmó. Por Dalmiro Suárez pudo saber que Carlos Tachelas estuvo secuestrado con él en Puente 12. Su esposo Roberto Leonardo integra la lista de los 1070 desaparecidos italianos en la Argentina.
****María Victoria Moyano Artigas, nieta restituida
María Victoria Moyano Artigas es hija de María Asunción Artigas y de Alfredo Moyano, ambos continúan desaparecidos. Comienza su testimonio poniendo especial énfasis en que el Pozo de Banfield fue un centro clandestino del Plan Cóndor, el cual empezó antes de 1976.
Sus padres se conocieron en Uruguay, “ambos eran militantes obrero estudiantiles”. La familia de su mamá fue perseguida en conjunto. Sus hermanos Rubén y Dardo también fueron víctimas de la dictadura de ese país.
Ellos son perseguidos y encarcelados en Uruguay. Una vez liberados se casan y en enero de 1974 viajan a la Argentina. Su madre había realizado el pedido para ser admitida como refugiada ante el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), (documento que María ofreció al Juzgado, al igual que toda la documentación que posteriormente iba a mencionar).
En 1975 sus padres y su abuela paterna, Enriqueta Santander, fueron víctimas de un primer secuestro en la Argentina, en su casa de Palermo. Fueron abordados por militares uruguayos, según pudieron saber por su forma de expresarse. En esa ocasión, estuvieron tres días en la Brigada de San Justo, situación que marca que para entonces, ya había reparticiones de la Bonaerense integradas en un plan represivo internacional. Allí, su madre reconoce al oficial José Gavazzo porque él había ido a detenerla en su domicilio en Montevideo varias veces.
Después de su liberación, sus padres continuaron colaborando y militando de distintas formas con el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) de Uruguay, hasta el 30 de diciembre de 1977 cuando son secuestrados nuevamente en la ciudad de Bernal.
Su secuestro se da en el marco de la detención en Montevideo del dirigente montonero Oscar De Gregorio. Luego de su caída, las fuerzas de seguridad de Uruguay y Argentina realizan un operativo contra los militantes del GAU (Grupo de Acción Unificadora), en que caen más de 20 miembros del MLN radicados en Argentina.
Al momento de su secuestro, su madre todavía no sabía que estaba embarazada. Es en el Pozo de Banfield donde María Antonia, que era médica, le confirma su estado.
Según pudo reconstruir con posterioridad, sus padres fueron llevados al Pozo de Quilmes para ser torturados y después devueltos al Pozo de Banfield. A su padre se lo llevan en uno de los tres grandes traslados que se producen desde Banfield en mayo del 1978, razón por la cual nunca pudo saber del nacimiento de su hija en agosto de ese año.
Durante el embarazo su madre sufría de ataques de nervios que podrían haber sido ataques de epilepsia. Según testimonios de sobrevivientes, fue tratada por un médico de pelo ondulado y bigotes visto en la Brigada de San Justo. María afirmó que no tenía dudas de que esa persona era Jorge Vidal, quien también firmaría su partida de nacimiento y la de Paula Logares.
Sus abuelas, Enriqueta y Blanca Artigas, supieron de su nacimiento por Adriana Chamorro y Eduardo Corro. Ellos declararon que después de dar a luz, su mamá se esforzó por describirla y que la mayoría de los detenidos supieran cómo era, por si pasaba algo con ella.
A los pocos días, Oscar Antonio Penna, el comisario de la Brigada de San Justo, se apropia de María y la entrega a su hermano para que la críe junto con su pareja. Poco después el hermano de Antonio muere, razón por la cual hasta los nueve años la figura paterna que María tiene es la de su apropiador.
Desde chica, María sabía que había sido adoptada, pero le habían dado diferentes versiones sobre lo que había sucedido con sus padres, lo que le producía mucha tristeza. Cuando concurre a la escuela, su maestra de primer grado, Olga Fagundes, escucha su historia, sospecha y realiza la denuncia a Abuelas de Plaza de Mayo. En conjunto, van reuniendo documentación que presentan ante el juez Juan Ramos Padilla, quien visita a María personalmente y le informa que tiene una familia biológica que la estaba buscando. El 31 de diciembre luego de preguntarle si las quería conocer, la convoca para ver a sus abuelas. Después de conocerlas, ella decide vivir con ellas. No fue fácil, pero a sus 9 años supo ver el esfuerzo que hicieron por encontrarla.
María ya declaró en varios juicios. “Hoy me toca declarar en el juicio donde nací”, reflexionó. Concluyó su testimonio afirmando que estos juicios son fragmentados, con pocos imputados, muchos se mueren y cuesta mucho saber la verdad. “Llegamos acá y nos preguntamos cuánta justicia vamos a tener”. Destacó que fue muy difícil que se valoraran los delitos cometidos en los niños. “Los sobrevivientes buscamos justicia, pero también verdad”.
*Cobertura realizada por Nelson Cañete. Cómo citar este texto: Diario del juicio. 16 de agosto de 2022. “HOY ME TOCA DECLARAR EN EL JUICIO DONDE NACÍ”. Recuperado de » https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1319 «