MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS Historias cruzadas
Una trama común envuelve los relatos de Patricia Pozzo, Juan Carlos Stremi y Mario Colonna, quienes compartieron cautiverio en el Pozo de Quilmes y que declararon ante el TOF 1 de La Plata el pasado 13 de abril.
ANDAR en la Justicia
(Por Diario del Juicio) Se narran entre sí, se complementan, se acompañan y potencian. Los testimonios encuentran espacios comunes, oscuros y fríos. Pero Patricia Pozzo, Juan Carlos Stremi y Mario Colonna declaran frente a la luz blanquecina que les devuelve la pantalla, acompañados por el calor que transmite la gente a través del chat. Entre sí también se bancan por el mismo medio.
Patricia comienza su narración guiada por las preguntas de la abogada querellante Guadalupe Godoy. Arma una red pulida y prolija que deviene en un relato preciso. El 26 de julio del 76’ fue secuestrada en su domicilio de la ciudad de La Plata. Junto a ella, su hermana Julia, su cuñado Roberto Castagnet y un amigo llamado Fabián Asla también fueron conducidos al vehículo que más tarde los depositaría en Arana.
Allí reconoce a Juan Carlos Stremi, con quien había compartido camino en la UES, hasta que el asesinato de Ricardo Arturo Rave, alías Patulo, un año atrás, los arrancó de la militancia.
La testimoniante relata el traslado al Pozo de Quilmes. Era de noche y fue la última vez que vio a su hermana, quien todavía hoy continúa desaparecida. Desconoció su paradero hasta que una publicidad aérea la ubicó en territorio quilmeño. Allí compartió cautiverio, alrededor de 15 ó 20 días, con un sinnúmero de compañeros.
Patricia recuerda que un día la destabicaron para que diera de comer a los cautivos con ella: “Me pusieron una bandeja de basura. Era literalmente basura, con cáscaras de naranja, migas de pan sucio, hueso”. Aunque mayor sorpresa fue enfrentarse con el desgarrador estado de sus compañeros, demasiado flacos y mitad desnudos.
A mediados de octubre, pasa a disposición del PEN y la trasladan a la Comisaría 3ra de Valentín Alsina en el distrito de Lanús, donde permanecería hasta ser transferida a Olmos y después, a mediados de enero, a Devoto. En noviembre de 1979 le conceden la libertad siendo obligada a exiliarse en Suiza. De la penitenciaría la conducen sin escalas a Ezeiza, donde se reúne brevemente con sus padres y se despiden. Su padre muere al poco tiempo, siendo esa su última oportunidad de encuentro.
“Cuando pasamos la frontera argentina vino el comandante, me dio un sobre marrón y me dijo bienvenida a territorio libre”, concluye.
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Se acerca a la pantalla y apenas se ve su cara fragmentada. Juan Carlos Stremi, tenía 17 años cuando en la madrugada del 28 de julio del 76 fue sustraído de su casa familiar en la Ciudad de La Plata y trasladado a Arana. Militó desde temprana edad en el Movimiento de Estudiantes Secundarios y luego en la Unión de Estudiantes Secundarios, UES. Al igual que a Patricia, el asesinato de Patulo lo llevó a apartarse de la militancia.
Luego fue transportado al Pozo de Quilmes, donde hace hincapié en la carencia de comida. Allí permanece por 30 días, hasta pasar a disposición del PEN y ser llevado a la Comisaría 3ra de Valentín Alsina. La familia logra encontrarlo y comienza a llevarle comida y ropa. Reconoce que dentro de todo la pasó bien por recibir visitas de sus padres.
Sin embargo, dos meses después lo transfieren a la Unidad 9 de La Plata donde encuentra un espacio todavía más hostil. “El trato era malo, por cualquier cosita nos castigaban. Nos llevaban al Buzón y sufríamos un montón de torturas”, sentencia. Cuatro años permaneció hasta conseguir la libertad vigilada.
Con un presente contenido por el cariño familiar, Juan Carlos reconoce que fue una época muy difícil, signada por el miedo.
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El relato está lleno de pormenores, lo que produce que se alargue más del tiempo determinado para la audiencia, viéndose obligado a dejarle el final abierto. Mario Colonna detalla todas las instancias de su detención.
La madrugada del 30 de julio del 76’ es sorprendido por un grupo autodenominado Fuerzas Conjuntas. De su domicilio son secuestrados su hermano Juan Carlos y él. “Se robaron todo lo que pudieron de la casa, salvo los libros” asegura, con el orgullo de todavía conservar unos cuantos ejemplares de Perón.
Proveniente de la facción católica del peronismo, trabajador del Frigorífico Swift y estudiante de medicina, Mario es conducido a un vehículo amplio, escoltado por varios más. Aquella noche se efectúa un rally de secuestros, pasando por el barrio El Churrasco de Tolosa y en Ringuelet.
“Se sentía que era campo”, aduce sobre el destino final de la noche. Tenía la venda floja y por debajo podía espiar el entorno. Era un caserón, estilo casa de campo, que olía a madera húmeda. Puestos en hilera, les son tomados los datos y uno a uno son interrogados. Mario reconoce que quien lo interroga fue el Capitán del Ejército argentino, Gustavo Adolfo Cacivio.
Días después fue trasladado junto a Patricia y Juan Carlos Stremi a la brigada de Quilmes. Su hermano Juan Carlos, es asesinado allí mismo en Arana.
Al llegar al Pozo de Quilmes, es encerrado en una celda solitaria. Relata que toda su vida sufrió excesivamente del frío en los pies y que en la brigada lo pudo paliar haciendo unas plantillas con papel que encontró en las paredes, razón por la cual entiende que inauguraron el pabellón como presos políticos.
Durante el cautiverio en Quilmes, pudo ver y tener contacto con varias personas. Algunas, más tarde lo acompañarán a la Comisaría 3ra de Valentín Alsina y con posterioridad a la Unidad 9 de La Plata.
La declaración finaliza abruptamente, luego de que el Juez Ricardo Basilico recordara que la limitación temporal les pisaba los tobillos. Para la siguiente audiencia se estima que finalice su testimonio y que, a su vez, también lo hagan Néstor Busso, Eva Romina Benvenutto y Virgilio Medina.
*Cobertura realizada por Azul Paez
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 13 de abril de 2021. “HISTORIAS CRUZADAS”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/2021/04/20/historias-cruzadas