TORRRES, EL PENITENCIARIO QUE VIO LAS TORTURAS A SAMPIETRO “He recibido amenazas y aprietes pero seguiré diciendo la verdad”
El lunes 10 se realizó una nueva audiencia del juicio por torturas que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de La Plata. En esta ocasión, el agente penitenciario Héctor Maximiliano Torres testificó en torno a los episodios ocurridos en 2006 en la unidad penal 45 de Melchor Romero. El testigo clave reveló a los magistrados que recibió sugerencias por parte de uno de los abogados defensores para que modificara sus dichos o “plantara la duda”.
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(Agencia) La audiencia prevista para las 8:30 comenzó casi dos horas después cuando ingresó a la sala de juicio el agente de salud penitenciaria, Héctor Maximiliano Torres. De baja estatura, delgado y cabello corto, el testigo cumplía la función de guardia de los pabellones 8 y 9 de la unidad 45 cuando se produjeron las torturas al detenido Fabián Sampietro.
“¿Puedo decir una palabras antes de contar lo que recuerdo?” preguntó al tribunal. Para Torres, el señalamiento de los tres penitenciarios imputados en la causa le ha costado muy caro: sufrió traslados por distintas unidades, aprietes, amenazas y presiones hasta de un abogado defensor, siempre con el objetivo de que desistiera de su versión de los hechos.
“Voy a seguir diciendo la verdad. Nunca nadie me ha ayudado, sólo mi familia. A pesar de todo lo que he vivido, hoy vengo a poner la cara y trato de seguir adelante”, expresó.
El testigo relató que una noche de junio de 2006, mientras regresaba a su puesto de trabajo desde el casino de oficiales junto a otro compañero, vio al detenido Fabián Sampietro dentro de una leonera: “Gritaba e insultaba, desesperado. Pedía que lo sacaran de traslado porque no debía estar en esa Unidad. Recuerdo que arrojaba agua caliente con un recipiente por lo que se me dificultó pasar por el pasillo hacia el pabellón donde yo hacía la guardia”.
Los gritos se continuaron durante un rato y Torres decidió regresar al área de admisión. Uno de los penitenciarios que intentaba “controlar la situación”, de apellido Démola, llamó al jefe del penal Martín Marcos, que rápidamente llegó a la leonera y nervioso y a los gritos, solicitó la presencia de escuderos y una escopeta antitumultos.
Marcos ordenó abrir la puerta de la leonera: “En ese momento ya habría más de 10 penitenciarios, 3 de ellos con escudos, y dos escopetas. Le pasan una de esas armas y Marcos comienza a realizar disparos contra Sampietro, apuntando al torso del cuerpo. Yo estaba a siete metros de allí, por lo que no había ningún obstáculo que impidiera u obstaculizara mi visión”.
Luego de recibir varios perdigonazos, el detenido cayó al suelo y fue pateado por el agente Démola hasta quedar inconciente. En ningún momento, según admitió el testigo Torres, intervino nadie para frenar la golpiza.
-¿Pero ningún funcionario, de los más de 10 que allí estaban, intentó hacer algo diferente?- le preguntó el fiscal Romero.
-No… no… ninguno. Tal vez yo tampoco. Hacía un mes que había ingresado a la fuerza, no sabía cómo se actuaba en esos casos. Estaba sorprendido por todo lo que veía-, dijo Torres.
Luego de las patadas lo cargan a Sampietro entre cuatro agentes y lo llevan a sanidad, donde lo dejaron tirado en el piso, boca abajo, aún sin conciencia, con las manos esposadas a la espalda y sus pies engrillados.
Mientras tanto, Torres regresa al pabellón donde cumplía su guardia pero en el trayecto recibe una lesión accidental con un vidrio en uno de sus ojos y por ese motivo ingresa a sanidad. Es allí cuando vio el cuerpo de Sampietro en el piso, con un pantalón corto manchado con “sangre o materia fecal”, y cerca del detenido vio al médico de turno, parado, inactivo.
“El médico ni siquiera me miró el ojo porque supuestamente no tenía los recursos para atenderme. Recuerdo que me hacía gestos con su cara, con relación a lo que allí ocurría: sobre una camilla que estaba junto al cuerpo de Sampietro, estaba Démola comiendo semillitas de girasol y escupiendo las cáscaras sobre el detenido que seguía inconciente”, relató el testigo.
Poco más de una hora después lo citan a Torres a la oficina del jefe del penal, Martín Marcos, donde éste le ordena que firme su “declaración” sobre los hechos, una versión totalmente fraguada. “Como si me cayera una oportunidad del cielo, mientras le explicaba que no iba a firmar esa declaración falsa, me mandan a llamar porque había llegado una camioneta para trasladarme a un hospital”.
La historia real y los personajes implicados los señalaría el testigo al director de la unidad de aquél momento, Duarte.
Luego de aquella noche, Torres no volvería a trabajar a la unidad 45, pero tampoco tendría su situación resuelta: comenzarían los aprietes, los mensajes intimidatorios y los traslados por distintas unidades de la provincia.
“En todo este tiempo me han pedido que modificara mi relato o que al menos sembrara la duda en algunas cuestiones importantes de los hechos. Me han pedido que modificara la verdad. Recuerdo quién me lo ha pedido, aunque no su nombre. Es un abogado que hoy está en esta sala. Es el abogado de uno de los imputados”, señaló Torres, provocando un repentino murmullo entre el público. El testigo prefirió no señalar al abogado.
Su declaración testimonial duró más de 4 horas y los datos aportados serán claves para determinar la responsabilidad de los tres imputados –Marcos, Rojas y Démola- en el primer juicio por torturas cuya víctima se encuentra con vida y participa de las audiencias.
El caso y el periplo judicial
En junio de 2006, Fabián Sampietro fue trasladado desde la unidad penal 34 a la 45 de Melchor Romero. Sin embargo, sus conocidos no supieron durante un tiempo a qué lugar había sido llevado. Sampietro venía siendo hostigado y trasladado de una cárcel a otra como forma de castigo por haber sido parte de una huelga de hambre. Cuando finalmente lo encontraron estaba en condiciones inhumanas, violentado, abusado sexualmente, y con múltiples heridas.
La referente de la organización popular La Cantora, Azucena Racosta, recuerda que “cuando lo vimos, advertimos que prácticamente no se podía conectar a la realidad, estaba en un estado muy confuso, muy golpeado. Tenía golpes en la cabeza y sangre en las orejas. Cuando le preguntamos qué le habían hecho nos dijo que lo habían baleado con balas de goma, pero cuando cayó al piso lo siguieron golpeando, lo abusaron sexualmente; una serie de situaciones alarmantes”.
La causa penal fue iniciada en el año 2006 ante un juzgado de Garantías y luego pasó a un juzgado Correccional bajo la figura de vejámenes. Este último dio inicio en 2010 al juicio oral, pero la carátula cambió a torturas a pedido del abogado de Sampietro, y la causa pasó al TOC 5.
Con el cambio de magistrados en 2010 se determinó la fecha del nuevo juicio para los días 15, 16 y 17 de octubre de 2014 que, sin embargo, fue postergado hasta fines de mes por falta de fiscal.
Hoy continúan imputados los tres penitenciarios bajo la figura de torturas, delito grave que, de ser reconocido por el TOC 5 en la sentencia, sentaría un antecedente importante en la provincia de Buenos Aires.
“Estamos ante una causa claramente de interpelación al poder, en este caso singularizado en una fuerza de seguridad- explicó al comienzo del juicio Oscar Rodriguez, uno de los abogados de Fabián Sampietro.
“Esto implica un gran desafío para poder llevar adelante este juicio y obtener una condena. Sampietro es una persona que ha estado siempre sola, tirada en un buzón de seguridad de las cárceles, aislada, torturada, vejada… ¿Cómo hacer para que esa voz que está clausurada se pueda escuchar? Esto es lo que pretendemos aportar en el juicio”, enfatizó Oscar Rodríguez.