ENTREVISTA A LUCIA MACUK, HIJA DE LAURA IGLESIAS “Fue un femicidio en el marco de la precarización laboral existente en el Patronato”
El crimen de Laura Iglesias fue un femicidio. Sus familiares solicitaron que se incluya el caso en el registro de femicidios de la Secretaría de Derechos Humanos que depende del Ministerio de Justicia. Los jueces ordenaron que los testimonios de las asistentes sociales sean entregados al Patronato de Liberados para que se tengan en cuenta las condiciones laborales y se rediseñen políticas públicas que mejoren la situación de los trabajadores. Aún quedan pendientes distintas líneas de investigación vinculadas a irregularidades durante la instrucción, que hacen a las responsabilidades institucionales, y a la participación de fuerzas policiales en los hechos.
ANDAR en la justicia
(Agencia) Andar entrevistó a Lucía Macuk Iglesias, hija de Laura Iglesias, luego de que Esteban Cuello recibiera la condena a reclusión perpetua por el asesinato de su madre. La sentencia, la precariedad laboral y las amenazas que reciben las trabajadoras sociales por denunciar que sus tutelados son “apretados” por la Policía para delinquir fueron algunos de los ejes de la entrevista.
¿Esperabas esta condena?
Creo que salieron buenas cosas para conseguir conocer la verdad, o la verdad posible. Mucho de lo que expresaron los jueces tiene que ver con pedidos que ya habíamos hecho desde el inicio de la investigación. La condena a perpetua para Cuello es ejemplar, sin dudas. Pero sin la presión de las organizaciones e instituciones que nos han acompañado quizás no habría sido tan ejemplar y, mucho menos, se hubiera hecho explicita toda la tipificación específica y no se hubieran abierto estas grandes posibilidades. La sentencia reafirma que se debe investigar a fondo. En lo personal creo que hubo desidia en el proceso de investigación, que hubo alteraciones en la escena del crimen y creo que estoy siendo benevolente, porque si no tendría que pensar que fue encubrimiento o una tapadera. La sentencia reafirma que se debe dar espacio a las investigaciones de “autorías y participaciones”. Se probó que hubo violencia de género, que fue un femicidio y que existe la precarización laboral en el Patronato.
¿Cuáles son estas líneas de investigación que se abren?
Si bien el juicio fue oral y público, mucho no puedo hablar del tema. Todos sabemos que existen en Miramar, en Mar del Plata, en General Alvarado zonas liberadas. Acá suceden delitos asociados a la trata de personas, la prostitución, y los delincuentes son conocidos por todos. ¿Conocés eso de pueblo chico, infierno grande? Cuando se dijo “fue Cuello”, “mirá que acá vive Cuello”, lo sorprendente era que las trabajadoras sociales no tenían acceso a los expedientes, en este caso de un menor que cometió abusos, pero los vecinos lo sabían todo de antes. Creo que hay una falta muy grande de acción por parte de las instituciones. Para el trabajador no es lo mismo tratar con una persona que sabés que tiene antecedentes juveniles a sabiendas de que no es lo mismo un robo que una violación sexual y, para poder reinsertarlo en la sociedad o ayudarlo en lo que sea, vos tenés que tener acceso a toda la información. En este caso, esa data la tenían los vecinos, no mi mamá.
¿Laura había recibido alguna amenaza por su tarea? ¿Alguno de los chicos tutelados le confió si había sido amenazado por la policía?
Mi mamá trabajó en el Patronato de Morón y en el de Hurlingham antes de mudarse a Miramar. Estuvo en tres lugares distintos, y a lo largo de estos años yo he escuchado de su propia voz que no es extraño que existan las causas armadas, que hay tutelados que la pasan muy mal y que muchas veces no son responsables de los crímenes que se les adjudican. También que hay tratos con la policía.
En el juicio, uno de los jueces se ensañó con un testigo diciéndole algo como “yo sé, a mí me llegó” aludiendo a dichos de personas que habían afirmado que recibieron amenazas. Yo pienso que un juez, en un juicio oral y público, que tome con tanta ligereza el tema y no tenga el más mínimo cuidado por la integridad de esa persona; que le pida los nombres de aquellos policías que habían amenazado a alguien… me pareció no sólo desubicado sino un hostigador. Digo, no podemos dejar de mirar el caso de Luciano Arruga y tantísimos otros.
Sí, mi mamá recibió tutelados que le dijeron que la policía les había pedido algo que era perjudicial para ellos. ¿Cómo tomás un pedido de la policía? Para mí la policía no tiene que pedir absolutamente nada, nunca, a un liberado. Por eso nos sorprendió el fallo que dieron los jueces. Sorprendió pero a la vez sabemos que la presión y presencia de muchísimas instituciones y organizaciones hace que los responsables políticos den la cara y asuman su grado de responsabilidad.
No me puedo olvidar que el Patronato de Liberados bonaerense lo primero que dijo públicamente fue que no había sido un problema del ámbito laboral. Cuando fallece una trabajadora suya la responsable máxima, la señora Alejandra López, hizo todo un recorrido por todos los patronatos de Buenos Aires para explicarles a las trabajadoras sociales que en lo que pasó a Laura Iglesias no había ninguna responsabilidad institucional, que fue la mala suerte del destino. Me llama mucho la atención esa actitud. Mi mamá salió a trabajar y hay que dejar en claro que el trabajo cotidiano dista un montón de lo que debería ser, la institución está venida a menos. Nosotros venimos denunciando esto y exigimos su renuncia. Si el Patronato de Liberados bonaerense funcionara como corresponde, las trabajadoras sociales deberían trabajar en coches que funcionen bien, en dupla, registrando los inicios de cada salida, con planificación de las tareas.
Luego de todo el proceso, ¿cómo pensas que se sigue para el futuro?
Continuaremos buscando la verdad, la máxima posible. Este proceso ha sido sumamente desgastante, te desdibuja a vos misma, rearmás una nueva identidad. Tuve que saber quién soy, reencontrarme conmigo, morir mil veces para volver a nacer. Es muy doloroso. Tengo la suerte de haberme cruzado con las personas adecuadas que me dan fuerzas para seguir adelante: mi pareja, las compañeras de mi vieja, la cantidad de organizaciones de mujeres que me han contenido y acompañado con solidaridad y apoyo. Sabemos que esto es una construcción colectiva, más allá de las banderas, porque el fin es poder vivir con mayor dignidad el día a día. Lamentablemente, en mi familia está todo absolutamente roto. A mí me interesa llegar a la verdad de lo qué le pasó a mi vieja, y a la verdad de tantísimos casos que continúan sin justicia. No podemos naturalizar que las cosas se hagan así, todos somos víctimas.
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