ENTREVISTA AL LONKO DEL DEPARTAMENTO DE CUSHAMEN Facundo Jones Huala, desde la cárcel: “Contra nuestros derechos ancestrales, el huinca opresor nos aplica el peso de su ley”
En una charla de más de una hora brindada desde el teléfono de un pabellón de la unidad penitenciaria 14 de Chubut, el referente de las comunidades mapuches de la zona aledaña a la ciudad de Esquel relata a ANDAR la trama histórica del despojo al que la familia italiana Benetton –con el auxilio de la justicia y los gobiernos provincial y nacional- somete a centenares de habitantes de pueblos originarios del departamento de Cushamen: “La historia de Benetton es la historia de la llamada Conquista del Desierto”, afirma Facundo, y agrega: “Mi detención es un mensaje al pueblo mapuche: ‘Esto es lo que les pasará si se atreven a luchar’”
ANDAR en Chubut
(Agencia) Hace 63 días que Facundo Jones Huala permanece detenido en una cárcel federal de Chubut con medida de prisión preventiva. En mayo pasado, el juez penal Martin Zacchino resolvió la orden de detención por el peligro de fuga del encausado por abigeato agravado y tenencia de arma –presuntos delitos sobre los que se cuentan, como prueba principal, restos de faena de animales hallados el día de la detención- y por la posibilidad del entorpecimiento de la investigación.
Cumplido el plazo, en la audiencia del pasado lunes 25 de julio el mismo juez decidió extender por 30 días más la detención del imputado y ofreció nuevos argumentos: “…además, usted instiga a la lucha”, dijo el magistrado, como si en Argentina las luchas populares y las acciones de protesta configuraran delitos y perfiles de peligrosidad. Por si fuera poco, el juez le advirtió que, antes de hablar en la audiencia, consultara a su abogada y que pensara lo que fuera a decir. El idioma en la audiencia: el español; no el Mapudungun.
“Los invito a debatir política y los acuso. Yo acuso al Estado, y a las empresas multinacionales, a aquella conquista asesina y genocida de esos crímenes de lesa humanidad (…) Somos una cultura diferente, compréndanlo. Estas tierras eran nuestras hasta que llegaron a sangre y fuego a dominarla”, dijo el imputado en la audiencia del lunes dirigiéndose al magistrado y al fiscal Oscar Oro.
El lonko Facundo Jones Huala es fundador de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), referente de las comunidades indígenas del Departamento de Cushamen, provincia de Chubut, y descendiente de una familia de luchadores por el reconocimiento del Estado Huinca de los territorios ancestrales que pertenecen a las comunidades originarias.
Está preso desde el 27 de mayo pasado, luego de un brutal desalojo del que participaron centenares de efectivos policiales del Grupo Especial de Operaciones Especiales (GEOP) y efectivos de la Gendarmería Nacional sobre un total de no más de 10 personas que estaban en el predio aquella madrugada.
La razón judicial del operativo fue un pedido de detención de Facundo Huala por parte del juez Zacchino en virtud del presunto delito de abigeato agravado. Es que en realidad, la Compañía de Tierras del Sud Argentino –propiedad de la familia italiana Benetton- dice ser la propietaria de esas tierras y acusa al lonko de robar sus animales y usurpar sus tierras.
Pero el verdadero núcleo del “conflicto” radica en el no reconocimiento por parte del Estado argentino de la posesión ancestral de las tierras y del principio internacional de la autodeterminación de los pueblos. Además, ni está acreditada fehacientemente la titularidad de las tierras por parte de la Compañía, ni es nueva la ocupación de los lotes por las comunidades mapuches: desde hace más de un año que ejercen públicamente esa recuperación territorial.
“Benetton tiene actualmente más o menos un tercio del territorio del Departamento de Cushamen y son las tierras más productivas”, explica Facundo a ANDAR en una entrevista telefónica desde la unidad penitenciaria 14 del Servicio Penitenciario Federal.
-¿De dónde proviene, en términos históricos, la Compañía de Tierras del Sud Argentino?
-La historia de Benetton en estas tierras es la historia de la Conquista del Desierto que, una vez finalizada, Roca decidió devolver el financiamiento del imperialismo británico con el reparto de tierras a gran escala. La “paga” por el financiamiento del Ejército de Roca fue la entrega de 10 estancias de 90000 hectáreas cada una a terratenientes británicos. Mediante la asociación de aquellos estancieros iniciales se dio nacimiento a la Compañía, la cual a su vez, con el paso de los años, pasó por varias manos hasta que finalmente fue adquirida por los Benetton en 1992.
-¿Y allí también se delimitó los territorios para los mapuches?
-Sí, además de aquél reparto, Roca firmó tratados con los pueblos mapuches y tehuelches sobre lo que se conoció como territorios indígenas libres. Así surgen varias comunidades, entre otras la del lonko Miguel Ñankuche Nahuelquir, quien recibe 200 lotes pastoriles por parte del gobierno nacional. Y es a las tierras de Nahuelquir adonde se asienta mi familia al comienzo del siglo 20: actualmente hay 13 parajes o lof, entre ellos Cushamen. Nuestro reclamo es sobre la totalidad de los territorios ocupados y quitados a los pueblos originarios mediante el genocidio del opresor. Pero con respecto a Benetton, peleamos para que se vaya de todas las tierras de estos territorios, y en principio exigimos que se retiren de la zona de Recuperación que ya hace más de un año que ocupamos públicamente y con el reconocimiento del Estado nacional. Son 4 lotes de aproximadamente 4 por 7 kilómetros, con más de 600 hectáreas cada uno.
-¿Entonces el operativo policial de mayo pasado es un eslabón más de una larga lucha del pueblo mapuche contra Benetton?
-No sólo frente a Benetton, sino también ante empresas petroleras y mineras en toda la región. Nuestra historia es la historia de violencia crónica sufrida como pueblo. Hace algunos años hubo otro conflicto que encabezó nuestra gente de Santa Rosa Leleque, cuyas tierras fueron reclamadas también por Benneton. Las familias fueron desalojadas y el Estado le reconoció la propiedad a la Compañía, a pesar de que figuraban como tierras fiscales. Ellos dicen que las tierras les pertenecen. Aquí todavía se viven relaciones semifeudales. La gente que está en el poder político, económico y judicial, son casi todos parientes entre sí. Y al mismo tiempo, la mayoría de nuestra gente es explotada: somos la mano de obra barata, nuestras madres y hermanas realizan el servicio doméstico, somos el lumpen proletariado, somos los sectores más pobres y marginales de las periferias de las ciudades, como ocurre fundamentalmente en Bariloche. Hay una relación dialéctica que no se puede ocultar: una clase dominante opresora y racial, el Huinca opresor, y el mapuche oprimido.
-¿Cómo se organiza la resistencia mapuche?
-Es desde la pobreza, la discriminación y la violencia del Estado occidental desde donde emerge una generación de jóvenes militantes que empieza a organizar la lucha mapuche, una resistencia que responde a la violencia histórica del Estado argentino. Las familias en resistencia nucleadas en el Movimiento Autonomo Puel Mapu elabora y coordina grupos de autodefensa, acciones de sabotaje a las compañías capitalistas, resiste los embates de la policía, y al mismo tiempo desarrollamos continuamente una serie de parlamentos en los que se reúnen las comunidades para la creación de líneas políticas de resistencia frente al avance occidental sobre nuestras tierras y pueblos. Es de este proceso de donde procedemos los militantes mapuches, y en mi caso como lonko de la zona de Cushamen.
El lonko Facundo Jones Huala tiene dos causas penales en curso en su contra: una por abigeato agravado, que tramita la justicia provincial; y otra, en la justicia federal, por un pedido de extradición de la justicia chilena, que lo que busca por haberse alojada en la casa de una mujer mapuche que es vocera de las comunidades en resistencia frente a un proyecto de represa hidroeléctrica. En Chile se le imputó tenencia de arma y municiones, y violación a la ley de extranjería, y la justicia federal argentina tiene que resolver todavía si da curso o no al pedido de extradición.
Acerca de la cuestión judicial, el lonko señala que tanto los magistrados chilenos como argentinos oscilan entre la aplicación o no de sus respectivas leyes antiterroristas, porque “enmarcarlas en esas figuras implica reconocer un conflicto político, en vez de encauzarme por delitos comunes. Los que los estados no quieren reconocer es que tienen presos políticos”.
A pesar de llevar más de 2 meses detenido, el lonko considera que la prisión es una instancia más de las “trincheras de lucha para dar a conocer nuestra propuesta, nuestro análisis de la realidad, nuestra mirada del mundo y de estos conflictos”.
-¿Cómo vivió el desarrollo de la audiencia del pasado lunes, cuando el juez resolvió extender por 30 días la orden de prisión?
-Siempre supe que la cárcel era una posibilidad como consecuencia de la lucha y estábamos preparados para este escenario. Con esta causa se quiere aleccionar a la comunidad mapuche diciéndole a nuestra gente: “Esto es lo que les pasará si ustedes se atreven a luchar”. Mi gente prácticamente se está muriendo de hambre. Tenemos derecho a continuar siendo mapuches, tenemos derecho a la autodeterminación de nuestro pueblo. Nuestra lucha es de reconstrucción y no de construcción. Si bien nosotros validamos todas las formas de lucha, como el sabotaje por ejemplo, hay que reconocer que la violencia del Estado no es comparable a la autodefensa de las comunidades. El Estado llega con balas de plomo, espionaje, torturas y detenciones sistemáticas. Nosotros nos defendemos con piedras. En este conflicto hay una discusión de fondo, que incluso trasciende la cuestión de la tierra, y que tiene que ver con el cuestionamiento al sistema capitalista. Nosotros nos declaramos revolucionarios mapuches, anticapitalistas, antiimperialistas y antioligárquicos. No aspiramos a la toma del poder del Estado Huinca. Apuntamos a reconstruir el poder de las comunidades a través de los lof, de las relaciones entre nuestras comunidades. El racismo tiene mucho que ver con la ignorancia. Uno teme lo que no entiende, lo que no comprende. Y lamentablemente el opresor, que lleva más de 300 años intentando dominar, y 130 años de dominación efectiva de estos territorios, aún no conoce a sus dominados. Por eso afirmamos que existen políticas racistas contra los pueblos mapuches de esta parte de la tierra.
-¿Cómo interpreta las intervenciones del fiscal y del juez durante la audiencia?
-El fiscal Oscar Oro estuvo relativamente tolerante ante mi intervención, pero el que actuó de forma reaccionaria fue el juez Zacchino. Evidenció connivencia, funcionalidad y simpatía por la Compañía de Tierras del Sud Artgentino, por Benetton. Si bien dijo que “hay que investigar la actuación policial”, también dijo que nosotros no podemos luchar. Dijo algo así como que “tengo que guiarme por la legislación, yo no cuestiono si usted es mapuche o no. Le doy 30 días más de prisión’. Y antes de dejarme hablar, me advirtió que hablara con mi abogada y que tuviera cuidado con lo que iba a decir. Eso yo lo tomo como una amenaza. Entiendo que me dio 30 días más de prisión por mis opiniones políticas. De hecho, yo basé mi alocución en un análisis político y global. Por eso yo insto a mi gente a la lucha. Según el juez, eso raya el delito, aunque no se pone de acuerdo sobre si eso es delito o no. El juez trató de dar una apariencia de legalidad y objetividad y por eso dijo “investiguen a la policía”, pero uno de mis hermanos, el día del allanamiento en mayo pasado, fue abusado por la policía. Por otra parte, el juez miente cuando dice que nunca me presenté a audiencias, porque nunca fui citado a ninguna. Nadie, ni yo ni ningún familiar o conocido mío recibió notificación alguna. Incluso el GEOP me había detectado antes, me había estado filmando, y en base a esas acciones de inteligencia (que figuran en el expediente) es que realizaron el operativo.
El testimonio de Facundo Jones Huala es el reflejo de la resistencia mapuche: juzgado por un sistema penal ajeno a su historia, con un idioma ajeno y con el permanente padecimiento de la criminalización desde un Estado ajeno a sus condiciones de vida, el lonko no desvía su atención del reclamo fundamental que da sentido a su lucha política: la devolución de las tierras ancestrales.
“Sabemos trabajar, somos un pueblo trabajador y queremos que nos dejen vivir en paz. Creo que nuestra lucha va hacia buen puerto porque madura la conciencia política de un movimiento mapuche que pone todo en proceso de discusión. Nosotros no planteamos conversar con las petroleras ni mineras, no queremos ni el 10 por ciento ni el 15 ni el 20, sino que nos dejen vivir en paz. No vamos a negociar con el enemigo, que son las empresas, los terratenientes, la opresión estatal y capitalista. El motor de la lucha aquí es el pueblo mapuche consciente y organizado, con fortaleza interna”, afirma.
“Llevamos 130 años de opresión y no podemos seguir esperando que alguien desde el Estado se despierte y diga: ‘ah, mirá… nos habíamos olvidado que existían los pobres indios. Devolvámosle un poquito de su tierra’. No podemos esperar. Hay una necesidad objetiva que nos lleva a organizarnos y a luchar”, concluye.