VANESA GANDUGLIA, COORDINADORA DEL GRUPO SEMILLERO CULTURAL “Facundo es alegre, activo y muy curioso por la historia para poder transformar el presente”
El joven de 22 años, Facundo Astudillo Castro, continúa desaparecido desde el 30 de abril cuando fue visto por última vez en la localidad de Mayor Buratovich mientras era detenido y subido a un patrullero. La lucha contra la violencia institucional, los prejuicios de clase y el hostigamiento a los jóvenes fueron, junto al arte y la cultura, aspectos centrales de su activismo político en la pequeña localidad de Pedro Luro, partido de Villarino, al sur del territorio bonaerense. En diálogo con ANDAR, Vanesa Ganduglia, una de las coordinadoras del proyecto juvenil Semillero Cultural, relata la incorporación y recorrido de Facundo en ese espacio que funcionó en la vieja estación ferroviaria del pueblo, y los proyectos con los que participaron del programa Jóvenes y Memoria de la CPM durante las ediciones 2012 y 2013.
ANDAR en Pedro Luro
(Agencia) Villarino Grita fue una jornada cultural y artística que se realizó en 2010 con jóvenes de todo el distrito a instancias de la Dirección de Cultural municipal donde trabajaba Vanesa Ganduglia, docente y militante política.
La jornada sería el comienzo de lo que, años después, y ya bajo otro gobierno local reacio a sostener proyectos e iniciativas juveniles, sería el Semillero Cultural, “una agrupación de pibas y pibes de todo el distrito que trabajaba en la construcción de memoria, en las artes y la cultura, y cuya primera tarea importante fue la refacción y acondicionamiento de la estación de trenes para el desarrollo de las distintas actividades”, explica Vanesa.
Facundo Astudillo Castro se sumó a aquella jornada Villarino Grita y desde ahí participaría, todos los días, en cada propuesta surgida desde el Semillero: actividades solidarias, recuperación del espacio para los jóvenes, actividades artísticas (una batucada, murales, taller literario, entre otras), organización de la biblioteca popular, y talleres de fotografía, video y radio.
“En todo lo que fuimos haciendo, él estaba siempre con ganas, muy activo, con mucho interés en preguntar, en conocer, en cuestionar y luchar para transformas las injusticias sociales que veía”, agrega la coordinadora.
A partir de 2012, el Semillero se suma al programa Jóvenes y Memoria, de la CPM, con una investigación sobre los discursos sociales y prejuicios negativos sobre los jóvenes en el partido de Villarino, tomando en cuenta la historia fundacional del distrito y el pasaje por etapas históricas como por ejemplo la última dictadura cívico militar, hasta llegar al presente.
Lo que se habían propuesto indagar eran aquellas marcas, huellas de la construcción de sentidos sobre la juventud que, reproducidas a lo largo de la historia, pudieran ofrecerles alguna explicación sobre opiniones actuales en el partido de Villarino respecto a los jóvenes que participan del espacio cultural en la vieja estación.
“Ellos querían hablar de lo que la gente decía sobre los pibes que estaban en la estación porque sentían que sin haber hecho ni hacer nada malo tenían que rendir cuentas. Quisieron mostrar a la sociedad en la que viven que no son ladrones, adictos, vagos, y para ello se sumergieron en la indagación y conocimiento de la historia local”, explica Vanesa.
Las preocupaciones iban ligadas a las vivencias personales, problemas de otras pibas y pibes que conocían y, en general, a las prácticas de hostigamiento, persecución y violencia institucional que Facundo, como sus compañeras y compañeros del Semillero, de distintas edades, barrios, escuelas y localidades del distrito, buscaban erradicar.
Con esa primera participación en Jóvenes y Memoria llegaron al encuentro anual en Chapadmalal, donde expusieron su revista La Verdad de la Milanesa con notas, entrevistas, poemas, opiniones y análisis de la historia e imágenes, todo en el marco de la investigación.
“Por supuesto que la repartimos en Chapa, pero además lo hicimos en un montón de situaciones, contextos y lugares distintos: la repartimos en aniversarios del pueblo, en jornadas y charlas que hemos organizado; fue una revista que circuló muchísimo”, agrega Vanesa.
Años después realizaron la segunda investigación para el programa de Jóvenes y Memoria, con el eje de la participación juvenil en la cultura y el arte en el distrito de Villarino desde 1976 en adelante: “Ese trabajo terminó siendo un video en el que recopilamos las historias de vecinos, vecinas, durante su juventud y que fueron construyendo cultura en nuestro pueblo. Por ejemplo, los chicos entrevistaron a a una banda de música del pueblo que había participado de los torneos juveniles bonaerenses, en los 90, en Mar del Plata. El video termina con la batucada en nuestra estación”.
Según lo describe Vanesa, “A Facundo siempre le fascinó salir de viaje, estar haciendo amigos continuamente, y por eso lo perdíamos de vista siempre. Era inquieto, se sorprendía con todo, le gustaba rapear. En Chapadmalal no le daban los tiempos para participar de todos lo talleres, era muy activo”.
“Él, por la edad, no dimensionaba lo que estaba viviendo o haciendo, el trabajo importante de la visibilización de las problemáticas sociales. Lo hacía porque lo sentía. Lo enojaban mucho las situaciones de injusticia y persecución, el hostigamiento policial. Era muy sentimental. Y era un pibe alegre, bueno, respetuoso”, concluye.