LAS MADRES DE SOACHA “Eramos niñas ignorantes que no sabíamos lo que nos iba a tocar”
Sus hijos fueron engañados y masacrados por el ejército colombiano. Se encontraron buscándolos y se organizaron para reclamar justicia. Hoy son un ejemplo en toda Colombia y tratan de llevar su experiencia para replicarla en otros familiares de víctimas recorriendo el país con sus propios recursos. En Andar una conversación con las Madres de falsos positivos.
ANDAR en La Plata
(Agencia Andar) Ana Adelina Páez, Carmenza Gómez Romero y Doris Tejada son tres de las 14 madres organizadas en MAFAPO (Madres Falsos Positivos de Soacha y Bogotá). Llegaron en estos días a la Argentina para participar del 34 Encuentro de Mujeres con el objetivo de “aprender de nuestras hermanas argentinas y que tengan un aprendizaje de nosotras que somos unas mujeres guerreras”, dicen y se definen. Quieren que se conozca su historia, la de sus hijos y sus familias.
“Llegamos muy contentas a compartir con ustedes una experiencia más en estos 11 años de lucha. La voz de nosotras es la de nuestros hijos que no están. Necesitamos que nos ayuden para que la muerte de nuestros familiares en Colombia no quede en la impunidad”, explica Carmenza. Fue en 2008 cuando quedaron al descubierto las ejecuciones de decenas de hombres jóvenes de Soacha, una localidad pobre cercana a Bogotá. Sus asesinatos por fuerzas estatales tuvieron que ser reconocidos por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
“Queremos darles a conocer quién es la mujer en Colombia, cómo están las cosas, a empoderarnos y que se den cuenta qué valiosas somos las mujeres en todo el mundo”, dice Ana. Ellas, que también se conocieron cuando buscaban a sus hijos, participaron este jueves de la ronda de las Madres en Plaza de Mayo. “Estar en esa ronda fue muy rico, es algo sensacional ver a esas señoras, a Nora (Cortiñas) parada con sus ochentaypico de años, es como me veo en 20 años… qué rico que esa señora nos de un ejemplo a nosotras”, agrega.
Doris también está conmovida. Todavía no ha recuperado el cuerpo de su hijo: “está en una fosa común con otros dos jóvenes” cuenta. Ella se unió a MAFAPO cuando conoció la organización al ver en televisión, “cuando con sus propias manos estaban sacando a sus hijos de una fosa”. Porque ellas se saben fuertes porque supieron levantarse solas: “las madres vamos a donde sea con lo que podemos aportar nosotras mismas: con los pies, como podamos, para aportar lo que aprendimos”, dicen.
Entienden que la base de su trabajo se teje. Tejen memoria y verdad, y por eso aprenden y transmiten. “Hacemos talleres en los colegios. Somos un grupo abierto, estamos tejiendo por la memoria, en todas partes, visibilizando. Ir a los colegios es muy enriquecedor, a los jóvenes se les mueve el corazoncito, nos piden darnos un abrazo. Se conectan con nuestro dolor. Nos dicen cosas maravillosas que somos unas verracas, unas empoderadas”, se alegra Doris.
Carmenza creció en esa red. “Yo era una mujer de mi casa a mi trabajo, madre de 8 hijos, madre soltera. He aprendido muchas cosas, hemos estudiado y nos formamos en derechos humanos, en género y muchas cosas más, somos pedagogas de la memoria, si hubiéramos estado quietas no estaríamos aquí”, asegura.
Además de participar en diversas actividades del Encuentro, el martes serán parte del conversatorio Dos luchas contra el terrorismo de Estado, por el rescate de la verdad, la memoria y la justicia junto a las Madres de Plaza de Mayo en la prosecretaria de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de La Plata. Entre ellas se ven espejadas
“Todas llegamos a la misma parte buscando por nuestros hijos –define Ana– y todavía hay muchos desaparecidos en Colombia, todavía muchas muertes en vano que no han llegado a la justicia. Somos 14 madres que queremos que esto no vuelva a pasarle a nadie, porque lloramos lágrimas de sangre”.