MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Era como un depósito, traían a mucha gente»
En la jornada del 8 de marzo, la primera en formato presencial desde el inicio de la pandemia, testificaron Gustavo Calotti y José María Noviero, sobrevivientes de los centros clandestinos de Arana y Pozo de Quilmes. Ambos habían pedido declarar presencialmente cuando se pudiera contar con esa posibilidad.
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(Por Diario del Juicio) Los testigos asistieron al Tribunal N° 1 de La Plata mientras que algunos de los miembros del tribunal y el público general pudieron seguir el juicio desde el espacio virtual.
Gustavo Calotti fue el primero en ingresar a la sala de audiencias, él ya había testimoniado recientemente en la causa Garachico. Aquí expuso que él fue detenido el 8 de septiembre de 1976, tenía 17 años, militaba en la Juventud Guevarista y trabajaba como correo en la Jefatura Central de Policía, en Tesorería. Allí es citado por su director, el comisario Ordinas. Lo llevan primero a la guardia de la Jefatura, donde también se encontraba el comisario inspector Luis Vides.
Luego fue trasladado a la Dirección de investigaciones (2 entre 51 y 53), cuyo director era Miguel Osvaldo Etchecolatz, y al Destacamento de Arana. En él estuvo aproximadamente 10 días y comenzaron las torturas, “en Arana empiezan a torturarme. Son sesiones de tortura muy largas”, señaló. En ese centro clandestino de detención compartió cautiverio con “todos los chicos de la llamada Noche de los Lápices”. Entre ellos, mencionó a Emilce Moler, Daniel Racero, Francisco López Muntaner, Claudia Falcone, María Claudia Ciocchini, Horacio Ungaro, Claudio de Acha, Victor Treviño, Pablo Díaz, José Giampa y su esposa. Y compartió cautiverio con Atilio Portillo Servín, y con su tío, Santiago Servín, un paraguayo que dirigía el periódico La Voz de Solano.
El 23 de septiembre fue trasladado junto con otros detenidos (Emilce Moler, Patricia Miranda, Santiago Servín y su sobrino -que liberaron en el camino-, Giampa, su esposa, y Víctor Treviño) a lo que luego supo que era el Pozo de Quilmes. Describió a ese lugar como “un depósito”. “Traían mucha gente, los hombres estábamos en un segundo piso y las mujeres en el primero”. Luego de describir las condiciones del cautiverio y la estructura edilicia del edificio, remarcó que había seis celdas que se llenaban a razón de cuatro personas por celda, y había un constante recambio. Sostuvo también que compartió celda con Santiago Servín, vio a Juan Carlos Fund y a dos “muchachos grandes, corpulentos, creo que eran de la organización Montoneros”. Allí estuvo tres meses.
El 24 de septiembre es llevado nuevamente al Pozo de Arana donde es torturado fuertemente con electricidad y golpes. Allí pudo reconocer entre los secuestrados a Bussetto (lo conocía como a Walter Docters), y enterarse gracias a diversas reconstrucciones de la presencia de Marlene Kleger Krug, los hermanos Badel y sus esposas- por ser parte del aparato de inteligencia del PRT-ERP.
En Arana solo estuvo un día y lo llevaron nuevamente al Pozo de Quilmes. Allí también pudo identificar a otros detenidos: Néstor Busso, Miguel Galván, “el zapatero”, y su esposa que estaba embarazada; a un peruano que en declaraciones anteriores mencionaba como Icama, pero que gracias a la gente que trabaja en el sitio de memoria pudo identificar como Anicama Benavídez; a Osvaldo Busetto, a Víctor Treviño y también a Santiago Servín; a “el Gallego” que era delegado sindical en Rigolleau y que luego supo que se llamaba Manuel Coley Robles.
Vio a un grupo de cuatro muchachos, que eran de Lomas de Zamora, a uno de ellos le decían “el colorado”. También supo que había detenida una joven de 15 años llamada Rosa que estaba embarazada y mencionó entre las secuestradas a Patricia Miranda, Ana Diego, Nora Ungaro, Angela López Martín y Marta Enríquez que estaba embarazada.
También relató la única visita que tuvo fue de su madre, el 16 de diciembre. Ella lo encontró en Quilmes luego de ver a Etchecolatz, quien le confirmó las sospechas de que estaba detenido en alguna dependencia del Gran Buenos Aires. En Quilmes se entrevistó con el comisario Sabich quien le solicitó un memorándum para poder ver a su hijo. Lo tramitó en La Plata con el comisario Gené, que la autorizó a visitas semanales. El 23 de diciembre, cuando quiso ver a su hijo, le dijeron que nunca había estado en ese lugar, pero un detenido le avisó que lo habían trasladado a Valentín Alsina.
El 21 de diciembre lo trasladaron a la a la Comisaría 3ª de Valentín Alsina y unos días después, el 29, lo obligaron a firmar su renuncia a la Policía con fecha anterior a su secuestro. También toda su familia fue obligada a renunciar a sus empleos en la policía. Finalmente, el 28 de diciembre de 1976, fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y un mes más tarde fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata, de donde salió en libertad el 25 de julio de 1979. Se exilió primero en Brasil y luego en Francia.
Volver para declarar
José María Novielo vino desde Canadá a brindar su testimonio de forma presencial. Novielo tenía 17 años cuando fue secuestrado. Oriundo de Ushuaia, había venido a la ciudad de La Plata por una beca universitaria para estudiar Agronomía y Antropología en la UNLP. Cuando se suspendió su beca por los cambios políticos del país empezó a trabajar en la librería “Libraco”, propiedad de Emilio Pernas. Durante ese período también militaba en la Juventud Guevarista. “Mi tarea era pintar una pared o leer un libro a otra gente”, explicó.
El secuestro ocurrió el 9 de octubre de 1976, en la librería, donde fue detenido junto con Raúl Dalto, otro estudiante y psicólogo que trabajaba en el mismo lugar. Años después se enteró que había estado en el Destacamento de Arana, allí sufrió las torturas y el cautiverio. A su compañero lo liberaron ese mismo día.
De su cautiverio en Arana recordó a Horacio Matoso y a Marlene “la paraguaya”, que había caído viviendo en la casa de Inés (Pedemonte). Sostuvo que “fue una cosa bastante difícil sobrevivir todos esos horrores, las torturas (…) sin embargo todavía no puedo dejar de recordar lo que significó Marlene en esos momentos. Escuchaba sus gritos en la tortura”, dijo en un momento de gran emotividad.
Aproximadamente a los 20 días fue trasladado al pozo de Banfield, donde compartió celda con Pablo Díaz. Al lado, en otra celda estaban Alicia Carminatti y su padre Víctor Carminatti.
Un momento intenso del testimonio fue cuando se refirió a Graciela Pernas, la hija del dueño de la librería: “a mi derecha estaba Julio Poce, el marido de Graciela Pernas. Lo más importante para mí es recordar a Graciela Pernas que era la hija del dueño de la librería Libraco donde yo trabajaba”, señaló Novielo y sostuvo que la vio en el baño y ella le preguntó por su padre. Ella le contó que fueron secuestrados en un combate en Buenos Aires, cuando al tratar de escapar hirieron al marido en una pierna y ella decidió quedarse con él. “Era como mi hermana y era la última vez que la veo”, reiteró José María Novielo, muy conmovido.
En Banfield estuvo más o menos entre octubre y diciembre de 1976. Y aunque no había torturas, las condiciones de higiene y alimentación eran muy duras. Allí le sacaron una foto para su pase a disposición del PEN. Le preguntaron si era pariente de un tal “Pichín”, sobrenombre de su tío que era parte del Servicio de Inteligencia Naval. “Siempre me pregunté si ahí en Banfield no habría servicios navales dando vueltas”, reflexionó Novielo.
Luego es trasladado a Quilmes, junto con Pablo Díaz y allí encuentra a Calotti y a Walter Docters. También vio a “El colorado”, que “era de contextura física atlética, de color de pelo colorado y entraba y salía de la celda y hacía muchas preguntas”.
Semanas después lo trasladaron a la Comisaría 3ª de Valentín Alsina donde volvió a ver a Calotti, Docters, Matoso y supo que estaba Schaposnik. Al día siguiente lo trasladaron a la Unidad 9. Recuperó la libertad en 1981.
Se exilió en Canadá, “donde vivo hace 40 años” y expresó que “es muy difícil venir acá. Recuerdo a la gente, a mis compañeros, y solamente pido justicia para ellos porque yo nunca la tuve. El exilio es difícil”.
Volvieron los aplausos en la sala de audiencias luego de su testimonio.
La próxima audiencia será nuevamente en formato virtual.
Cobertura realizada por Florencia Larralde Armas.
Cómo citar este texto: recuperado de Diario del juicio «https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1130»