UN BOSQUE URBANO EN EL CENTRO DE SAN MARTÍN Entrevista a Carlos Mariño: «tener una relación amistosa con la naturaleza»

Carlos «Charly» Mariño tiene 63 años, y es profesor de bioconstrucción y tecnología. En el bosque urbano que ayuda a gestionar se realizan múltiples actividades educativas, de formación y trabajo en una relación amistosa con el medio ambiente.
ANDAR en San Martín
(Jesús Cabral para Agencia Andar) El Bosque Urbano (BU) fue construido por un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) hace más de una década y está frente al Campus Miguelete. Se organizaron y pidieron voluntarios universitarios para convertir un campo con piedras de vías de trenes y aceite de locomotoras en un lugar sano, limpio y sustentable.
Lo hicieron porque, como muchos, comprenden que todos somos parte de la naturaleza y por eso hay que cuidarla y estar en contacto con ella. En la actualidad, el BU cuenta con varias construcciones de barro, techos vivos y baños secos. Se utiliza para realizar actividades culturales, educativas y fiestas. Las puertas están abiertas para que las personas de la comunidad puedan ir a leer, tomar mate, festejar cumpleaños.
Carlos «Charly» Mariño tiene 63 años, y es profesor de bioconstrucción y tecnología. Durante la visita al espacio verde contó: «Todo tipo de idea y movimiento que realizamos aquí primero lo comunicamos en la asamblea que realizamos en este lugar todos los que participamos de distintas maneras. Somos al menos una docena de personas comprometidas con este espacio, al que le ponemos el cuerpo todo el tiempo. Todos tienen saberes y especificidades que se complementan entre sí para tener una relación amistosa con la naturaleza.
Estudiantes de intercambio
Ilkay Pfff y Julius Goufu tienen 19 años y vinieron de Alemania por un intercambio con la fundación Vientos del Sur para el desarrollo humano integral en Argentina. «Estos jóvenes me impulsan aún más, es muy motivador; ellos son muy generosos, muy educados, son chicos muy evolucionados, rápidos mentalmente», expresó Mariño. «Ellos hablan alemán, pero en poco tiempo ya van a estar hablando y escribiendo en español, porque son muy aplicados. Les explico las cosas una sola vez y ellos aprenden automáticamente».
«Hace un tiempo atrás vino una chica de 21 años que también es alemana, ella es muy inteligente, muy aplicada en todo lo que hizo en este lugar. También han venido jóvenes francesas, norteamericanas. Y todos están súper evolucionados, a tal punto que nosotros tenemos que aprender de ellos, o sea, es lo que siento», expresó el maestro.
«Con estos chicos siento que tengo una gran riqueza cultural, inmensa», aseguró mientras les daba unas indicaciones a Ilkay y Julius. Son quienes están con él en el BU «dos veces por semana, desde las dos de la tarde hasta las 19 horas. Hay días que vienen otros compañeros y tomamos algo o almorzamos; cuando eso sucede nos quedamos un poquito más de tiempo», detalló.
Instalación de un panel solar
El BU cuenta con distintos docentes: «hay huerta con Francisca, ella es una muy buena maestra. Ahora empezamos los sábados con tecnología, vamos hacer la instalación de un panel solar para que sea sustentable», adelantó Charly.
«Acá tenemos baños secos y baño biodigestor que andan re bien. El espacio se usa para múltiples actividades de formación y eventos. Yo estoy identificado con la permacultura, es mi filosofía, no tengo doctrinas políticas», contó el maestro y aclaró que la ideología «es algo libre y cada uno puede pensar lo que quiere, lo que realmente siente».
Siguió relatando. «El trabajo con barro y los materiales biodegradables me dan un plus, a mí me emociona trabajar con la tierra». Y muestra sus manos: «Mirá qué lindas que las tengo por trabajar con la tierra, las tengo re lindas, son hermosas mis manos. Porque la tierra es amistosa para trabajar, es la Pachamama, nuestra madre tierra». «Desde ese sentimiento puedo hablar de formas, de colores, de energías. Hoy hablamos con los chicos sobre iluminación a través del panel solar que vamos a instalar. Porque las personas podrían producir todo lo que necesitan para el desarrollo de la vida: luz, agua, gas y muchas cosas más. Siempre hay que tener en cuenta que hay gente que nos tiene para cubrir esos gastos».
También contó: «Nosotros somos recicladores de materiales que provienen de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estamos a punto de arrancar con un ciclo que se va a llamar ‘autoconstrucción al natural y urbano’, porque tienen pallet y otros elementos urbanos que no tienen que ver con el bosque, con la naturaleza. Hoy empezamos a estudiar y escribir en un cuaderno las formas viables para construir la biofábrica».
Una casa jodi de estilo pucará
«Acá también tenemos una casa jodi de estilo pucará, porque está metida un metro en la tierra. Con el grupo de jóvenes que viene de intercambio comenzamos este proyecto de revoque. Y ahora llevamos tres años, es el tercer ciclo que los chicos van pasando por este lugar. Hicimos un montón de cosas con ellas y ellos», aseguró el maestro.
La casa jodi estilo pucará está construida con elementos biodegradables: «Es un habitáculo que tiene mucho sentimiento circular, esto lo terminamos de armar nosotros, tiene revoque de un grosor de entre diez y quince centímetros», detalló. «Está hecha como un nido de pájaro, las paredes tienen esa técnica, la de un hornero, por eso es muy circular. Además, lo hicimos en comunidad y equipo, entre compañeras y compañeros, trajimos los seis metros cúbicos de material hasta aquí y pusimos manos a la obra».
Los ciclos del sol
«Con los chicos tratamos el tema de la chacana, porque nos enseña sobre los ciclos del sol (es mi humilde opinión), entonces desde ese lugar intento utilizar un sistema. Lo hago respecto a los climas y los tiempos», explicó el maestro y completó: «Por ejemplo, en verano construiremos con barro y hacemos tecnología con el panel solar, en invierno no».
El Bosque Urbano es visitado continuamente por niñas, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. «Mucha gente dejó impregnada su energía aquí, por eso es muy circular. Una especie de espiral; en la permacultura es el movimiento, la sinergia», sostuvo Charly. «Programamos todo por ciclos, porque como humanos que somos necesitamos del sol, entre muchas otras cosas. Disfrutamos mucho buscando ideas, porque así fluye y se armoniza rápidamente, en cambio, las cosas feas y raras no funcionan energéticamente. Todas las construcciones tienen techos vivos, el silencio y la paz que hay en este lugar sirve para todo».