MEGAJUICIO POZOS DE BANFIELD Y QUILMES Y BRIGADA DE LANÚS «Entraste en la sombra hijo y me duele el permanente interrogante de tu destino»
En la octogésima primera audiencia del Juicio a las Brigadas declararon: Luis Alberto Ortiz, sobreviviente de la última dictadura cívico-militar Argentina y María Verónica Morales, testigo por la desaparición de Cristóbal Augusto Dedionigi De La Rosa y sus padres Oscar Dedionigi y Raquel Margot de La Rosa.
ANDAR en la Justicia
(Agencia) El primer turno lo tiene Luis Alberto Ortiz. El testigo relata que el 8 de noviembre de 1978, a sus 32 años, fue secuestrado y torturado. En esa época Luis estaba desempleado puesto que había sido echado en 1977, junto a 21 trabajadores, por pedir mejoras salariales en la fábrica Peugeot.
La noche que se lo llevaron se encontraba en su domicilio junto a su mujer y su bebé de pocos meses. Eran alrededor de las 2 de la madrugada cuando militares y policías, que vestían de civil, irrumpieron la puerta de su hogar ubicado en la calle Méndez 1865, Monte Chingolo, Lanús. «Eran todas personas normales, de vaqueros, pantalón, no vi botas, no vi nada”, cuenta.
Amenazaron a su mujer y a su bebé en brazos con una ametralladora. Esposado y encapuchado lo subieron a un auto. Allí comenzaron a golpearlo. Cuando bajó del coche le ordenaron arrodillarse en el suelo y simularon sonidos de fusilamiento. Luis estuvo secuestrado en la DDI de Lanús ubicada en la calle 12 de Octubre y Ameghino, Avellaneda.
Los tiempos del martirio fueron eternos. Recibió todo tipo de torturas, tantas que su cuerpo no resistió. Luis se desmayó al menos 4 veces. Lo llevaron a un calabozo y le dieron un jarra de agua para beber, sin embargo, las personas de al lado que también estaban secuestradas sugirieron que no lo hiciera, ya que su cuerpo no lo resistiría debido a los golpes. “Me iba a reventar por todos lados”, expresa.
El calvario de Luis duró al menos 5 días. De a poco comenzó a hidratarse pero las torturas que recibió fueron tantas que su cuerpo se fue deteriorando de a poco. En el interrogatorio le mencionaban nombres de distintas personas pero Luis no reconocía a ninguna. “Ellos me tiraban nombres y yo no podía responder porque no sabía, sino podían meter en cana a cualquiera”, manifiesta.
En ese entonces era padre de dos hijos, un niño pequeño y una bebé. Tras el despido en la fábrica Peugeot, Ortiz no pudo volver a trabajar y fue acusado de generar acciones en relación al “terrorismo fabril”. “No sé qué terrorismo podría haber hecho yo cuando en ese tiempo tenia a mi hijo que había nacido con problemas cerebrales”, relata. “Entraba a trabajar a cualquier empresa y a los 2 días me llamaba mi mujer que me volviera porque ya estaba el telegrama de que me echaron”, cuenta.
“Ellos nos querían dar ventiladores y nosotros decíamos que no, que nos pongan la plata en el bolsillo. Mi chiquito tenía un problema cerebral y los medicamentos eran muy caros, ganaba bien pero no me alcanzaba», concluye.
Luis fue liberado pero obligado a firmar un documento. “Era un papel que decía que me habían levantado en Mitre y Centenario por averiguación de antecedentes. Yo no quise firmar porque no era verdad. Me habían sacado de mi casa a los palos y habían roto una puerta”, asegura. Sin embargo, se vio obligado a hacerlo porque tenía una familia que lo estaba esperando. “Yo solo quería salir porque sabía que tenía un chico con problemas y una nena chiquitita”, expresa.
La vida de Luis nunca fue la misma y pese a tener dos profesiones, nunca las pudo ejercer. “Yo me tuve que alejar hasta de mi propia familia porque si yo estaba cerca, los implicaba para poder joderlos. Eso fue terrorífico por eso a veces yo no quisiera recordarlo nunca más”, se lamenta con la voz temblorosa.
Luis Alberto Ortiz finaliza su declaración, se despide del tribunal y agrega que lo único que espera es que se haga justicia.
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Es el turno de María Verónica Morales, quien asegura que Cristóbal Augusto Dedionigi se encuentra actualmente desaparecido, y que los padres de él, Oscar Dedionigi y Raquel Margot de La Rosa también fueron secuestrados en el año 1977.
Cuando ocurrieron los secuestros, María era una niña pequeña que estaba de vacaciones junto a su familia. Con el paso del tiempo pudo reconstruir los hechos y gracias a ello hoy puede declarar los sucesos en el tribunal y pedir justicia.
En ese entonces vivía en la calle Posadas al 1200, Lanús. En los últimos días del mes de febrero de 1977, tras volver a su hogar de vacaciones, la familia se entera que la tía de su madre fue secuestrada junto a su esposo el día 22 de febrero.
El mismo día del secuestro también allanaron el departamento de Cristóbal Augusto Dedionigi, hijo del matrimonio, ubicado en la calle Cervantes en Rafael Calzada. Sin embargo, no lo encontraron. “Suponemos que también fueron a la casa de mis abuelos en busca de nosotros, en ese momento estábamos de vacaciones y la persona que cuidaba la casa no sabía exactamente donde estábamos”, relata.
Cristóbal y su familia intentaron refugiarse en la casa de María. Una noche llegaron muy asustados a pedir ayuda. Los miedos eran tantos que no pudieron auxiliarlos. “Mis padres asustados les dicen que no los pueden albergar ahí. Mi madre estaba embarazada. Esa noche no les dan albergue y les sugieren que se separen. De esa noche no supimos más nada”, agrega.
Los padres de Cristóbal estuvieron 10 días secuestrados y fueron liberados el 2 de marzo en la localidad de Glew. “Oscar estuvo internado al borde de la muerte debido al sufrimiento. Margot estaba muy aturdida, tenían entre 60 y 65 años y estuvieron 10 días encerrados, sin comer”, señala.
Finalmente, se supo que Cristóbal fue secuestrado el 4 de marzo. “No tenemos seguimiento de donde fue a parar (…) sí que en el transcurso de esos 10 días Margot y Oscar estuvieron en el infierno y fueron trasladados al Vesubio”, cuenta.
Actualmente de Cristóbal no hay noticias. María sostiene que su mujer y su hija se encuentran con vida. “Sé que está viva, su hija también, pero no tenemos rastro por donde estarán”, expresa.
Dos años después, en 1979, con la desaparición de Cristóbal, su madre, quien estuvo secuestrada y padeció las inmensas torturas de la última dictadura cívico-militar Argentina, escribió un relato con lujo de detalles del calvario vivido. En sus escritos, también dedicó algunas palabras a su hijo con la esperanza de algún día volver a reencontrarse.
Al final de su declaración, María lee un fragmento del escrito de Raquel dedicado a su hijo Cristóbal: “Por dos meses no volvimos a nuestra casa. Teníamos miedo, habían ido nuestros hijos y la encontraron bien. Constataron que estaba todo en orden. Lo que yo creía que había sucedido fue todo una alucinación, cuando volvimos recuperados encontramos todo igual, nada había sido tocado, nos pareció increíble. Solo dos o tres cosas de valor faltaron. Yo encontré todo mis papeles en su lugar, intacto, los cajones, los libros. ¡Dios santo!, hasta la fotografía de mis hijos, ¿Cómo pudo haber obrado la droga?, ¿Qué fue cierto?, ¿Qué fue alucinación? Vivimos por un tiempo casi encerrados, salíamos siempre juntos, poco a poco fuimos cambiando recuerdos y pudimos discernir bien claro lo que realmente pasamos los dos y tratamos de olvidar lo cruel de lo ocurrido, pero ¿Es que se puede olvidar? Nuestro hijo, el menor, pasó a integrar la enorme lista de los desaparecidos. Nada se supo de él, nadie nos supo dar razón. Entraste en la sombra hijo y me duele el permanente interrogante de tu destino, es como si una gruesa y pesada barrera cortara todos los caminos para tu regreso. Al 6 de febrero de 1980 sin noticias”.
La próxima jornada del Juicio oral y público será el martes 27 de septiembre a las 8:30 horas y se tomarán las declaraciones testimoniales de María Cecilia Della Flora, Luis Maria Armesto y Sergio Szajnbaum.
*Cobertura realizada por Nancy Camila Rodríguez.
Cómo citar este texto: Diario del juicio. 20 de septiembre de 2022. “ENTRASTE EN LA SOMBRA HIJO Y ME DUELE EL PERMANENTE INTERROGANTE DE TU DESTINO”. Recuperado de «https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1356».